Con motivo del Día Internacional de las Mujeres y las Jóvenes en la Ciencia, la Fundación L’Oréal y la Unesco dieron a conocer el ranking del 21º Premio Internacional Por las Mujeres en la Ciencia, que rinde homenaje a destacadas científicas de todo el mundo. Estas mujeres excepcionales son reconocidas por la excelencia de su investigación en los campos de ciencias de materiales, matemáticas e informáticas.
Cada una de las cinco científicas destacadas por el premio, recibirá 100 mil euros y sus logros se celebrarán junto con los de 15 jóvenes científicas prometedoras de todo el mundo en la ceremonia de entrega de premios que se desarrollará el próximo 14 de marzo en la sede de Unesco, en París.
Entre estas últimas se encuentra la investigadora venadense María Alejandra Molina, quien fue incluida en este selecto grupo entre las casi 280 ganadoras de becas nacionales y regionales que la Fundación L’Oréal apoya cada año.
Molina, que reside y desempeña su trabajo en Río Cuarto, fue reconocida a finales de 2017 por su investigación sobre “Desarrollo de nanogeles multifuncionales para terapia combinada con acción bactericida y fototérmica” en el marco de la 11ª edición del Premio Nacional L’Oréal-Unesco, obteniendo una beca para el desarrollo de una nueva investigación dentro del espacio para jóvenes científicas hasta 34 años.
En esta nueva instancia de alcance global, entre las 15 jóvenes científicas elegidas, solo hay dos de América Latina: la venadense Molina y la mexicana Ana Varela. El resto son de Europa, América del Norte, Asia, Africa y países árabes.
“Siempre que me presento a alguna instancia, tengo esperanza de que salga, de lo contrario no lo haría. Sabía que competía contra todo el mundo y que iba a ser más difícil ganarlo en relación a cuando competí acá en Argentina. Por eso fue una alegría enorme haberlo obtenido”, le contó Molina a Venado24.
Además consideró que “las posibilidades que me otorga este premio son inmensas a esta altura de mi carrera, porque me abre muchas puertas en relación a los subsidios a los que puedo acceder, más competitivos. Y además me empiezan a invitar a más reuniones científicas y congresos como conferencista”.
Madre e investigadora
La principal ocupación en estos días de María es la de madre de dos niñas, incluida una flamante beba de dos meses que le insume los mayores esfuerzos. Pero además es investigadora adjunta del Conicet, desempeñándose en el Departamento de Química de la Universidad Nacional de Río Cuarto.
“Las posibilidades que me otorga este premio son inmensas a esta altura de mi carrera, porque me abre muchas puertas en relación a los subsidios a los que puedo acceder, más competitivos”.
Nacida en Venado Tuerto, donde realizó su formación hasta el secundario, se trasladó a la ciudad cordobesa a estudiar la Licenciatura en Química y posteriormente realizó el doctorado en Ciencias Químicas. Al finalizar se fue a Alemania a especializarse y trabajar, siempre interesada en la investigación más que en la demanda de la industria, permaneciendo durante cinco años. Mientras residía en Europa, María Molina fue noticia por haber sido seleccionada para participar de un encuentro junto a ganadores de premios Nobel. Luego decidió volver al país junto a su esposo (también investigador), incentivados por los programas de estímulo que implementaba el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
“Es importante remarcar la importancia de la universidad pública, porque vengo de una familia muy numerosa donde estudiar hubiese sido imposible si no fuese con esta herramienta. Además es necesario valorar la calidad de la educación, que permitió que yo haga mi carrera y el doctorado en la Universidad de Río Cuarto y gracias a eso estoy donde estoy y pude acceder a esta distinción”, resaltó.
Valioso estímulo
El trabajo por el cual está siendo distinguida tiene que ver con el tratamiento de bacterias que se hacen resistentes a los antibióticos a través de una novedosa herramienta de desarrollo de nanogeles.
A veces, el éxito de un trabajo de esta magnitud depende de la posibilidad de acceder a recursos como los que genera este premio: “La investigación en Argentina tiene un salario que nos paga Conicet, pero necesitamos conseguir subsidios para bancarnos la investigación, de lo contrario no podemos comprar reactivos ni equipamiento de laboratorio para poder investigar. Por eso es tan necesario presentar proyectos y este premio resulta tan valioso”.
María Molina ya viene trabajando desde hace un par de años en esta línea de investigación, contando en la actualidad con su propio equipo de trabajo: “Ya soy independiente, entonces necesito conseguir mi propia fuente de financiamiento”, aclara.
El premio otorgado por L’Oreal y Unesco incluye el viaje a Paris, la estadía y un curso de perfeccionamiento para potenciar la carrera que dura ocho días, más otro curso sobre propiedad intelectual de patentes y 15 mil euros para seguir trabajando en la investigación.
Acá, por elección
La venadense explicó que si bien el premio se recibe en Paris, eso no implica que tenga que ir a trabajar al exterior. En realidad, quedarse en Argentina a esta altura es una elección que toma con su esposo: “La posibilidad de ir a otro país siempre existe, más en nuestro caso que ya vivimos afuera y seguimos teniendo contactos. En este momento, y por muy duro que esté todo acá, seguimos apostando a quedarnos, pero en mi caso sigo trabajando en colaboración con el que fuera mi jefe en Alemania, que ahora se mudó a San Sebastián, España. Las dificultades que tenemos hoy en nuestro país hacen necesario contar con colaboraciones en el exterior para seguir avanzando”, remarcó.
“La posibilidad de ir a otro país siempre existe, más en nuestro caso que ya vivimos afuera y seguimos teniendo contactos. En este momento, y por muy duro que esté todo acá, seguimos apostando a quedarnos”.
Mujeres en la ciencia
En el ámbito de la investigación científica, el techo de cristal sigue siendo una realidad: solo el 29 por ciento de los investigadores son mujeres, el 11 por ciento de los roles académicos superiores son ocupados por mujeres y solo el 3 por ciento de los Premios Nobel de ciencia se han otorgado a mujeres.
Desde 1998, la Fundación L’Oréal en asociación con la Unesco ha trabajado para mejorar la representación de las mujeres en las carreras científicas, manteniendo una firme convicción de que el mundo necesita ciencia, y la ciencia necesita a las mujeres.
“Las mujeres seguimos estando relegadas en un montón de ámbitos y es muy difícil congeniar la vida personal y familiar junto con una carrera profesional, y en particular en la carrera científica cuyos horarios son complicados y las exigencias muy importantes”.
En sus primeros 21 años, el programa Por Mujeres en la Ciencia apoyó y elevó el perfil de 107 galardonadas y más de 3.000 jóvenes científicas talentosas, tanto candidatas al doctorado como al post-doctorado, otorgando becas de investigación asignadas anualmente en 117 países.
Por eso, para María Molina este incentivo tiene mayor valor: “Me pone especialmente contenta que sea un premio relacionado al género, porque es muy importante la promoción de las mujeres en la carrera científica. En la actualidad seguimos estando relegadas en un montón de ámbitos y es muy difícil congeniar la vida personal y familiar junto con una carrera profesional, y en particular en la carrera científica cuyos horarios son complicados y las exigencias muy importantes, porque hay que viajar bastante. Por eso lograr estas distinciones realza el papel de la mujer”, concluyó.
Además de María, entre las cinco mujeres que recibieron el premio principal (una por cada continente) se encuentra la rosarina Karen Hallberg, quien se desempeña en el Instituto Balseiro y será reconocida gracias a su labor en el desarrollo de enfoques informáticos de vanguardia que permiten a los científicos comprender la física de la materia cuántica.