El “perdón” que pidió a sus compatriotas el presidente de Chile, Sebastián Piñera, no bastó para sofocar una rebelión popular que ayer se expresó con masivas protestas en distintas ciudades del país, una huelga general, saqueos y nuevas batallas callejeras entre manifestantes y fuerzas de seguridad.
En el sexto día la revuelta, se multiplicaron las denuncias por supuestas torturas, detenciones ilegales, disparos contra civiles indefensos y todo tipo de abusos y maltratos por parte de las fuerzas de represión, las cuales forzaron al gobierno a prometer investigaciones y “consecuencias” para los responsables de esos actos contrarios a la ley.
En muchas de ellas volvieron a verse las repetidas escenas de personas corriendo en medio de las nubes de humo que se forman tras los disparos de las granadas de gas lacrimógeno o entre chorros de agua lanzados desde tanquetas, todo en medio de ciudades completamente militarizadas.
Una de esas escaramuzas fue reportada en cercanías del Palacio de la Moneda, donde las fuerzas usaron gases para dispersar la manifestación, mientras en otras plazas de Santiago miles de personas se agrupaban en diferentes expresiones de protesta, al igual que en Viña del Mar, Concepción y Valparaíso.
En Viña del Mar, un agente de seguridad exhibió una bandera de Chile en medio de la multitud, en aparente señal amistosa, y otros jugaron con una pelota con los manifestantes, en lo que parecieron extrañas escenas en medio de tanta violencia y extrema represión.
En muchas de estas protestas se oyeron reclamos de renuncia para Piñera, una posición que hasta esta tarde no había sido avalada institucionalmente por ningún partido político de la oposición.