CulturaLeonardo Oyola: “Leer un libro es poner un stop en un mundo que va en quinta a fondo”

Juan Miserere08/09/2023
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Invitado por El Cíclope, el espacio que produce un encuentro mensual con escritores y narradores de todo el país, llegó a Venado Tuerto el reconocido autor Leonardo Oyola, quien escribe policiales desde el conurbano bonaerense, con protagonistas que lucen reales e identificables, con historias cercanas que exponen vidas duras y contextos poco amigables, pero muchas veces tamizado con elementos de la ciencia ficción. En esa definición encaja perfectamente su obra más celebrada, “Kryptonita”, donde La Liga de Justicia (la de Superman, Batman, Flash, etc.) forma parte de la geografía de Isidro Casanova, son superhéroes por otros medios, una banda enfrentada con el poder establecido, que viven en la clandestinidad y agonizan en hospitales públicos.

Oyola también es autor de otras novelas celebradas, como “Chamamé” y la más reciente “Ultratumba”, donde un motín en una cárcel de mujeres termina derivando en una historia de zombies. El autor logra cruzar con naturalidad la crudeza de los tiempos que nos tocan vivir, pero atravesado por lecturas de cómics e historietas. Y siempre con baile: “Muchas veces nos hicieron creer que el Arte es algo que está en un pedestal y lejano, pero a mí me parece importante hablar del trabajo de leer y escribir. Hablaremos de eso, de cosas que tuvimos en el prontuario, ficciones, podemos leer un poco y las chicas de El Cíclope tenían ganas de que hiciéramos una coreografía de baile, porque yo tengo un leit motiv, que ‘desconfio del escritor que no baila’, advierte Oyola en la previa de la charla que se concetará este viernes a las 20 en la Biblioteca Florentino Ameghino.

El hit

Kryptonita es una novela que nos dio mucha alegría, que pasó a otros formatos como película, serie e historieta, que surgió después de leer historietas y dio toda la vuelta. Es lindo poder agarrar esas otras herramientas, pero los que trabajamos con la palabra tenemos que estar cerca de la poesía y el manga o la historieta en su brevedad se pueden acercar a ese lenguaje. Y está bueno darle eso a los pibes para leer y cuando uno crece no olvidarse de esos formatos y seguir ampliando la búsqueda de lectura y escritura”, analiza.

Kryptonita en su versión cinematográfica.

Oyola cuenta que Kryptonita es un libro que me permitió dedicarme con más tranquilidad a seguir escribiendo, y me cambió la percepción que tenía sobre lo que es hacer cine y televisión en nuestro país. Yo colaboraba en la Rolling Stone haciendo crítica de cine y después de ver cómo se labura todo, me arrepiento de muchas cosas que escribí en el pasado, incluso para producciones de afuera. Me parece que hay que ser más respetuoso, me faltaba tomar mucha sopa para llegar a entender otras cosas”.

Ahora que Kryptonita tiene 12 años desde su publicación, el autor revela que “es fuerte encontrar a gente adulta o en su primera juventud que te diga que su papá se lo regaló en la Navidad de 2011 y que fue feliz ese verano. Pasó el tiempo y lo importante es que vos estabas escribiendo. Yo siempre quise hacer una historia que tenga artes marciales, pero en el mundo adulto sos Bruce Lee y viene uno y te pega un corchazo a diez metros, entonces me parecía que en lo infantil podía funcionar. Así hice una novelita que se llama ‘Sopapo’, y en el verano me pasó estar en una feria en el conurbano y una chica me contó que la leyó en la escuela y que ahora era instructora de taekwondo. Y en ese momento yo solamente pensaba lo que me estoy divirtiendo con esto, son cosas que no esperas”.

Oyola esta mañana, en el canal VerTV.

El público

Yo no escribo para un público, en lo que pienso es que voy a convivir un tiempo con un libro, que eso va a ser una relación, que vamos a estar un tiempo donde va a aparecer lo bueno y lo oscuro. Sí pienso en el público ante una lectura o una charla. Yo me forjé en un taller literario con el maestro Alberto Laiseca y siempre nos decía que mínimo tenés que practicar el texto que vas a leer y no llegar con la pedantería del nombre y el oficio. Esa gente podría estar haciendo otra cosa, y eligió ir a una lectura y sostener una vela de algo que va desapareciendo, que tiene su vigencia, pero en la inmediatez de los formatos actuales sentarse a leer un libro es poner un stop en el mundo que va a quinta a fondo. Entonces a esa persona hay que darle, y busco las reacciones de la lectura de lo inédito”, cuenta Oyola, quien a pesar de su juventud (tiene 50 años) carece por completo de redes sociales.

Contactos venadenses

Leo Oyola llegó un día antes de su presentación en la Biblioteca, tuvo tiempo de conocer algunos reductos de la ciudad y dialogar con varios de los autores locales. “Me parece importante que los escritores que participamos de El Cíclope nos llevemos los materiales de los colegas de acá, porque se nota que hay una productividad y un compromiso con eso, sin tener la visibilidad que va a tener Buenos Aires. Estoy descubriendo editoriales de Venado Tuerto que me fascinan”.

El escritor, con camiseta del Nápoli, con parte del staff de Gatoeterno.

Incluso se animó a resaltar que “una de las librerías más lindas que he visto, no sólo en el país sino en el mundo, la tienen acá en Venado Tuerto. Me encantó Gatoeterno por el lugar, la curaduría y la posibilidad de juntarse, charlar e intercambiar lecturas, eso no siempre pasa”.

El duro oficio de escribir

Aunque hoy es un autor reconocido y consagrado, Oyola avisa: “Vivir de los libros es un tema, yo estaba acostumbrado a vivir con poco, entonces yo sé con qué derecho de autor me compré el jean que tengo puesto. Eso está bueno, pero estoy acostumbrado a vivir con poco. El error es cuando estás escribiendo y pensás ‘con esto me compro el monoambiente’ y ‘con esto pago tal cosa’. No hay que pensar en nada, ni siquiera en una relación, solamente en terminar la historia, después si se publica y tiene un recorrido interviene el azar, y no tenemos control de eso”.

Forjado en el taller de escritura del gran Alberto Laiseca, un autor poco leído del que felizmente se editarán en breve sus cuentos completos, Oyola se explaya: “El maestro nos marcó el oficio y también recalco la importancia de cuidarnos y no terminar mal, porque hay historias calcadas. El documentalista Rusi Michan Pastori, que hizo el trabajo definitivo sobre sus últimos días, dice que Laiseca fue tan buen maestro que hasta en la forma en que se fue nos mostró lo que no había que hacer. Una vida tortuosa, accidentes, temas de salud; pienso en otro autor santafesino como Fernando Callero que también tuvo un accidente y cómo le tocó irse. Esto es un oficio y un laburo, no es que vos me pedís una contratapa y yo la hago en una o dos horas, sino que le ponés un montón de cosas. Que esté mal pago, le cabe a casi todos los trabajos, pero pagame lo que estoy haciendo”.

Alberto Laiseca, maestro y referente.

Y luego concluyó: “No sólo se trata de tener la jubilación y una obra social, porque la escritura te toma y todo eso no te importa, y cuando te importa ya fue demasiado tarde. Cuando escribís corporizás eso que tenés ahí, y a veces es como una canción de los Guasones que dice ‘a veces transformás el veneno en papel’, y a veces no te lo podés quitar. Es como hacer un asado, cada uno tiene su técnica para hacer el fuego, pero lo importante es que coman todos. El tema es que algunos se consumen mientras hacen el fuego.

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