Por María Juliana Bottaini (*) En lugar de vivir el mandato superyoico que versa: “¡debo ser feliz y gozar!”, es necesario detenerse unos instantes e intentar formularse la siguiente pregunta: “¿cómo vivo?”. Vivir sin tiempo, sin pausas, sin los límites de una cotidianeidad regulada por el tiempo y el placer, estar tomado por el goce del desenfreno, de gozar de los excesos: en el juego, en el consumo de algunas sustancias, en el trabajo,...
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