El triunfo de las águilas en Washington, de la mano de un presidente Donald Trump que se jacta de su dureza, provocó un fortalecimiento y reacción de parte de la línea dura Irán tras la ruptura del pacto de no proliferación nuclear (contra la recomendación de toda la comunidad internacional). El ala dura y custodia de la revolución de tinte confesional concentra su poder desde el título teocrático de Ayatollah, siempre vigilante del poder del ala laica, hoy encabezada por un debilitado presidente Hassan Rouhani.
Así, tras la bufonesca ruptura del acuerdo por parte de Trump, el actual Ayatollah, Ali Khamenei, se dirigió al presidente norteamericano afirmando que se trataba de un grave error la ruptura del acuerdo de no proliferación nuclear (acuerdo que había dejado de estrangular a la debilitada economía iraní, permitiendo que su principal producto, el petróleo, entrara a los principales mercados de occidente, entre ellos y hasta ayer, el de EE.UU).
Khamenei también realizó un tiro por elevación a su propio gobierno: “lo dije desde el primer día: no confiemos en América (sic)”. Por esa razón, urgió a la administración encabezada aún por Rohhani a obtener garantías de Inglaterra, Francia y la Comunidad Europea, los otros suscriptores occidentales del tratado por el que Irán se comprometió a dejar de enriquecer uranio con fines militares.
Contexto
A pesar del éxito del acuerdo, Irán es supervisado por la neutral Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Trump pare