ProvinciaRosario violenta: abril sumó 35 crímenes abril y se convirtió en el mes récord de la última década

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Abril de 2022 terminó como el mes con más homicidios en los últimos diez años en el departamento Rosario. Según los registros de La Capital de los 94 asesinatos registrados en los primeros cuatro meses del corriente año, 35 se cometieron en el transcurso de este mes. La mayoría de estos crímenes ellas se inscriben en disputas entre grupos que detonan en las calles, sobre todo en los barrios periféricos, y tienen su trasfondo en el complejo entramado de la venta de drogas. Hasta el momento la cifra más alta era 32, correspondiente tanto a enero de 2014 como a octubre de 2013.

Pero si bien se consideran irrefutables, los números no son la única manera de aproximarse a este fenómeno cuya creciente violencia parece inversamente proporcional a las soluciones que sugiere en tal sentido una clase política más enfocada en la supervivencia electoral, como si ésta estuviera escindida de los problemas de seguridad. En este sentido, suenan preocupantes los condimentos que se agregan a los conteos, con víctimas y victimarios cada vez más jóvenes, por citar un detalle escalofriante en una ciudad que pronto olvida que hace menos de dos años aparecieron en un contenedor de basura las cabezas de dos personas asesinadas.

El año ya había comenzado con una seguidilla de homicidios en la primera semana de enero, en la que se registraron cinco crímenes, y que concluyó con un total de 26 para fin de ese mes. La pequeña disminución en febrero, cuando hubo 20, y otra más acentuada en marzo, que terminó con 13, terminó sorprendiendo con una suba tal que se convirtió en el mes con más crímenes de la última década: fueron 35, más de uno diario en el promedio, y hubo solo 8 días en los que no se registraron homicidios.

Las características de los hechos se mantienen en los parámetros habituales de la violencia callejera: todas ocurrieron en zonas periféricas, 30 con armas de fuego, 25 tuvieron como víctimas a varones, siete fueron mujeres y otras dos personas no se sabe porque fueron halladas calcinadas en un auto. La mitad tenía menos de 35 años, siete tenían entre 15 y 19, y por segunda vez en el año vuelven a matar a un bebé de un año en una ejecución contra sus padres por motivos narco.

Cabe aclarar que en este conteo no ingresa el hecho de una mujer que apareció muerta en el jacuzzi de su habitación del Hotel Plaza Real ya que no se estableció hasta ahora que haya sido asesinada. No obstante, más allá de los exámenes forenses en marcha para determinar la causa del deceso, los investigadores siguen buscando a un hombre que se había alojado con ella y que se fugó del hotel antes del hallazgo.

Zonas de disputas

Si bien la variable del azar que decide por milímetros la diferencia entre la vida y la muerte sigue siendo la clave de todo conteo al respecto hay datos que permiten contextualizar al mes con más homicidios de la última década, tal vez la más violenta de la historia rosarina. Uno de ellos surge de la ubicación geográfica: trece de los 35 crímenes ocurrieron entre los barrios Empalme Graneros (seis), Ludueña (cinco) y Larrea (dos), conectados entre sí y escenarios de disputas callejeras. En un solo mes, abril de 2022, esos barrios fueron escenarios de la misma cantidad de crímenes que solían ocurrir en el término de un año.

Ese foco de violencia en el corazón de la zona noroeste parece extenderse hacia el sur, con seis homicidios en el área de 27 de Febrero al 7800, entre los barrios Santa Lucía y Godoy, y tres homicidios en Tablada, un sector donde volvió a brotar la violencia armada. También se registraron tres homicidios durante abril en Villa Gobernador Gálvez, que en lo que va del año cuenta seis crímenes en total.

Las versiones oficiales ubican estos hechos como consecuencia de enfrentamientos entre bandas de narcomenudeo. En muchos casos los vecinos de los barrios donde ocurrieron los crímenes _fuentes no oficiales pero sí muy válidas_ confirman con los relatos de su cotidianidad que se trata de disputas vinculadas a ese delito. Siempre aparece el búnker señalado o el conflicto puntual entre jóvenes. Pero también aparecen preguntas aún sin responder: por ejemplo, de dónde salen las armas de alto poder de fuego con las que se mata y cómo es que algunos crímenes ocurren a plena luz o con pocas horas de diferencia sin que la policía los pueda prevenir.

Además, el contexto narco puede explicar el origen de los disparos que siguen cobrando cada vez más víctimas ajenas a los conflicos por los que son asesinadas: por ejemplo David Paredes, de 40 años y asesinado el 21 de abril, sólo había ido a buscar a su hija a un cumpleaños a la misma cuadra de Felipe Moré al 600 bis donde un día antes habían matado a Joel Bulnette. También Brian Sperling, de 16 años, asesinado en Génova y Cabal cuando estaba en la casa de un presunto transero y fue a atender la puerta. Y Marianela Orellana, de 18, y asesinada en Cullen al 700 bis por balazos que eran contra otro chico que manejaba el auto el que iba.

