OpiniónTomás LüdersLas elecciones de la pobreza

Tomás Lüders11/08/2023
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Radicalizado o no, todos los candidatos para estas kilométricas Primara Abiertas y Simultáneas tienen en común un mismo factor: la pobreza de sus argumentos.

No importa que haya renacido lo pasional y antagonizante –esta vez por derecha–, todos continúan lo que ya se había iniciado en los noventas: la simplificación publicitaria de los discursos a frases efectistas. Si, con bastante razón, se ha acusado a Javier Milei de ofrecer una solución mágica, un ajuste que solo alcanzaría a la “casta política” y el inmediato remedio de la dolarización, lo cierto es que en los casos de Massa, Rodríguez Larreta y Bullrich la cosa es más pronunciada aún, porque ni siquiera amagan a sugerirnos un cómo.

Solo aparecen verbos y adjetivos suelto. Larreta: “hacer, hacer, hacer” (dixit), repite hasta el cansancio como si fuéramos sordos, o su otra versión de lo mismo: “trabajo, trabajo, trabajo”, ambas para diferenciarse del supuesto “decir” demasiado ideologizado de su contrincante en la interna, Patricia Bullrich, que nos habla por su parte de “tener la fuerza” para enfrentar a lo que no es más que una “casta” extendida: corruptos, sindicalistas, los que cortan la calle…

Massa, fiel a su estilo, adapta el altruista y épico “la Patria es el Otro”: ahora “la patria sos vos”, y a lo máximo que llega es a “defender” esa patria que ahora se reduce a las migajas de bienestar de la década ganada, o a resucitar algo de ésta para diluir lo que todos sabemos que viene pero ninguno de los candidatos nos cuenta que se viene: un brutal ajuste que comenzará con una brutal devaluación.

Es cierto, hay que reconocerle a Bullrich que al menos aclara que “habrá que tener fuerza”, que habrá “hacer un esfuerzo”, mientras que Massa y Larreta miran directamente para otro lado y Milei, ya se dijo, ya se sabe, promete la magia de los noventas, versión 3.0.

Así, todo se reduce a narrativas mínimas. Bullrich, decíamos, recostándose sobre “los que emprenden” y Milei sobre más o menos el mismo sujeto, “los que laburan”, nos prometen que los que no hacen ni una cosa ni la otra, que son versiones de lo mismo, se las verán peludas.

Larreta y en su versión oficialista Massa, son lo que el centro político hoy solo puede ser: ni chicha ni limonada. Lo que subyace a la maníaca obsesión del alcalde porteño y el ministro de Economía (¡!) por mostrarse como empleados al servicio del ciudadano-usuario es la sugerencia de que las cosas serán tibias. No está esa épica de la lucha contra el Mal que encontramos en Milei o Bullrich, sino la noción de que el ajuste dolerá poco, porque ellos trabajarían para eso. ¿Cómo, sobre qué? No lo explican. Larreta se muestra usando un taladro, y Massa recorriendo escuelas y hospitales en una estilizada escenografía norteña.

De esta forma son las cosas, Milei, diciendo que a la factura de la joda la van a pagar los políticos (un refrito por derecha del también mágico “que al ajuste lo paguen las empresas” de la izquierda), Bullrich, le promete a los que se esfuerzan (que mezcla a “quienes tienen una despensa” con quienes “quienes tienen un pozo petrolero”, dixit) que habrá pelea, que se nos volará alguna muela, pero que saldremos victoriosos. Massa y Larreta, diciendo que nada de quilombo, a los sumo, sugiriendo que las están mal pero que sin ellos… no van a estar mejor, pero al menos no estarán mucho peor.

 

No hay visiones de conjunto, el relato y el argumento político se reduce al núcleo mínimo: por un lado el “acá están los malos”, por el otro el circular “las cosas se resuelven trabajando”.

Argentina, en un momento bisagra (¡otra vez!) y nosotros teniendo que elegir entre “propuestas” que entrarían en un tuit o chiste de chicle Bazooka.

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