Esta tarde, minutos después del sepelio de Marina Espíndola, mujeres de la localidad de Murphy (con algunos pocos hombres que se sumaron) se reunieron para repudiar el femicidio a manos de su expareja Gabriel Robles, un policía que utilizó su arma reglamentaria para dispararle a la víctima en su propio domicilio y luego se quitó la vida. Con el culpable muerto, el pedido de justicia se trasladó al siempre latente reclamo de “Ni una menos” y poner en evidencia que el hecho se podría haber evitado porque, según exponen personas allegadas a la mujer, ya se habían realizado denuncias por hostigamiento y maltrato psicológico.
Tras una reunión en la plaza principal de la localidad, las manifestantes marcharon unos pocos metros hasta la subcomisaría 10°, pegada a la comuna local, en cuyo frente había apostada una gran cantidad de efectivos policiales acompañados por el delegado regional del Ministerio de Seguridad, Sergio Maidana. Entre las presentes estaban las hijas de la mujer asesinada.
En medio de mucha tensión, con el dolor y la indignación tomando la escena, el principal reclamo fue que “están para cuidarnos y nos matan”, además de pedir que den la cara las autoridades de la comisaría local, que no estaban afuera del edificio. Argumentan que la policía desoyó las denuncias de la víctima.
Después de algunos minutos, y ante la realización de pintadas en el frente del edificio y algún vidrio que se rompió, los efectivos intentaron desconcentrar la manifestación con disparos al aire, lo que enardeció aún más los ánimos.
La historia
Marina tenía 42 años, trabajaba como empleada doméstica y era madre de tres hijos: dos mujeres ya mayores de edad (de 23 y 18) y un niño de 11 años. Hace un tiempo había iniciado una relación con Robles, también padre de dos mujeres, pero ese vínculo había terminado, aunque el policía no lo aceptaba. Por eso las amigas de Marina aseguran que era perseguida y hostigada.
“Ella hizo varias denuncias y Robles tenía una restricción para acercarse a su domicilio, porque nunca la dejó tranquila desde que se separaron. La seguía por todos lados, siempre hubo maltrato verbal, aunque nunca me contó que existiera violencia física”, contó Mercedes, que anoche mismo estuvo en el domicilio de la víctima, en calle Ricordi al 200, donde horas después se perpetró el femicidio.
El policía Gabriel Robles, oriundo de Murphy, actualmente estaba prestando servicios en Melincué. Hace unos años recibió una denuncia por apremios y también de parte de otro policía por una agresión. Más recientemente, a partir de la situación con su expareja, estuvo un tiempo con carpeta psiquiátrica y le habían retirado el arma. Pero recientemente desde Medicina Legal de la Policía le habían autorizado volver a trabajar y contar con el arma reglamentaria con la que terminó consumando el femicidio.
“Se habían tomado medidas en un momento, no hace mucho tiempo se le había quitado a Robles la autorización para portar el arma de fuego, pero hace pocos días las autoridades policiales le restablecieron el permiso”, confirmó el fiscal Horacio Puyrredón.
Los hechos
Según expuso el fiscal en diálogo con VerTV, el hecho se dio alrededor de la 1.45 de anoche, cuando el oficial a cargo de la comisaría de Murphy se comunicó con el propio funcionario judicial solicitando la autorización para ingresar al domicilio de calle Ricordi, dado que los vecinos habían alertado sobre la existencia de disparos y un niño (el hijo de Marina) había dado aviso de que la expareja de su mamá se encontraba en el lugar. Se cree que Robles ingresó por la fuerza y se encerró con la víctima, lo que generó el temor en el niño que salió en busca de ayuda.
En el lugar encontraron sin vida a la dueña de casa y al asesino todavía con signos vitales luego de intentar suicidarse, por eso se lo trasladó al Hospital Gutiérrez, donde falleció pasadas las 4. Se encontraron dos vainas servidas en el lugar del hecho del arma reglamentaria 9 mm.
Con el antecedente cercano del femicidio de Claudia González en cercanías de Elortondo a manos de un agente de la Seguridad Vial, la reflexión de la amiga de Marina Espíndola quedó flotando en el aire y sin respuesta: “No es la primera ni la última vez que pasa esto, es la misma policía la que mata y no hace nada para evitar esto”.