Mencionar al Ñoti Martínez inmediatamente remite al teatro de Venado Tuerto, a una trayectoria extensa como actor y director, al Galpón del Arte, al antecedente del Grupo Apertura, al compromiso con lo cultural. Dice que empezó a hacer teatro “porque en esa época estaba prohibido hacer política”, pero pasaron más de 40 años y nunca paró. Por eso se considera, por sobre todas las cosas, un militante de la cultura, el teatro, la política y las artes. Porque un día fue necesario asumir el rol de director, y lo hizo; en otra oportunidad había que barrer o pintar para mantener la sala, y ahí estuvo; y porque alguien tenía que encargarse de la formación de quienes querían actuar, y ya hay varias generaciones que le pueden decir maestro.
Por estos días está viviendo emociones fuertes: el lunes dio su última clase en el profesorado de la Escuela Provincial de Arte (EPA) y se acogió a la jubilación, rodeado del cariño de un importante número de alumnos que decidieron acompañar sus últimos meses como docente. Y además está a pocos días del estreno de una obra que disfruta de una manera especial: “Perfume de campeones”, donde se encuentra con pares de tantos años como Tato Zattara, Oscar Barotto, Andrés Pieli, Agustín Di Mella, el director Nene Corvatta y el productor y dramaturgo Paul Citraro, junto a la más joven Verónica Pipelo.
¿Tendría el teatro de Venado Tuerto el desarrollo que tuvo en todos estos años sin la presencia del Ñoti Martínez? Es contrafáctico, pero uno sospecha que no.
Foto: Gabriel Carlini.
“Como todos, empecé de la mano de Natalio Perillo, en la secundaria del Colegio Industrial, cuando decidimos hacer una obra de teatro para juntar dinero para el viaje de estudio”, cuenta. Lo fueron a buscar al viejo maestro, ensayos en el Club Jorge Newbery y función a sala llena en el Verdi para una primera experiencia adolescente llamada “Bodas de plata y soltera”. Al año siguiente repitieron e hicieron ‘Así es la vida’.
A la vuelta del servicio militar, en 1980 jugando al básquet en el Chanta, junto a Tato Záttara fantaseaban con hacer un grupo de teatro, empezando a darle forma a la idea que luego se iba a materializar con el Grupo Apertura, en la Biblioteca Ameghino que era presidida por Tato Narvaiz, quien tenía el contacto con Rodolfo Aldasoro, que sería el director y traía una “mirada disruptiva” después de transitar durante veinte años el teatro independiente en Rosario.
Militar y actuar
Pero no era sólo teatro. En paralelo, Ñoti y compañía estaban muy atrapados por la política: ya era 1981 y a ese grupo de teatro se sumaron Guillermo Pieli y el Cuis Díaz, que acababan de salir de una larga estadía en la cárcel a disposición del Poder Ejecutivo. Algunos de los que empezaban con el teatro ya militaban en Derechos Humanos, estaban al tanto de lo que pasaba con las Madres de Plaza de Mayo, con Pablo Sevilla que era el referente un poco más grande que tenía mayor información y un gran predicamento entre ellos.
Diario La Ciudad, noviembre de 1981. Archivo Histórico Digital.
“Fue en ese marco de ebullición que llega Rodolfo Aldasoro a dirigir el grupo de teatro y entrevistado por Juan Carlos Rodríguez en La Ciudad declara que ‘No hay creación sin libertad absoluta’. Nos asustábamos de ver el titular en el diario, por eso el comienzo en el teatro estuvo atravesado por lo político. Creo que hacíamos teatro porque estaba prohibido hacer política”, refuerza.
Entre Malvinas y la apertura democrática, desde la Biblioteca empezaron a organizar charlas políticas, convocaron al colorado Abelardo Ramos y a Oscar Alende, dado que la mayoría del grupo se terminó afiliando al Partido Intransigente (PI), donde confluían muchos militantes de Montoneros y el ERP. “Yo me considero un militante del campo popular, en las tradiciones yrigoyenistas, la lucha emancipadora latinoamericanista y las tradiciones nacionales y populares. Para mí era indisoluble hacer teatro y política”, aclara el actor.
