Apenas terminada la infartante final entre Argentina y Francia, que finalizó con el tercer título mundial de nuestra Selección, miles de personas se volcaron a la plaza San Martín de Venado Tuerto para celebrar el logro y desatar su alegría.
Autos, motos, bicicletas, pibes, pibas, familias y todas las variantes que puedan imaginarse se volcaron masivamente a la calle con los colores celeste y blanco para festejar. Con bombos, con las caras pintadas, con banderas y con camisetas de la selección se volcaron al tradicional punto de encuentro de la ciudad, la esquina de Belgrano y 25 de Mayo, que se vio desbordada como pocas veces.
Desde el frente del Colegio Santa Rosa, pasando por el Automóvil Club Argentino que dispuso un operativo de seguridad propio para ordenar el ingreso de sus clientes, siguiendo por la Iglesia Catedral y el corazón de la plaza, todo se vio desbordado de gente que buscaba su mejor lugar para sumarse a la celebración. Ya sea arriba de los semáforos, en las rejas de la iglesia, en el reloj de la esquina o en los carteles de publicidad, cualquier lugar parecía apropiado para destacarse por encima de la mayoría.
Bajo un estricto operativo de seguridad con alrededor de cien personas dispuestas para prevenir incidentes, entre fuerzas de seguridad y empleados municipales, más algunas ambulancias dispuestas que tuvieron trabajo, sumado a la restricción para la venta de alcohol entre las 12 y las 20 que al menos se respetó a rajatabla en el centro de la ciudad, cada uno vivió la fiesta a su manera.
Con el paso de las horas la gente fue circulando pero el festejo se extendió dándole color y brillo a una jornada que ya quedó en la historia del fútbol argentino, la de las gambetas de Ángel Di María, los goles de Messi, las atajadas de Dibi Martínez y un país que por unos días se olvidará de sus penurias económicas para sumergirse en un festejo que además se va a juntar con las celebraciones de fin de año.
