SocialesEl Instituto Belgraniano de Venado recuerda el aniversario la batalla de Salta: “La batalla de Manuel Belgrano, nuestra batalla”

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El 20 de febrero de 1813. Manuel Belgrano como jefe del Ejército del Norte, recupera el alto Perú, derrotando a las tropas realistas en la batalla de Salta, deteniendo de esta manera su avance hacia Buenos Aires. En la siguiente nota el  Instituto Belgraniano de Venado Tuerto recuerda dicho acontecimiento que consolidó al gobierno patriota y permitió avanzar hacia la independencia definitiva de España.


No fue una batalla más, fue la última gran batalla terrestre contra los españoles, en territorio de lo que hoy es la República Argentina. Hacía poco menos de 5 meses que con grandes desventajas militares, y ayuda difusa por parte de quienes estaban a cargo del gobierno provisional, se había triunfado sobre el mismo enemigo. Las tropas de ese enemigo no estaban formadas sólo por españoles, el general a cargo del bando realista Pio Tristán, había nacido en Arequipa, hoy Perú, y en sus principios había luchado por la revolución americana. En todo caso, algo similar sucedía en el bando patriota, Juan de Arenales era español, nacido en Castilla, luchaba junto a Manuel. La misma población estaba dividida, ambos bandos tenían la misma sangre, pero distintas razones.

Siete días antes de la batalla, se juraba fidelidad a la Asamblea en el antiguo río Pasaje, las tropas estaban alumbradas por una bandera que daba un símbolo a las ideas y luchas nacientes del momento, “este será el color de la nueva divisa con que marcharán al combate los defensores de la patria”, nos dejaba escrito Joaquín del Corazón de Jesús. Ella no había estado en Tucumán, pero si brillaría por primera vez junto a las armas de nuestro ejército en la épica de Salta.

Dentro de todo lo interesante que supone rememorar estas épocas, es importante mencionar que mujeres como Juana Moro se encargaban de crear redes de espionaje para mantener a los patriotas informados respecto de las actividades realistas, si bien murió casi centenaria, fue emparedada por los realistas por no delatar a sus compatriotas.

Las ventajas militares, en Salta, nuevamente las tenían los realistas, ubicados entre dos cerros en el Portezuelo, esperando en la entrada a la ciudad a ese ejército patriota que, en muy poco tiempo, había logrado reorganizarse. Entre las filas patriotas había hombres de talla, como es el caso de Apolinario Saravia, un salteño a quienes llamaban “Chocolate Saravia”, que, conociendo una picada en la Quebrada de Chachapoyas, permitió rodear a las tropas realistas, situarse en sus espaldas y en el campo de Castañares darles batalla y vencerlos.

A las armas montaron sus caballadas mujeres como Martina Silva de Gurruchaga, quien permitió junto a los suyos, forzar la retirada del Marqués de Yavi (coronel Juan José Fernandez Campero) que había rechazado la primera envestida de la columna perteneciente a Dorrego. Este Marqués pasaría luego al bando patriota y moriría prisionero de los españoles en Jamaica, tras los durísimos tratos recibidos como prisionero.

Cuando Tristán hace llegar su capitulación, Manuel le escribe: “Dígale usted a su general que se despedaza mi corazón al ver derramada tanta sangre americana: Que estoy pronto a otorgar una honrosa capitulación, que haga cesar inmediatamente el fuego en todos los puntos que ocupan sus tropas, como yo voy a mandar que se haga en todos los que ocupan las mías”. Y que difícil es no recordar el perdón del general Belgrano a los hombres contra los que se enfrentaba, haciéndolos prisioneros y evitando el fusilamiento directo, pues se trataba de una gran cantidad de americanos.

Meses después, probablemente entre junio y agosto, Belgrano se reunió en Potosí con Cumbay, cacique ava guaraní, quien le ofreció 2000 kereimbas (guerreros) para luchar contra los realistas.

La patria la defendieron todos, todos aquellos que sentían en su corazón la esperanza de un suelo libre, libre de ataduras, de ideas impuestas y de exigencias extranjeras. Mujeres, negros, foráneos, indios, todos fueron parte de la lucha bajo una misma bandera, que ese día azul y blanca se vio hondear en tierras salteñas.

Ilustración: Batalla de Salta de Aristene Papi 

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