Con las elecciones ya prácticamente definidas, Maurico Macri llegaba en su helicóptero a la Casa Rosada. Antes, entraba el “mariscal de la derrota”, el jefe de Gabinete Marcos Peña, poco después, el presidente del Banco Central, Guido Sandrelis (foto 2) -quien en teoría es un funcionario que no depende del Gobierno-.
En un clima de incertidumbre frente a un eventual cambio en el rumbo económico, dominaba la ansiedad entre los ahorristas. Mientras tanto, las acciones de las empresas argentinas se derrumbaban en el mercado local y en Wall Street.
Aunque aún no empezaron las operaciones en dólares, se espera un asceleramiento en la compra de una moneda que ya cotiza a 57 pesos en el Banco de Santa Fe (aunque las pizarras de la City porteña apenas empiezan a perforar el techo de los 50 pesos por dólar).
Resta saber cómo administrará sus reservas el Banco Central. Todo dependerá de que se establezcan relaciones “diplomáticas” entre un gobierno que ya es prácticamente de transición y la fórmula ya prácticamente electa encabezada por Alberto Fernández, desde cuyo entorno se espera que la presidencia no decida liquidar reservas para sostener el precio del dólar hasta su salida.
En este marco, el politólogo Andrés Malamud afirmó que el presidente Macri se encuentra en la dicotomía de tener que encabezar una transición lo más ordenada posible de aquí a las generales de octubre y tener que mantenerse como candidato presidencial para que muchos de sus propios candidatos hagan “una elección aceptable” y mantengan expectativa de tener “futuro politico”. La tarea no será sencilla, considerando que el oficialismo realizó campaña recurriendo a un discurso fuertemente dicotomizador.