Mauro CamillatoOpiniónVolver a los 90: las huellas de uno de los principales economistas de Milei en Venado Tuerto

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Sobre el cierre de la semana pasada, la nueva estrella de la política argenta, Javier Milei fue citado por el FMI para conocer sus planes de cara a un posible triunfo en las elecciones generales. Milei, mostrando claramente que su intención es volver a los 90, recurrió a tres conocidos economistas menemista para que lo acompañen a la reunión: Carlos Rodríguez, Darío Epstein y Roque Fernández.

Este último ocupó cargos transcendentales durante el gobierno de Carlos Menem, primero como presidente del Banco Central (entre 1991 y 1996) y luego fue ministro de Economía (1996-1999), reemplazando a Domingo Cavallo.

El ahora asesor de Milei, como presidente del Banco Central (BCRA) le tocó ser quien anunciará el 15 de abril de 1995 (viajó a Rosario para hacerlo) la suspensión por 30 días de la recordada entidad financiera con sede en Venado Tuerto, el Banco BID. En ese momento, justificó la suspensión (un año después se convertiría en quiebra definitiva), en la imposibilidad de frenar la fuga de depósitos.

¿Y qué les diría a los ahorristas del BID?, consultó un periodista de Clarín, allá por los primeros días de diciembre de 1995, al entonces presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Roque Fernández. La cínica respuesta fue contundente: Que tengan un poco de paciencia, aunque reconozco que eso no les va a servir de mucho”.

Es que el cinismo del funcionario, en realidad, escondía una certeza: él ya sabía que los 55 mil clientes que tenían depositados unos 400 millones de pesos/dólares, habían perdido casi íntegramente sus ahorros. Pasó mucho tiempo (todavía lo están haciendo), para que dichos ahorristas (o sus herederos), gracias al prolijo trabajo de la Sindicatura, pudieran recuperar el dinero depositado. Aunque lo hicieron a valores históricos, o sea sin los intereses.

Roque Fernández, junto a los demás directivos del BCRA, quedaron en la mira de la Justicia y fueron procesados por la caída fraudulante del BID y de otras entidades financieras ocurridas posterior a la recordada crisis financiera ocurrida en 1994 en México y que tuvo su repercusión en la Argentina (Efecto Tequila).Pero, en el 2005 en un polémico fallo, la Sala I de la Cámara Federal (integrada en aquel momento por Horacio Vigliani y Gabriel Cavallo) decretó la prescripción de las investigaciones en cuanto a la responsabilidad de los funcionarios del BCRA. En el 2008 la prescripción fue total.

Mientras tanto, solamente nueve directivos del banco fueron detenidos (aunque fue corto el periodo) acusados por el juez federal Claudio Bonadio por defraudación de más de $350 millones en préstamos a empresas fantasmas. Del BCRA, nadie sufrió consecuencias judiciales.

Lo cierto es que Roque Fernández salió ileso, a pesar de que estaba ampliamente demostrada su, por lo menos, impericia en el proceso que culminó con la quiebra del BID. De hecho, una de las causas que aceleró la caída del banco oriundo de Venado Tuerto, fue la absorción previa de los bancos de la Rivera y Aciso, anunciadas el 21 de enero de 1995. Operación que autorizó el BCRA, y la justificó sosteniendo que las entidades absorbidas eran viables y que el BID era por demás de solvente. Pero, como si eso fuera poco, el día del anuncio el BCRA le otorgó al BID un redescuento de 171 millones de pesos/dólares. (superando los límites que le otorga su Carta Orgánica), un 10% de lo que recibieron los otros bancos de todo el país. Esto último formó parte de la investigación judicial por la posible carátula de fraude.

En realidad, la sospecha en aquel momento de la prensa, fue que toda la maniobra de absorción y suspensión posterior por parte del BCRA, tuvo como objetivo liquidar una entidad de una vez en lugar de tres, y así mitigar el impacto público.

De todos modos, era evidente la responsabilidad de las autoridades del BCRA en otorgarle asistencia a un banco que poseía previamente problemas irreversibles. Es más, el BCRA comenzó con la asistencia financiera al BID meses antes de la suspensión, por ende, los funcionarios conocían el estado en el que se encontraba.

Algunos datos finales para tener en cuenta: en el Banco BID se fugaron 950 millones de dólares (lo que la convierten en una de las estafas más grandes de la historia Argentina). 55 mil fueron los ahorristas damnificados. Se perdieron 2300 fuentes de trabajo en todo el país, la entidad tenía numerosas sucursales desparramadas en la extensa geografía Argentina. Carlos Menen, en aquel momento presidente de la Nación, declaró sólo un año antes de su caída, que dicha entidad era un ejemplo y alabó en diversos lugares la capacidad de su gerente, Roberto Cataldi.

Eterno retorno

Así las cosas, la Argentina se encaminaría con un posible triunfo de Milei a una vuelta a los 90. El líder de Libertad Avanza, tiene demasiadas similitudes con Carlos Saúl Menem, no solo por sus largas patillas, sino también por su concesión del papel del Estado. Aunque, vale aclarar que la prédica antiestatista de Milei parece más extrema que la sostenida por el “riojano más famoso”.

También, se diferencia en que Menem en campaña prometió todo lo contrario a lo que hizo. Milei lo anuncia previamente. Claro, que el primero pudo hacerlo porque contó con la protección que lo otorgó “el aparato peronista”, que tiene entre sus principales protagonistas a los gremios. Esos mismos que hoy lucen espantados ante un eventual triunfo del segundo.

Por acá, los venadenses fuimos testigos privilegiados de la burbuja de los 90. No solo gozamos de la mentira del 1 a 1 (al fin y al cabo, tiene similitudes con la prometida dolarización) que culminó con la tragedia del 2001, sino también con los beneficios que nos dio tener una entidad como el BID a la vuelta de nuestras casas. Una de las operatorias más recordadas del banco era la de salvar empresas locales en bancarrota, otorgándoles préstamos a tasas más bajas que las que había en el mercado, y apropiándose de parte de las mismas. A la vez, muchos de esos créditos eran desviados a empresas fantasmas creadas para la ocasión. La investigación judicial comprobó que el banco utilizaba los fondos de sus ahorristas y los de la asistencia del propio BCRA para tales fines.

Los venadenses hasta nos dimos el lujo de tener una institución deportiva, Olimpia, que creció vertiginosamente y pasó de ser un club de barrio a ser campeón sudamericano de básquet. Además, con los aportes del BID construyó un estadio modelo que posterior a la quiebra de la entidad estuvo a punto de ser rematado. Paradojas del destino, fue el Estado (ese mismo que se despreciaba en los 90), a través del gobierno provincial de entonces, y un grupo de vecinos que dieron la cara, los que terminaron salvando al estadio.

Lo cierto que uno de los principales responsables de lo ocurrido en el país en los 90, y que por acá se visibilizó en una de las estafas más grandes de la historia, hoy es uno de los economistas estrellas de Javier Milei. Un dato más que anticipa un escenario que podría repetirse.

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