EuropaY bue… otra boda real: se casó por iglesia Alberto de Mónaco

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Tras la ceremonia civil de ayer, el príncipe del paraíso fiscal francófono y la ex nadadora y modelo sudafricana Charlene Wittstock acaban de dar el sí confesional; luego habrá un festejo plagado de celebrieties que terminará con un espectáculo de fuegos artificiales. .

MONACO.- Luego de la breve ceremonia civil de ayer, que despejó rumores sobre una presunta crisis de pareja, el príncipe Alberto II de Mónaco y la sudafricana Charlene Wittstock comienzan a vivir su casamiento por iglesia, a las 17 (hora local).

 

El heredero de Rainiero Grimaldi, famoso por sus trasgresiones al protocolo, su falta de inteligencia y su "escandalosa" bisexualidad -que atentaba contra la pacatería nobiliaria-, necesitaba de una boda a toda pompa para legitimar su precaria posición de excepcionalidad.

Alberto es además padre de  al menos 4 hijos extramatrimoniales que no podrán heredar títulos nobiliarios, en el marco de una normativa tradicional de origen medieval, que considera inferiores a los sujetos "plebeyos".

La boda católica se lleva a cabo al aire libre (allí transcurre el verano boreal), en el patio de honor y los jardines del Palacio de los Rainiero, en lugar de en la Catedral en la que se casaron los padres de Alberto, Rainiero Grimaldi y Grace Kelly. Sería por una cuestión de espacio ligada a la cantidad de invitados a la espectacularización mediática del acontecimiento. La ceremonia mezcla arcaísmos medievales con estética posmo-kitch (se destaca sobre todo la continuidad de la desigualdad patriarcal que permite a un noble hacer de una mujer princesa, pero no a la inversa).

Entre los invitados de hoy están los reyes de las diferentes monarquías constitucionales de España, Suecia y Bélgica. También asisten los presidentes de Francia, Irlanda, Islandia, Alemania, Hungría y Malta; algunas protagonistas de la ópera, también algunas modelos, personajes del llamado jet set y pilotos de la Fórmula 1. Tras la ceremonia religiosa habrá una cena con platos preparados por el chef “fashion” Alain Ducasse, que combinará platos “monegascos” y sudafricanos –se esperaba que los invitados degusten carnes de antílopes, cocodrilo y otras criaturas de la sabana- , en honor a los flamantes recién casados. Los tres días de festejos terminarán con un espectáculo de fuegos artificiales.

La modelo africana es en realidad originaria de Zimbawe, pero se nacionalizó sudafricana en busca de refugio “racial” luego de la revolución democrática (aunque violenta) en su país, y antes del fin del Apartheid del entonces régimen racista sudafricano. Con esta boda se extiende así la nueva prerrogativa de la aristocracia europea de seleccionar “plebeyas” como pareja. La tendencia pondría fin progresivamente a la excepcionalidad “azul” de la nobleza. Quedaría por ver entonces sobre qué estructura simbólica habrá de sostenerse el privilegio antidemocrático de las castas nobiliarias europeas.

 

La africana de origen europeo es campeona nacional -en parte gracias a la exclusión de facto de atletas africanos étnicos-, pero jamás alcanzó puestos destacados en los campeonatos olímpicos. Su fama obedece a su aspecto física tono y su pertenencia al mundo mediático europeo.

 

A pesar de la decadencia de las monarquías y principados constitucionales, ceremonias de la nobleza continúan siendo especátuculos de gran audiencia en el contexto de una sociedad global en la que se valora ostentación y la desigualdad más allá de las estructuras estamentales.

La ceremonia civil
 Después de los rumores que señalaban que la boda iba a suspenderse por una supuesta crisis de pareja, finalmente ayer el príncipe Alberto II de Mónaco, de 53 años, y la sudafricana Charlene Wittstock, de 33, se casaron por civil.

 

El heredero de una dinastía que reina desde hace más de 700 años en este paraíso fiscal europeo, signo del snobismo y la ostentación, y la ex nadadora sudafricana dieron el sí en una breve ceremonia en la Sala del Trono del medieval Palacio de Mónaco, y ya convertidos en marido y mujer saludaron a los monegascos desde la ventana del salón de los espejos del palacio, en donde se dieron dos besos. El casamiento, del que participaron unas 80 personas, fue oficiado por el presidente del Consejo de Estado, Philippe Narmino, que hizo una breve introducción en francés, inglés y monegasco, pero continuó en francés, lengua oficial de Mónaco. La ceremonia comenzó puntual y asistieron las hermanas del príncipe, Carolina y Estefanía y sus hijos, y la familia de Wittstock.

 

En la ceremonia civil, que duró apenas 15 minutos, la ex campeona de natación llevaba el pelo recogido en un moño y un vestido Chanel de muselina azul cielo, mientras que el príncipe, jefe del segundo Estado más pequeño del planeta estaba vestido de negro.

 

Tras el civil, hubo de una comida al aire libre, con música de la orquesta de carabineros, que fue coronada con un recital que ofreció el músico Jean Michel Jarre, al que asistieron unas 100.000 personas.

 

Los rumores. El primer "sí" de ayer alejó los rumores acerca de que hace unos días Wittstock planeaba suspender todos los preparativos de la boda y volver a Sudáfrica, cuando se enteró de que en lugar de dos serían cuatro los hijos extramatrimoniales del príncipe, una información que publicó el diario Le Figaro.

 

Estos rumores fueron negados por el palacio y la pareja hizo una aparición pública en el puerto de Mónaco y concedió varias entrevistas.

 

Agencias AP, AFP, EFE y Reuters

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