Los países productores de granos, con Argentina y Brasil a la cabeza, resistieron la propuesta de los países consumidores para regular el mercado mundial de granos durante la reunión de ministros de Agricultura del Grupo de los 20 (G-20) que finalizó ayer en París. El encuentro fue convocado para discutir cómo frenar la inflación global de alimentos. Al término de la cumbre, se acordó un documento en el cual se propone seguir un plan de acción para atacar la "volatilidad de los precios" de las materias primas.
En el marco del debate sobre la regulación de los precios de los commodities agrícolas, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez "profundizó" la postura de Argentina, que sostiene que "la causa del hambre en el mundo no es la volatilidad de precios, sino la pobreza y injusta distribución de la riqueza".
En la discusión global sobre el precio de los alimentos, el gobierno argentino invierte el argumento que sostiene su política interna y reproduce el programa que las entidades ruralistas nucleadas en la mesa de enlace proponían durante la confrontación de las retenciones móviles: no regular el mercado sino estimular el aumento de la oferta.
Esta postura se contrapone con la de Francia, que propuso mecanismos para poner techo a los precios. Gran Bretaña, en tanto, impulsó incorporar en el documento final que las restricciones a las exportaciones de cereales son la causa de la volatilidad de los precios de los commodities, algo que finalmente no sucedió.
En el documento final de la cumbre, se delineó un plan de acción para luchar contra la volatilidad de los precios agrícolas. Esta postura de regular los mercados financieros agrícolas es impulsada por Francia. En cambio, el gobierno argentino rechaza un control de precios. En esta materia, el documento expresa "la necesidad de poner en marcha en los mercados de materias primas agrícolas reglas de funcionamiento nuevas" para luchar contra "los abusos del mercado y las manipulaciones crecientes".