Arte y espectáculosCiudadSocialesTuqui: humor corrosivo, mucha bohemia y huellas venadenses

Juan Miserere27/05/2019
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Gabriel Gustavo Pinto, popularmente conocido como Tuqui, falleció anoche a los 64 años en la ciudad bonaerense de Mercedes, donde había elegido pasar sus últimos meses. Humorista referente de la época dorada de la Rock & Pop, era también músico, conductor, dibujante y un sabio de muchas cosas. Pero era, por sobre todas las cosas, un bohemio. Eso demostró con la impronta que dejó en su paso por Venado Tuerto, donde vivió durante más de un año, en una de sus tantas etapas sin trabajo fijo e ir tirando día a día desde lo económico.

Quienes lo conocieron, afirman que Tuqui era uno de esos tipos que daban ganas de escucharlo cuando compartía vivencias y conocimiento, aunque seguirle el ritmo no era fácil. Es que le gustaba vivir jugado, con la salud, con el alcohol, con las drogas, con la guita… pero siempre haciendo la suya.

Su currículum incluye duplas radiales con Juan Di Natale y Bobby Flores, y hasta un año entero en Telefé en horario central, en un ciclo conducido por Julián Weich, oportunidad que le surgió pocos meses después de su estadía venadense. Ultimamente trabajaba para Border Periodismo, portal dirigido por María Julia Olivan, quien en las últimas horas contó que Tuqui había sufrido un ACV hace un tiempo y que su estado general de salud estaba muy deteriorado.

Por Venado

Transitó con mucha asiduidad las calles venadenses entre 2009 y 2010, cuando eligió esta ciudad como residencia formal. Arribó por primera vez para presentarse en el mítico bar La Corte de Chacabuco y San Martín, rápidamente pegó onda con su propietario, Gonzalo García, y terminó quedándose a vivir en una pieza que había en el fondo. Ahí estuvo unos seis meses, y después habitó una pensión de calle Brown.

Cultivó varias amistades en Venado, trabajó de columnista en el periódico La Guía y se las rebuscaba con números de humor en fiestas privadas y peñas, todo matizado con largas noches de whisky y charlas.

Yo me quedaba hasta las 4 en el bar charlando con Tuqui, me iba a dormir y lo dejaba a él adentro, casi que hacía de sereno porque yo no ponía la alarma para que pueda ir al baño”, cuenta hoy el Gallego García, quien agradece haber conocido a semejante personaje, que hasta compartió mesas navideñas y de Año Nuevo con su familia.

Todos los que lo conocieron coinciden en que era un tipo muy instruido, sabía de todos los temas y en sus momentos de lucidez era brillante, aunque cuando estaba un poco ‘pasado’ se tornaba difícil tratarlo… por eso en las últimas décadas también le costaba sostener proyectos laborales.

Tuqui no sólo tenía un humor ácido y provocador que volcaba en el viejo formato de chistes, sino que era un erudito en historia, cine, “un bocho en matemáticas” y músico intuitivo, que le sacaba sonidos a todos los instrumentos.

Incluso todos los reconocen como un tipo muy solidario. “Un día lo fui a buscar a la terminal acá en Venado, llovía mucho y hacía frío. Había un muchacho durmiendo ahí que estaba en remera, entonces Tuqui se sacó su campera y se la dio. A él no le sobraba nada, no tenía otra, pero me dijo ‘yo después me las arregló para conseguir, pero este muchacho no va a poder’”, cuenta Gonzalo García.

El final

Cuando se fue de Venado Tuerto, fue para trabajar en un hotel internacional en Mendoza, donde hacía humor en inglés y tocaba el piano, porque se jactaba de hablar cinco idiomas. Y al toque le salió la oportunidad en la televisión junto a Julián Weich, donde se lucía con su particular sentido del humor.

Luego de eso, tuvo un accidente de tránsito andando en moto, sufrió algunas fracturas y tras una cirugía que no salió bien quedó con la necesidad de usar muletas para desplazarse. “Me dieron un carnet de tullido para viajar gratis en colectivos a los que no me puedo subir”, ironizaba en una entrevista televisiva.

Inclusive, tras conocerse su muerte, María Julia Olivan contó que quería utilizar su columna para hablar sobre la experiencia del ACV, por supuesto que en forma irónica, cagándose de risa de la desgracia que le tocaba afrontar a ese cuerpo un tanto maltratado.

Antes de todo eso, el Gallego García deja otra gran anécdota: “Después de que ya estaba en Mendoza, cayó un día al bar y me sacó cuatro fajos de 10 mil pesos, que en esa época era un platal, y me dijo que era por los whiskies que tomó, los tostados que comió, la plata para los cigarros que le presté… yo le dije que estaba loco y me dijo que lo agarre o se lo daba al primero que pase por la calle. Y me dejó la plata, me pidió dormir esa noche en el bar y a la mañana siguiente se fue y no lo vi más. Fue en 2011 y nos seguimos comunicando bastante por teléfono”.

Su muerte generó algunos debates en el ambiente artístico y periodístico entre quienes supieron estar a su lado, con algunos reproches hacia aquellos que le dieron la espalda en los momentos complicados. Lo cierto es que, seguro, Tuqui le contó el último chiste a la muerte y se fue a buscar otras aventuras.

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