Ñoti Martínez en la obra “El oso” de Chejov.
La llegada de ese fenómeno social y cultural conocido como La Biblio, con sus colores, su equipo de fútbol, su invitación a pensar y soñar, motivó que el Grupo Apertura se alejara del edificio de calle Juan B. Justo por algunas diferencias, aunque Ñoti aclara que siempre acompañó ese proceso. Incluso reconoce que “esa impronta arrolladora nos dio el impulso para alquilar el Galpón del Arte, viendo que podíamos hacer una sala de teatro independiente”.
Eso se gestó con el Grupo Apertura y pibes a los que les daban clases en el taller municipal de Teatro, dando paso a un punto sin retorno en su vida: dedicarse de lleno al arte. Fue así que Ñoti dejó su taller de afilado de sierras de carpintería, que había tenido entre 1980 y 1987, y decidió que iba “a sobrevivir” de la actuación.
“Para armar un elefante”, de Rodolfo Aldasoro.
“La decisión importante fue hacer un teatro desde acá, pelearla desde Venado Tuerto, con un teatro con pretensiones universales, pero narrado desde nuestro terruño. Hoy la sala está próxima a cumplir 37 años y seguimos en este derrotero, ahora con mucha gente joven que toma la posta y le pone su impronta”, valora.
El Galpón, ese hito
La sala de calle Chacabuco es un mojón de la cultura de la ciudad. “El Galpón no fue tan disruptivo como La Biblio, pero tiene una larga duración: no vibra tan intenso como aquella experiencia que nadie podía ignorar, pero tiene una continuidad militante. Somos un grupo de teatro con sala, es una condición indivisible: para ser del Galpón tenés que ir a barrer la vereda además de ensayar una obra. Y hace muchos años la pusimos a salvo de nosotros mismos, porque la sala es una asociación y permite que nadie se pueda llevar nada”.
En “La Banda de Agua Limpia”, otra creación de Aldasoro.
En todo este tiempo el Galpón vivió procesos de traspaso generacional, salidas e ingresos de muchas personas, pero entendiendo que “todos los grupos humanos están llenos de debates y diferencias, y a nosotros nos encanta la discusión acalorada, incluso destemplada, en el afán de que nos interesa ese destino y queremos discutirlo”.
Galpón del Arte es la base de operaciones del Ñoti desde hace 37 años, desde ese lugar le dio forma a una producción teatral inabarcable, que estima en más de una obra por año, ocupando roles de “director, actor, iluminador o lo que me toque”, además de algunas experiencias como dramaturgo.
Ensayos de Perfume de campeones, con Andrés Pieli. Foto: Gabriel Carlini.
Casi que forzado a mencionar algunas obras emblemáticas en su recorrido, Martínez declara: “Me gustó mucho hacer La fiesta del viejo, dirigida por Fernando Ferrer, donde volví a actuar después de muchos años. Y disfruté mucho hacer El jorobadito cuando era chico, porque fue mi primera obra con un protagónico; y disfrutaba mucho la varieté, hacer morisquetas para sobrevivir, como decía el actor Carlos Thiel. Yo los hice muchos años y me servían para canalizar lo político, siempre con mucho respeto aún en las disidencias más absolutas”.
Su creación más popular en ese universo fue El Camaleón, un personaje algo oscuro que tenía contactos con la dirigencia política local y siempre prometía algún negocio. “Me llevaba muchísimo tiempo porque tenía que escuchar todas las radios y leer todos los diarios de la ciudad para estar muy informado. Y disfrutaba mucho cuando Pablo Almena me llevaba a la cena del periódico Pueblo Regional, donde iban todos los políticos de la región y hacía el personaje frente a ellos”, destaca.
Compartir conocimientos
No se puede soslayar su labor como maestro y formador de actores y actrices: “Es un rol que me tocó en un momento, porque Rodolfo Aldasoro se murió y alguien tenía que dirigir, entonces empecé a hacerlo. Y en algún momento había que dar clases para formar mejor a la gente que entraba al Galpón, entonces armaba los talleres. Es consecuencia de esa militancia y de cubrir los roles que alguien debe ocupar”, señala.
Foto: Gabriel Carlini.
