Mauro CamillatoOpiniónVenado Tuerto, la ciudad que nuevamente fue la punta de lanza del triunfo de Unidos en Santa Fe

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Santa Fe abrió este domingo el calendario electoral 2025 del país con una elección histórica. Luego de 62 años, la provincia se encamina hacia una reforma constitucional, y el oficialismo logró un triunfo rotundo que le permitirá dominar la Convención. Con el gobernador Maximiliano Pullaro encabezando la boleta para distrito único, Unidos para Cambiar Santa Fe obtuvo el 34,83% de los votos y se aseguró 33 bancas —de las 69 disponibles—, consolidando una primera minoría. Así, el oficialismo se quedó a un paso de lograr la mayoría absoluta, que le permitiría manejar la convención a su antojo. Este no es un dato menor, Pullaro va a necesitar conseguir dos aliados entre sus opositores para lograr que lo habiliten para la reelección.

En ese contexto, el departamento General López y Venado Tuerto, en particular, volvieron ser la punta de lanza de Unidos en Santa Fe. Lo resumió con claridad el flamante convencional electo, Lisandro Enrico: “Al igual que en la elección pasada, este departamento y esta ciudad fueron los lugares donde mayor cantidad de votos obtuvo, donde se hizo el mayor aporte para el triunfo de Maximiliano Pullaro con una diferencia muy importante. Son datos reales”.

Es que Enrico volvió a ser arrollador en una elección (como lo hizo cada vez que compitió por la senaduría) y se impuso como convencional departamental con el 58,13% de los votos, cuadruplicando a su inmediato perseguidor, el peronista Hernán Porta, y relegando al tercer puesto —por escaso margen— al libertario David Sanfilippo, un candidato sin antecedentes ni peso propio en Venado Tuerto. Vale aclarar que a nivel departamental los números tuvieron una leve variación y aunque se repitió el triunfo avasallador de Enrico (obtuvo el 59,78% de los votos), el segundo lugar fue para el candidato de La Libertad Avanza, quien superó por un punto a Porta. Este dato es una señal elocuente: más que una victoria libertaria, es una derrota del justicialismo. Partido que no hace mucho tiempo atrás fue amo y señor del departamento.

En paralelo, en la categoría de distrito único, Unidos con la boleta que encabezaba Maximiliano Pullaro, ganó también con claridad: 47,26% frente al 14,61% de Somos Vida y Libertad y el 12,62% de La Libertad Avanza y el 11,77% de Más para Santa Fe, la alianza del PJ y Ciudad Futura que llevó a Juan Monteverde en el primer lugar. El resto de las listas no alcanzó los dos dígitos.

Todo esto en un escenario de bajísima participación: apenas el 47,20% del padrón votó en Venado Tuerto, marcando el peor registro desde el regreso de la democracia en 1983.

La apatía es tan inquietante como el de la victoria. Porque el oficialismo puede atribuir el resultado al trabajo de su militancia, a su territorialidad, y a una maquinaria electoral aceitada, pero la pregunta que queda flotando es: ¿por qué una elección para reformar la Constitución —una instancia institucional de altísima relevancia— generar tan poco interés?

Una primera y lógica respuesta la encontramos en la ausencia de PASO en la categoría concejales que le quitó entusiasmo al votante. Pero, además, a esto hay que sumarle que la inexistencia de candidatos de Venado Tuerto dentro de las listas de candidatos a convencionales en la categoría de convencionales constituyentes por distrito único.  Tampoco, había de la región, pese a que General López es el tercer departamento más importante de Santa Fe. Más allá de la presencia del gobernador Maximiliano Pullaro —nativo de Hughes pero alejado de la realidad local por su rol institucional— y de la socialista Lionella Cattalini, oriunda de Villa Cañás pero con carrera política en Rosario, no había  figuras fuertes de la región con chances reales de ser parte del proceso constituyente. El resto de los postulantes aparece en lugares prácticamente testimoniales, sin perspectivas ciertas de acceder a una banca.

A esto hay que agregarle la frialdad de una campaña que en Venado Tuerto fue casi invisible. Ni siquiera se vieron los tradicionales carteles que pululan en épocas de campaña, tampoco debates públicos, ni actos masivos. La falta de internas, la lejanía del tema, y el desgaste generalizado de la política configuraron una elección fría, casi sin emoción. Para muchos ciudadanos, se trató de una votación “extraña”, ajena, desconectada de sus urgencias cotidianas.

El contraste es brutal. Por un lado, Unidos muestra músculo electoral, orden político, y un liderazgo indiscutido a nivel local y regional. Por otro, crece el vacío social, la desconexión con una ciudadanía que elige retirarse del acto democrático más elemental: votar. Y esa es una alarma que atraviesa a todos los espacios.

Más allá de todo esto, la elección de hoy volvió a demostrar que para el oficialismo, el sur santafesino sigue siendo el ancla segura. Venado Tuerto y General López no solo aportaron los mejores números, sino que ratificaron el modelo de construcción política que encarna Lisandro Enrico y Leonel Chiarella. Su liderazgo se volvió a consolidar con una nueva y contundente víctoria.

Para la oposición, en cambio, el panorama es de reconstrucción urgente. El peronismo aparece sin estructura, sin narrativa y sin figuras competitivas. Y la novedad libertaria, aunque sorpresiva, carece todavía de articulación territorial real. Su segundo puesto en el departamento fue más un efecto del derrumbe justicialista que un crecimiento genuino. Aun así, su sola presencia en ese lugar revela algo del malestar subterráneo que recorre a parte del electorado.

La gran incógnita que deja esta elección es si la reforma constitucional —una de las decisiones institucionales más trascendentales en décadas— podrá debatirse con profundidad democrática en un clima donde la mitad de la ciudadanía ya no se siente parte del proceso (vale aclarar que a nivel provincial la participación fue algo superior a la de Venado Tuerto, pero también fue baja, solo del 55,60%). Reformar la Carta Magna con baja participación y sin consenso amplio puede convertirse en un boomerang político. Y es ahí donde el oficialismo deberá demostrar que sabe gobernar más allá de los números.

En Venado Tuerto, como en toda la provincia, se ganó con amplitud, pero con menos gente. El dato inquieta, la política está en deuda no con los resultados, sino con el vínculo. Porque ganar sin emocionar es ganar con fecha de vencimiento.

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