Más allá de los números

Es precisamente el caso de Marianela uno de los que se pueden contar para reflejar en qué se está convirtiendo Rosario, más allá de los números. La tarde del 9 de abril la piba de 18 años se encontraba con un amigo en el parque Scalabrini Ortiz cuando tuvo ganas de ir al baño. El chico se ofreció a llevarla hasta la casa de ella en Empalme Graneros y metros antes de llegar fue acribillado a tiros. Los balazos entraron por el lado del conductor e hirieron a Fabricio V. Pero al menos uno alcanzó a la adolescente en la axila y le costó la vida.

Tan difícil de explicar como el crimen de Sandra Verónica López, una mujer de 45 años que el 14 de abril atendía su negocio de dietética y cotillón de barrio Godoy cuando ingresó una mujer que la apuñaló demencialmente para poder robarle una caja con mercadería de escaso valor. ¿Destino? ¿Locura? Preguntas que la violencia no se hace.

Podría llamarse maldad, sin adjetivos, la decisión que terminó con la vida de Magdalena Nélida Acosta el 23 de abril. Esa tarde, cerca de las 16, aparecieron dos motos con dos soldaditos cada una en Rafaela al 5200. La mujer de 74 años salió a gritarles que no dispararan porque la cuadra estaba repleta de chicos jugando. La respuesta de uno habría sido: “Dale, tirales a todos”. Acosta fue alcanzada por diez balazos que le costarían la vida al día siguiente y su nieta de 9 años resultó herida.

Más chicos

Y mientras la escalada de violencia parece seguir jugando a buscar límites que no encuentra por ningún lado, el promedio de edad de las víctimas sigue bajando hacia lo más inocente. En apenas cuatro meses dos bebés de un año fueron asesinados junto con sus padres en presuntos ajustes de cuenta vinculados con el narcotráfico. Uno de ellos fue este abril, el 23, cuando Ciro Caminos fue asesinado junto a su padre en Colombia al 1300 bis, adentro del auto donde estaba toda la familia, acribillado en cuestión de segundos con más de 30 proyectiles. En el ataque quedó muy grave la madre del bebé, pero resultó ileso su hermanito mayor de 6 años.

Víctimas que tienen la suerte de no morir, pero quién sabe sobre los alcances de las heridas que sufren al ver morir a los suyos delante de sus narices: la nieta de Magdalena, la hija de 4 años que Kevin Leguizamón volvía buscar al jardín, la hija que David Paredes que había ido a un buscar cumpleaños.

Nada menos que diez de las 35 personas asesinadas en abril de 2022 en el departamento Rosario tenían menos de 21 años. Entre ellos, un pibe de 18 años que fue asesinado el 13 de abril en un asalto a dos vehículos que llegaban a la ciudad por la autopista a Córdoba. Axel Eric Sebastián Giles está sindicado como uno de los asaltantes y por su muerte fue imputado en libertad una de las víctimas del atraco, de 70 años y domiciliado en Catamarca.

Destinos

Pero si la variable de análisis es la juventud no causa menos escozor saber sobre las edades de los victimarios. En este sentido, uno de los momentos de mayor conmoción del año también tuvo lugar en abril cuando un adolescente de 14 años fue acusado de haber matado de al menos cuatro balazos a Ayelén González en Uruguay al 4100. La muchacha de 25 años, tal como se encargó de difundir su familia horas después de haber sido asesinada, había increpado a un pibito que al parecer andaba a los tiros por el barrio.

Muchos vieron en un video de Facebook como la joven lo retaba por estar disparando en una zona donde suele haber chicos jugando en la calle. Concretamente, Ayelén le decía al tiratiros que más vale que no le pasara nada a su hijito de 8 años. Si bien no está claro de cuándo era ese video, lo cierto es que la madrugada del 16 de abril la joven fue asesinada de varios disparos luego de discutir con alguien que al parecer la había ido a buscar a una fiesta callejera.

Entonces todas las miradas se pusieron sobre este adolescente, inimputable por ser menor de 16 años. El chico fue identificado y restituido a su familia compuesta por un padre con prisión preventiva imputado en una causa de lavado de activos, una madre presa condenada a tres años y diez meses como miembro de una banda polirrubro que, entre otras cosas, vendía turnos para los visitantes de la cárcel de Piñero y un padrastro condenado por homicidios que se mantiene prófugo luego de escaparse de ese penal a los tiros hace casi un año.

Cierto es que la violencia no puede medirse y en tal sentido los números aparecen como herramientas para interpretar algunos aspectos. Por ejemplo los hallazgos mafiosos que no faltaron en un mes destinado a romper récords: aún no fueron identificados tres de los muertos del mes, dos hallados el 19 de abril en un auto calcinado en 27 de Febrero y Misiones, otro encontrado en una esquina de Tablada con los ojos vendados. Sí fue identificado Milton Gordillo, un pibe de 17 años que apareció acribillado bajo una sábana a metros del arroyo Saladillo luego de un par de días de búsqueda. En la escena del hallazgo su madre supo que había sido abuela de un bebé nacido horas antes o después de que su hijo desapareciera.

No sólo lo dicen los números: Rosario atraviesa uno de los momentos más violentos de su historia, al punto que el destino puede mostrarse tan cruel tanto de uno como del otro lado del gatillo.

Nota de Martín Stoianovich/La Capital

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