Como el mejor ejemplo de la desidia, transitar la ruta 33 y cruzar la localidad de Murphy se convierte en una verdadera odisea. Abandonado por completo, ese tramo de la calzada presenta un paso a nivel absolutamente intransitable, el asfalto deformado por completo en algunos sectores y, ahora que estamos en tiempo de cosecha gruesa, es normal en determinados horarios observar filas de unos 15 camiones que llegan directamente hasta el ingreso al pueblo.
Para Vialidad Nacional, esa obra no es prioritaria. Simplemente los responsables del mantenimiento de la calzada parecen estar esperando alguna tragedia para reaccionar. Y parece que en poco tiempo la van a tener.
Esas vías “que no van a ninguna parte”, por donde hace más de una década que no pasa un tren, lucen en un pésimo estado. En torno a los rieles no hay suelo para que circulen los vehículos. Entonces los camiones frenan a cero, ponen primera y cruzan a paso de hombre. Se arman filas eternas y atravesar el pueblo, que en situación normal es cuestión de segundos, hoy implica estar unos 15 minutos detenido en la ruta. Cualquier día, a cualquier hora.
Los desprevenidos, los que no conocen el estado de ese paso a nivel, corren el riesgo de dejar medio auto. Naturalmente, nadie se va a hacer cargo de los costos.
Las frenadas de los camiones en adyacencias de las vías hacen que en los metros contiguos la cinta asfáltica esté completamente deformada, haciendo dudar a los conductores de los vehículos más bajos si no les va a tocar en la parte inferior.
Naturalmente, la acumulación de vehículos frenados sobre la ruta (sobre todo en la dirección Venado Tuerto-Rosario) termina invitando a maniobras arriesgadas de los más impacientes, que deciden circular en dirección contraria tratando de avanzar o ingresar al pueblo. El riesgo se torna más elevado.
El senador provincial Lisandro Enrico realizó varios reclamos por el estado de ese paso a nivel. Allá por el 29 de diciembre directamente se presentó ante las oficinas de Vialidad Nacional con un riel en la mano. Esa puesta en escena pareció surtir efecto: al día siguiente, bien temprano, aparecieron trabajadores de la dependencia nacional y rellenaron los huecos con un poco de brea y piedras.
El arreglo, que se concretó en un puñado de minutos, previsiblemente duró sólo unos días. Enseguida el estado de las vías volvió a presentar las mismas condiciones.
Hoy está peor que nunca. Y mientras desde la localidad salen todos los días decenas y decenas de camiones cargados con parte de la producción de una de las tierras más fértiles de la pampa húmeda, alguien sentado en una oficina considerada que no es prioritario invertir para que se pueda circular por Murphy en la ruta 33.
Vialidad Nacional. Paradójicamente, su página web reza: “Fortalecemos el sistema vial argentino con obras de expansión y mantenimiento, promoviendo el desarrollo sostenible con inclusión social y la transparencia en la gestión”.