El intendente de Rufino, Natalio Lattanzi, expuso su preocupación por la situación de la laguna La Picasa, aseguró que hoy la ciudad está con dificultades por el nivel del agua y que los pronósticos no son alentadores. Cuestionó las decisiones que se tomaron en los últimos tiempos en relación a la cuenca y denunció que “hay funcionarios que digitan desde un escritorio en Buenos Aires mientras acá tenemos el agua al cuello y generamos un empobrecimiento estructural que después nadie repone”.
En diálogo con VerTV, el mandatario rufinense reconoció que “estamos preocupados, nunca nos pasó de tener que bombear permanentemente con las compuertas cerradas, porque se habla de una interposición judicial, de la laguna y la ruta, pero no se dice que en veinte años no pudimos llegar a la cota 98,5 que prevé el proyecto integral”.
También aseguró que la provincia de Buenos Aires “se cansó de esperar que le mandemos el agua, la estación de bombeo de la Alternativa Norte está paralizada desde 2006. Funcionó muy escasamente, tanto es así que en diez años bombeó un mes un metro y medio cúbico, según un informe de la Nación”.
Así, fiel a su estilo Lattanzi agregó: “Tenemos que dejar de hacer sarasa los representantes institucionales y las partes involucradas para sacarle el retén que le pusieron a Rufino en 2017, y ocuparnos de sacar el agua de La Picasa. Técnicos de Nación aseguraban que a partir de 2006 La Picasa iba a bajar cinco metros, ahí estaba a 103,10, y hoy vuelve a estar a 103 metros”.
Para el dirigente de Juntos por el Cambio es fundamental “ver qué hicimos mal en Santa Fe, porque en 2017 nos colocaron un retén y trasladaron La Picasa al distrito de Rufino, por eso hoy tenemos problemas como también los tiene Aarón Castellanos”.
Otro dato que aportó el intendente es que “en veinte años estuvimos doce con la ruta 7 cortada, ese dato habla por si solo de que alguien está haciendo las cosas mal, que el sistema tiene fallas estructurales”.
Así, solicitó “que nos saquen el agua de Rufino, porque está brotando en la superficie, los pozos ciegos se desmoronan o se llenan cada tres días. Cuando se corta la ruta y se inundan los campos hay menos producción y menos trabajo. Entonces pregunto hasta cuándo vamos a seguir aguantando la mecha en el interior a funcionarios y dirigentes políticos que no sufren estas situaciones en el territorio, pero digitan desde un escritorio desde Buenos Aires, mientras tenemos el agua al cuello y generamos un empobrecimiento estructural que después nadie repone”.