CiudadSocialesSolidaridad en tiempos de cuarentena: todas las noches cocinan para vecinos de Villa Moisés

Juan Miserere07/04/2020
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Una larga fila de personas espera organizada en una de las entradas al barrio. Predominan mujeres y niños, y en total son alrededor de 50 que muñidos de ollas y tuppers improvisados están ahí en busca de la ración. Saben que después de las 9, como cada noche en los últimos quince días, dos o tres personas estarán llegando en un auto rojo y repartirán comida. Es el Villa Moisés, el sector más postergado de la ciudad, que se cae del mapa de Venado Tuerto y presenta carencias de toda índole. Ahí abundan la desocupación y el trabajo informal, que se ve seriamente afectado en tiempos de cuarentena y restricciones para circular. Mala época para hacer changas.

Por eso la comida escasea en casi todas las casas y el hambre aprieta mucho más en las primeras noches frías que ya llegaron. Así quedó en evidencia el lunes, donde la fila se había hecho más larga de lo habitual a la espera de ese plato de guiso que caliente al cuerpo.

Diego Tassello es un vecino como cualquier otro. Hace dos semanas, un miércoles que había llovido, pensó que más de una familia estaría con dificultades para comer. Entonces consiguió una olla un poco más grande que la de su casa y se puso a cocinar.

Esa noche llegó al Villa Moisés y llenó el plato vacío de varias personas. Las expresiones de gratitud y el saber que de no haber sido por su iniciativa en más de una casa no se iba a cenar, lo hizo volver al día siguiente.

Pero entonces se necesitaba aumentar el número de porciones. Sumó a su hermano Marcos y más personas del entorno familiar, consiguió una olla bien grande y salió a comprar los productos para cocinar. “En esta olla entran unas 130 porciones de comida, y llenarla cuesta unos 3 mil pesos en promedio”, describe Tassello, más conocido como Pepe.

Los primeros días repartíamos en una esquina y después avanzábamos hasta otro punto del barrio para terminar de entregar la comida, pero desde hace un par de días ya nos esperan en la entrada del barrio y lamentablemente nos quedamos cortos, no nos está alcanzando para todos”, cuenta.

Claro que esa situación no los deja tranquilos, por eso el domingo fueron a buscar unas pizzas para darles a las familias que se habían quedado sin recibir su porción y el lunes les entregaron unos fideos para que al menos puedan cocinarse. “No te vas tranquilo si ves que alguien se quedó sin comer”, reconoce Pepe.

Fuerte compromiso

El siguiente paso fue empezar a conseguir donaciones. Aparecieron algunos particulares con dinero o alimentos, panaderías que les dan el pan, comercios que hacen descuentos, todo necesario para poder sostener a diario la provisión de la materia prima. Pero a eso hay que sumarle el tiempo que implica cocinar, organizados un día en cada una de las casas de los tres o cuatro que hoy sostienen esta iniciativa.

Otro dato: Diego Tassello se pone al frente de la tarea de alimentar a varias familias mientras sigue trabajando, porque su actividad está vinculada al campo, que es uno de los rubros exceptuados en la cuarentena.

En principio, el compromiso es seguir hasta el domingo, día en que finaliza la cuarentena dispuesta por el gobierno, pero el involucramiento termina siendo muy grande: “El problema es que esto demanda mucho tiempo para cocinar, pero está claro que las familias de este barrio necesitan que se mantenga la ayuda. De alguna manera seguramente seguiremos colaborando”, completó.

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