Tomás LüdersUn Lugones (y un Locro) para Venado

Tomás Lüders28/04/2024
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Como toda tradición, la de comer locro el primero y el 25 de mayo es la elevación simbólica de un elemento contingente a singular absoluto por sobre otras singularidades…. ¿por qué el “colonial” locro por sobre la mucho más consumida bolognesa? Por Lugones y su Payador y todo eso. El gaucho malo que pasa a ser gaucho bueno frente a tanto inmigrante gringo sospechoso. Uno puede atorarse de pasta de la nona, pero tiene vedado gritar ¡viva la Patria! entre el estofado y los ravioles (entre los secretos de mi familia, está el de un tío-abuelo por el lado materno al que se le daba por cantar Fratelli D’ Italia después del segundo plato de lasagna de la bisabuela. En algún momento, creo que durante la toma de las Malvinas, la familia lo dejó de invitar a comer los domingos).

La cuestión es que para muchos de nosotros el locro es sabroso. Amamos esos pedazos irreconocibles de carne y tripas flotando en esa masa amorfa de maíz y zapallo. Ese caldo originario que emana seres misteriosos y suculentos. No importa que uno pueda deconstruir la operación significante que lo hizo pasar de residuo histórico contingente a “Comida Nacional”… el locro despierta algo primario, lleva a las primeras papillas maternas o algo por el estilo. Igualmente, no voy a consultar a mis amigos psicoanalistas para que me hablen de Klein o Winnicott. Simplemente hay que agradecerle al fascista de Lugones que uno pueda recubrir de simbolismo patrio la superación de los tabúes alimentarios inculcados en la infancia.

Pensaba entonces en lo desabridos que son los 26 de abril en Venado Tuerto. Apenas les da para asueto, incluso en el 140 aniversario. Para agitar la cosa hubo que importar las copas de la selección. Pero nada de color local.

Nos llamamos Venado Tuerto, fuimos fundados por irlandeses…. pero no hay bacanal. Nada de tipos en cuero pintados de naranja, verde y blanco con cuernos de cérvidos sobre la cabeza haciendo danzas por las calles mientras todos nos emborrachamos con cervesza. Uno sabe que los irlandeses vinieron hicieron plata, se britanizaron y se encerrar en un Club Inglés como el Polo, y los que no, se encerraban a tomar whisky sin la participación de los migrantes más nuevos. En algún momento la poca marca que habían dejado en los nombres de las calles fue convenientemente argentinizada y entonces las Flannery O’Connor o las Molly Malone pasaron a ser sanmartines y sarmientos

Lector, haga caso omiso a mis referencias sobre la nomenclatura original, no tengo la menor idea de los verdaderos nombres. La cuestión es que Venado no se dio un mito propio. Ni a Huhn, ni Leoncio de la Barrera ni Landaburu se les dio por volverse el Lugones vernáculo. A alguno se le dio por beatificar al uruguayo de paso Cayetano Silva, pero ahí nos quedamos. Linda marcha, pero está escrita acá de casualidad y es sobre lo que un héroe nacional hizo en San Lorenzo. ¡Necesitamos otro relato!

Mal favor nos están haciendo los y las nuevas historiadores profesionales con tanta severidad académica. ¡Qué necesidad de ser tan rigurosos con los hechos! Necesitamos un mitólogo medio mesiánico, bien loco, pero que sepa mentir con convicción… más que un Lugones a estar altura nos hace falta una suerte de Alfred Rosenberg local. Solo alguien tan pirado y enfervorizado como el original alemán  nos puede inventar una tradición. Para no ser racistas cambiamos su antisemitismo por odio a Villa Cañás o Rufino y listo…

No soy yo el que lo va a hacer, yo quiero disfrutar la fiesta local sin pensar, como disfruto del locro. Igual, va una idea, pero es solo una sugerencia… se me ocurre que por ahí habría que criar venados de las pampas (de manera sustentable, claro) y cada 26 de abril hacer un sacrificio ritual de unos cuantos: el procedimiento es así, el intendente o no sé, la secretaria de Cultura a modo de sacerdotisa puede dar la primera estocada… y después dale que va a costillar y vacío de venadito para todos. Nuestro Rosenberg dirá que eso era lo que hacían los indios que habitaban la zona y que, en una suerte de día de Acción de Gracias pampeano, a eso se sumaron después los traídos por Casey. Entre tira y tira de ciervito asado a nadie le van a importar mucho los hechos. Lo que importa es el mito y, sobre todo, el morfi.

 

 

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