Mauro CamillatoOpinión: Binner, crónica de una renuncia anunciada

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Por Mauro Camillato

Tal cual se preveía finalmente Hermes Binner culminó declinando de su candidatura presidencial y por ende le puso fin  a su ascenso político  que tuvo muchos logros en el camino pero se quedó sin la posibilidad final de la “frutilla del postre”. En el medio quedaran muchos análisis para realizar del porqué de sus logros y en todo caso el porqué de su frustración final.

Breve repaso a lápiz alzado de trayectoria política

Binner comenzó su despegue político desde el área de salud municipal en Rosario donde acompañaba la gestión del aquel momento “socialista” Héctor “Tigre” Cavallero. El partido de la rosa en un hecho histórico se quedó con la intendencia de la segunda(o tercera)  ciudad del país, pero tiempo después en una decisión que parecía polémica pero que a la larga le daría la razón (sobre todo teniendo en cuenta los desvaríos ideológicos posteriores de Cavallero) rompió con el Tigre. Así culminó convirtiéndose en “alcalde” de Rosario y a partir de ahí construyó una base política que lo llevó a apoderarse de la gobernación.

En su paso por la intendencia rosarina con sus aciertos y errores nadie duda que realizó cambios radicales (perdón por la palabra) en una ciudad que cambio su fisonomía. La descentralización y modernización del gobierno, la implementación de un novedoso y fortalecido sistema de salud y los cambios en la trama urbana fueron sus principales logros; luego continuados y profundizados por las administraciones posteriores. Pero además logró dejar un sello de una administración transparente y honesta  (algo que no debería ser una valor en sí, pero que en la particular historia Argentina, lo es).

La ansiada gobernación

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Pero además el espigado dirigente no se quedó con los laureles de Rosario y fue por la invencible y abrochada por el PJ provincia de Santa Fe. Dicha gobernación parecía difícil de lograr, sobre todo teniendo en cuenta los distintos artilugios a los que recurría el partido del poder. Corte de luz en el momento del conteo de votos, urnas flotando en el Paraná y el invento de la espantosa ley de lemas fueron algunos de las “ocurrencias” del PJ para quedarse en el poder. Sin embargo Binner insistió dejó en Rosario a un poco conocido Miguel Lifschitz y terminó quedándose con la gobernación de Santa Fe que luego  lego a otro socialista. Antonio Bonfatti.

Allí también intentó poner su impronta, cambió la forma de administrar la provincia. Principalmente sacó al gobierno de su “encierro” en Santa Fe y Rosario, caminó e hizo caminar a sus funcionarios la extensa geografía de la provincia, impuso (al igual que había hecho en Rosario) el comienzo de la descentralización del gobierno, le dio a la salud y la educación un lugar que antes no tenía (aunque todavía falta mucho en los dos aspectos). En el debe: sus pruritos progresistas le hicieron cometer un error que hoy le ha estallado en la cara a Bonfatti, ninguneó la cuestión de la seguridad y dejo librado a la autogestión a la fuerza policial. También habría que agregar la falta todavía de grandes obras de infraestructura.

Su camino presidencial

Lo cierto es que Hermes Binner luego de su paso por la gobernación fue por la presidencia, claro está la tarea para un partido casi sin estructura nacional no era nada fácil. Por eso intentó repetir la construcción de un frente con el radicalismo incluido, pero a pesar que llegó a lograr un segundo puesto en la elección anterior se fue deshilachando para culminar con su anunciada renuncia a una nueva candidatura. En el medio cometió muchos errores, pensó que se podía trasladar automáticamente la experiencia provincial a nivel nacional, pero no tuvo en cuenta que “las alianzas” son mucho más complejas. Así sí en Santa Fe doblegó al radicalismo y lo obligo a estar en un segundo plano, a nivel nacional no le perdonaron dicha situación y siempre lo miraron con desconfianza. Hasta llegar a esta patética etapa donde la UCR (partido del poder al fin, igual que el PJ) se olvidó de todo reparo ideológico y se apresta a ir de furgón de cola del PRO.

En tanto en los últimos meses se visualizaba a un Binner desteñido, casi sin fuerzas, con un discurso basado en algunas reivindicaciones republicanas e institucionales, pero falto de referencias sociales. Por su puesto también hubo un fuerte ninguneo de los medios nacionales en el medio de la guerra con el kirchnerismo. De hecho los medios “opositores” volcaron de lleno su apoyo al macrismo o al massismo. El patético ejemplo de las cadenas nacionales comparando las actuales inundaciones de Santa Fe del 2003 con las sucedidas hace pocos días demuestran dicha decisión (algunos hasta ilustraban las notas con imágenes de aquella época). Lo mismo cabe para “los medios K” que definieron también ningunear a Binner y hasta compararlo con Antonio De la Rua, la poco seria tapa de Página 12 (pensar que alguna vez hicieron periodismo en serio) de hoy es un claro ejemplo de lo dicho.

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Pero lo que lo terminó de empujar definitivamente a volver a la arena santafesina fue la decisión de Carlos Alberto Reutemann (¡otra vez Reutemann!) de pegar el salto al PRO. Además Binner y los suyos vislumbran un panorama complicado en la elección provincial y por eso “tiraran toda la carne al asador”, desde la postulación de Antonio Bonfatti a diputado provincial a la casi segura candidatura de Binner a la senaduría nacional (¿se viene el duelo esperado de Binner – Reutemann?).

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Lo cierto es que el reloj biológico no hace distinción y la oportunidad del santafesino de llegar a la presidencia definitivamente se evapora, ahora será el tiempo de apoyo de algún otro dirigente del partido (¿Bonfatti?) que intente en próximas elecciones lograr la utopía.  En tanto para el Socialismo el desafío será volver a tener un verdadero discurso (que además se demuestre en la gobernación de Santa Fe) basado en las referencias sociales, cargado de contenido y no solo en los ideales de honestidad, republicanismo e institucionalidad. Es que pesar de lo necesario que son esos lineamientos en un democracia delegativa como la Argentina, el electorado espera algo más.

 

 

 

 

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