Juan MiserereOpiniónVos no, Diego…

Juan Miserere25/11/2020
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¿Cómo se va a morir Diego? Si él siempre nos demostró que había un regreso, que se escapaba y se reinventaba, que también podía hacerle una gambeta a la muerte cada vez que era necesario. Diego rompió el molde al nacer y ya lo sabíamos, si fue el primer actor de reality, si lo conocimos de pibe avisando que soñaba con jugar el Mundial que después ganó solo.

No se puede ser original al hablar de él, si ya tanta gente le escribió y le cantó… es que tenía (tiene, por qué hablar en pasado) un magnetismo único. Gambeteando, metiendo un gol, flaco, gordo, teñido, puteando, polemizando, con sus frases lúcidas y brillantes, titubeando, con lo eeeeeh inentendibles y hasta dando un poco de vergüenza ajena. Aparece en la pantalla y te quedás viéndolo. Debería estar prohibido que se muera la gente que nos da alegría. Debería ser mentira que se murió Diego.

En su última vuelta, para dirigir a Gimnasia, tuvo un homenaje en cada cancha que pisó. Se llevó cariños y ovaciones que lo emocionaban genuinamente. Se notaba. Si Diego nunca supo fingir, siempre se expuso, siempre en carne viva. Se emocionaba porque ya estaba un poco grande (aunque ahora pensemos que tenía apenas 60 años) y estaba enfermo. No estaba bien, no podía caminar mucho, se le entendía poco cuando hablaba. Pero elegimos mirar para el costado, como tantas veces. Porque a nosotros también nos alegraba tenerlo otra vez siendo parte del fútbol, aunque los miserables de los programas de chimentos nunca dejaran de ensañarse con él.

Diego nos hizo felices con la pelota. Siempre. En la victoria y también en la derrota, hizo que los mundiales sean fechas patrias. Ningún Mundial volvió a generar lo mismo sin su presencia en la cancha. Nunca pasó desapercibido: en el 82 se fue expulsado caliente y herido por la derrota, en el 86 se elevó a mito, en el 90 lo vimos cargar la cruz con un tobillo destruido y puteando a todo un estadio. Y también lo vimos despedirse cuando le cortaron las piernas en el 94.

A mí me gustaba más como persona que como jugador”, twitteó el querido Ber Stinco. Y rescato eso entre las mil cosas que leí en un rato, porque lo comparto. Harto de quienes lo enaltecen en la cancha y lo condenan en la calle. Con el tiempo entendí que no querer a Diego es como no querer a tu vieja, es como no entender que expresa lo mejor y lo peor de nosotros.

No hay metáfora mejor de este país que Maradona. Alguien capaz de llegar desde lo más bajo hasta la cúpula del mundo, pero con la cualidad de poder destruirse a sí mismo en un instante. La Argentina, Diego, nosotros.

Estoy triste, siento que hoy se murió una parte grande de nuestras vidas. Aunque Diego hacía rato que no entraba a patear la redonda, el fútbol ya nunca será lo mismo. Y nuestras infancias y adolescencias hoy empezaron a quedar en el pasado.

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