En una entrevista exclusiva realizada por los periodistas Virginia Messi y Federico Briem Stamm en la cárcel de Ezeiza y difundida hoy por el diario Clarín, el reconocido narco rosarino, Esteban Alvarado, confesó detalles de su frustrada fuga. De este modo, aceptó que intentó escaparse de la unidad penitenciaria en un helicóptero que piloteó un venadense, con quien se contactó por intermedio de un abogado también oriundo de nuestra localidad. Mientras, a este último se lo presentó “un chico de Venado Tuerto”, detenido en ese momento en Piñero.
Dicha historia, la contaron previamente, los periodistas rosarinos Hernán Lascano y Germán de los Santos en su reciente y exitoso libro: “Rosario, la historia detrás de la mafia narco que se adueñó de la ciudad”, ahora la confirma el propio Alvarado. Así, en el primer capítulo titulado “La fuga del Siglo”, Lascano y de los Santos cuentan como Alvarado, por intermedio del abogado venadense, Antonio Di Benedetto, (recientemente detenido por la denominada megaestafa inmobiliaria) se contacta con un empresario y piloto de aviones, también oriundo de Venado Tuerto, Diego Silva (el nombre de pila en realidad sería Gastón). En la entrevista con Clarín, Alvarado agrega otro dato: con Di Benedetto lo contactó otro venadense, “Un chico detenido en Piñero”. A pesar, que no da el nombre, este sería Matías Álvarez (esta información ya lo había advertido el intendente, Leonel Chiarella), actualmente detenido en la Unidad Penitenciaria de Marcos Paz.
Lo cierto es que, en la mencionada entrevista, ante la pregunta sobre su intento de escape en un helicóptero, Alvarado respondió: “Sí, es verdad. Pero eso estuvo todo el armado. Cuando estaba preso en Piñero (Rosario), un chico de Venado Tuerto del que me hice amigo me presentó a un abogado y cuando me trasladaron a Ezeiza ese abogado me vino a ver. Dos veces me vino a ver. Me dijo que conocía a alguien que me podía ayudar…”.

– ¿A escapar? (consultan, los periodistas)
–Exacto. Lo que yo compré fue un plan de extracción, que se iba a hacer sin tirar ni un tiro. Hablé con este contacto. Le dije que lo veía difícil. En un traslado en ambulancia a un hospital seguro iba a haber bajas y no quería eso. Él me dijo que había pensado en otra cosa. Y me propone lo del helicóptero. El plan costaba 150 mil dólares y al final arreglamos 100 mil, de los cuales pagué 54 mil.
–Pero fracasó (insisten, Virginia Messi y Federico Briem Stamm)
–Al final yo sabía que algo raro pasaba, por eso le dije que no despegara. Pero lo hizo igual. Ahora: secuestraron el helicóptero, la fuga no se hizo, pero ¿dónde está el piloto? La Policía Federal aparece en un video diciendo que lo detuvieron, pero la verdad es que no está. ¿Saben qué? La Justicia era la que quería que despegara, dejaron seguir la película, corriendo un riesgo de que pasara una desgracia. Ahora, eso sí… si hubiera podido, me iba a la mierda… no lo duden.
–Admitís que tenías comunicación con el piloto. ¿Tan fácil es tener un celular en la cárcel?
–Ahora no, donde estoy no. Un celular sin la connivencia del Servicio Penitenciario es imposible. ¿Precio? Pueden costar 800, mil dólares. Pero aquí se hizo muy de máxima. Para mí es injusto, yo no tengo una sola causa abierta estando preso.
Lo que cuenta el libro
Por su parte, los periodistas rosarinos, cuentan que Silva, al encontrarse con una complicada situación financiera aceptó la osada propuesta que le hizo Alvarado. El plan era conseguir un helicóptero que debería pilotear para sacarlo de la cárcel.
Luego, Alvarado, quien se describía como “un banco”, le prestó a Silva 20 mil dólares, y a partir de ahí se afianzó una relación entre ellos. Posteriormente, cuentan Lascano y De los Santos, el narco detenido le propuso al venadense comprar un helicóptero en España.
Silva lo hizo, realizando una triangulación en Paraguay. A partir de allí comenzó el osado y descabellado plan, que consistía en bajar con el helicóptero sobre el patio del penal y utilizando una red se colgaría de la nave para huir. Todo estaba organizado, la fuga iba a quedar en la historia, siguen describiendo los autores del libro.
Pero, con el correr de los días y por distintas circunstancias, Silva culminó arrepintiéndose y confesó el plan que se iba a concretar el 10 de marzo último, a gente de la Policía Federal. La crónica periodística agrega que el venadense quedó como testigo protegido y Alvarado mascullando bronca por la frustración de un plan que parecía perfecto.
Foto de portada: Esteban Lindor Alvarado, preso en Ezeiza (Emanuel Flax para Clarín)