Varias generaciones se formaron junto a Horacio Martínez, son treinta años dando clases en el circuito formal y más de cuarenta por fuera: “Me gusta transmitir lo que uno aprendió en este camino, pero me quiero jubilar porque se necesita mucha energía física para entusiasmar, estimular y comprometer al otro, y uno la tiene que ir dosificando y ponerla en las cosas que uno cree que tiene que hacer antes del viaje largo”. Por eso esta semana cumplió con su última clase en la EPA.
Quizás, el rol que le quedó pendiente desempeñar es en la función pública, en una ciudad donde mucha gente del teatro ocupó la Dirección de Cultura: Cane Rosenzvaig, Tito Visentín, Griselda Vaccarini, Andrés Pieli y Roberto Mora; como el propio Ñoti se encarga de destacar. “Tuve una oferta de José Freyre para ser director de Cultura, pero como no tengo procedencia peronista consideré que no correspondía. Sí estuve siete años presidiendo el Kaiak, que era parte del Plan General, pero un secretario de Cultura necesita mucho respaldo político, tiene que estar comprometido con la gestión para poder hacer lo que propone. En la gestión actual eso existe, hay una mirada con Miriam Carabajal, a pesar que son de la oposición porque no me reconozco como macrista ni mileista. Por suerte estamos viendo una postura lógica del Partido Socialista, los intelectuales del PRO y de los radicales que ponen las cosas en su lugar diciendo ‘Milei no’, es un límite”, declara en sintonía con los días que corren.
Un perfume de titanes
Y ahora se viene “Perfume de Campeones”, la obra que se va a estrenar el martes 14 de noviembre en el Teatro Ideal, con funciones los días miércoles 15, jueves 16 y viernes 17, y una gran expectativa que se vislumbra en los medios, la cartelería pública y las redes. “Uno está en una edad de salida, por eso quiero estar livianito e irme pagando todos los recibos que firmé en cuanto a promesas. Y esta obra me permite hacer mucho de eso, porque con Oscar Barotto, el Colo Pieli y el Tato Zattara siempre decíamos que teníamos que hacer algo juntos. También tenía ganas de hacer algo con el Nene Corvatta. Y esta obra me permitió pagar varios recibos juntos y alivianar la maleta”, destacando además que “nos divertimos muchísimo y la pasamos muy bien, viniendo de procedencias y prácticas diferentes en las poéticas, pero no en la militancia, porque los teatristas saben lo que es la grupalidad”.
Foto: Gabriel Carlini.
Ñoti resalta que “es una obra popular, que tiene la pretensión de una fiesta, y metafóricamente tiene algo de realidad porque somos todos actores viejos que estamos de salida, en la última etapa de nuestra vida en un geriátrico, y la señorita Nancy que es la enfermera viene a encarnar algo de la nueva generación que nos sigue”.
Es que el Ñoti está convencido que “hoy están apareciendo un montón de generaciones nuevas, con mayor conocimiento gracias al Profesorado, pero siempre les digo que no hay que olvidar la militancia por los espacios y el público, porque Venado Tuerto es una de las únicas ciudades que tiene público, y eso hay que preservarlo”.
Perfume de campeones muestra a cinco amigos ingresando al ocaso de la vida en una casa de retiro. Fueron grandes, populares, titanes del ring al que se le han aflojado las cuerdas. “Arrcho”, “Rojo”, “Mamet”, “Pipino” y “Mumia” son los personajes de la fantasía que acompañan a estos luchadores, siempre guiados por la omnisciente figura de “Nancy”, la encantadora enfermera del establecimiento. En definitiva, es la historia de cualquier persona cruzando la vejez con los temas insignias de una vida: la amistad, el amor, la traición, el olvido y hasta un fallido programa de radio, son mucho más que excusas por las cuales seguir luchando.
Perfume de campeones tendrá funciones en el Teatro Ideal los días 14, 15, 16 y 17 de noviembre a las 21 horas. Las entradas están a la venta en EntradaWeb y en la boletería de la sala, de lunes a sábado de 9.30 a 12.30, en cuyo hall se puede disfrutar la muestra fotográfica de Gabriel Carlini sobre el proyecto experimental de la obra.