AméricaEl establishment le baja el pulgar a Rouseff

Tomás Lüders28/10/2014
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El Bovespa, índice que registra la fluctuación de las principales empresas brasileñas, se desplomó en cuanto abrió la sesión en São Paulo, a las nueve de la mañana de ayer: el índice reculó un 6%.

Los especialistas en finanzas del vecino país consideran a esta caída en las expectativas un “primer aviso de lo que le espera a la presidenta Dilma Rousseff”,  que ayer logró –por un margen muy estrecho- la tercera presidencia para el Partido de los Trabajadores (PT).

Un operador bursátil en la city paulista, ayer.

Por su parte, la moneda brasileña se depreció un 2,5% con respecto al dólar y tocó mínimos desde 2008 y las acciones de Petrobras, la mayor empresa pública del país, un termómetro fiable de la confianza de los inversores en la marcha de la economía brasileña, llegaron a hundirse casi un 16%, aunque al final de la jornada cerraron con una caída del 12,6%.

Los analistas coinciden sin embargo en que esta era la respuesta esperada de los mercados ante la reelección de Rousseff frente al conservador Aécio Neves, del PSDB –socialismo democrático que el entonces presidente Henrique Cardoso terminó de volcar en los noventas hacia el librecambismo–.

Rouseff, destacó el Folha de Sao Pablo, está siendo “castigada” por un empresariado disgustado con sus “por sus medidas intervencionistas” y porque no acometería con las reformas que ellos consideran necesarias y urgentes para volver a acelerar la economía brasileña.

Los expertos aseguran que estos mismos mercados van a mantenerse muy nerviosos (y con tendencia a la baja) durante las semanas que vienen, a la espera de que la presidenta Rousseff concrete su programa económico para los próximos cuatro años o, al menos, indique quién va a ser su nuevo ministro de Economía y así saber por dónde van a ir los tiros. Rousseff ya abrió el melón de las especulaciones cuando adelantó, a lo largo de la larga y dura campaña electoral, que el actual responsable de las finanzas brasileñas, el criticado y polémico Guido Mantega, no lo seguirá siendo.

La economía estancada de Brasil, que este año no crecerá más allá del 0,3%, será el principal desafío de Rousseff, quien además enfrenta demandas de los sectores medios (nuevos y viejos) que reclaman mejores servicios públicos y un fuerte combate a la corrupción.

Durante su anterior mandato, el país se ha crecido solamente a una media exigua de un 1,6%, mucho menos que los picos alcanzados por su antecesor Lula Da Silva. Muchos especialistas del establishment y la oposición advierten que el modelo concebido en la era Lula (2002-2010), adoptado después por Rousseff, basado en el estímulo del consumo de las clases medias y bajas, entre otras cosas, está agotado.

Por su parte, la presidenta, durante la campaña, achacó el frenazo económico, entre otros factores, a la recesión mundial y recordó siempre que el país tiene una tasa de paro que ya quisieran para sí muchos: un 5%.

Fotos: Crédito AFP

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