Unos gallos enfrentados, rojos y verdes, ganan presencia sobre el mural de fondo blanco, con algunas manchas de humedad, pero bien conservado. Es un original del gran Carlos Páez Vilaró, el creador de Casapueblo, pintor, ceramista, escultor, muralista, director, escritor, compositor y constructor, entre muchos etcéteras más.
La pintura es singular porque en la obra del montevideano predominaron siempre el sol, los peces y algunos componentes del campo popular, pero no hay muchos gallos. Aparentemente, fue un pedido especial del destinatario de la obra, nada menos que Horacio Guarany. A él está dedicado el cuadro, como consta junto a la firma en el extremo inferior derecho, “con cariño y admiración”, junto a la fecha del 2 de junio de 1996.
La particularidad es que ese mural hoy está en Venado Tuerto, en posesión de Sergio Straffela, fundador del grupo empresario que lleva su nombre y director del canal VerTV. Justamente, el cuadro puede verse en la recepción de los estudios y las oficinas de la empresa, sobre calle Rivadavia, a la espera de los ojos curiosos que quieran perderse en esta historia.
Cuidando el legado
Straffela da crédito de la amistad que tenían el músico y Páez Vilaró, ese trotamundos que tempranamente se instaló en Buenos Aires y siempre encontró inspiración en el riachuelo, los bares y la bohemia porteña, más allá de su regreso a Uruguay para crear su obra cumbre: Casapueblo, su hogar y taller con diseño imposible.
La dedicatoria del pintor uruguayo para el músico santafesino.
Guarany solía viajar a Uruguay y Páez Vilaró era uno de sus aliados habituales en jornadas de bohemia y discusión política, donde también solía estar Pepe Mujica.
El venadense acompañó al gran cantor popular a partir de 2003, y durante algunos años fue su mano derecha “en tareas gerenciales y acompañándolo en giras”, además de producir su última película El grito en la sangre. Pero el vínculo no se limitó a lo profesional, sino que se generó una amistad con Guarany y su familia, en particular con su viuda Griselda, con la que sigue en contacto.
“Ese cuadro me lo entregaron por agradecimiento, por lo que he significado en la vida de Horacio y su familia, por afecto y por cariño”, señala Straffela, quien tiene un verdadero museo con elementos que pertenecieron a Guarany y la familia le cedió, sabiendo que estarían muy bien cuidados y preservados.
“Tengo el primer disco de oro que ganó a la vuelta del exilio, los trajes de gaucho, la tinaja que se salvó cuando le pusieron una bomba en su casa, el original de la carta de la Triple A cuando lo amenazaron”, enumera Straffela.
Intercambio de arte
Pero el cuadro tiene como trasfondo el vínculo que el Potro tenía con el pueblo uruguayo, que quedó particularmente plasmado en un disco llamado “Entre gallos y medianoche”, donde el cantor relata: “En ocasión de mis tantas visitas al Uruguay, me enteré del crimen de haber destruido el viejo conventillo Mediomundo, que era un poco el corazón de todos. Por ese motivo, y como una pretensión de reivindicación, reuní en el viejo Mercado del Puerto a mis hermanos Juan Ángel Silva, Rosa Luna, Carlos Páez Vilaró, Aramis Arellano, Dante Cosito y Gustavito Núñez, con quienes levantamos hondas copas con la promesa de unirnos para que no quede en el olvido el viejo Mediomundo. Escribí entonces estos candombes, género que nunca había cultivado pero que me llevaba el amor por mis hermanos morenos”.
Sergio Straffela, orgulloso con la obra que luce en su empresa.
Quizás, el nombre de ese disco haya inspirado el pedido de Guarany para que Páez Vilaró le pinte unos gallos, aunque Straffela asegura que fue por la canción “Dos valientes”, que tiene letra de Silvio Soldán (¡sí, Silvio Soldán!) y música del Potro, donde se narra una riña de gallos. Esa canción (que tuvo éxito en México donde las riñas son populares y donde Guarany estuvo exiliado) se editó a finales de los ’60 en el disco “El gaucho”, que incluía el clásico “Volver al vino”.
Pero en aquella grabación uruguaya de los ’80 el vínculo con Páez Vilaró queda sellado para siempre con el candombe “Romance de Casapueblo”, donde reza “Casapueblo tengo sed, déjame tomar tu vino, que no muera mi cantar ni el canto del peregrino. Cuando en la noche encendida, lo veas al mar llorando, dile a Carlos que le cante y el mar seguirá cantando”.
“Esa canción se la escribió a Carlos en su casa de Tigre”, asegura Straffela. En el intercambio de obras, Páez Vilaró le regaló este mural que ahora luce en Venado Tuerto.
¿Un último encuentro?
Justamente fue Tigre, quizás, el escenario del último encuentro entre los dos artistas, cuando en mayo de 2013 Horacio Guarany fue reconocido como Personalidad Destacada de la Cultura por el municipio. Y el pintor uruguayo, que tenía allí su casa llamada “Bengala”, se quiso sumar al acto para saludarlo. “Estoy abrazando al marcapasos que mantiene vivo el espíritu del folklore argentino”, dijo Páez Vilaró en el encuentro. Poco después, en febrero de 2014, el artista uruguayo falleció en su Casapueblo a los 90 años; mientras que tres años más tarde, en enero de 2017, Eraclio Catalín Rodríguez Cereijo se silenció a los 91 años, aunque el canto de Horacio Guarany nunca callará.