Mauro CamillatoOpinión¿Se viene el estallido?

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Se viene” es el nombre de una canción que forma parte del disco Libertinaje de 1998 de Bersuit Vergarabat. El estribillo principal dice “Se viene el estallido, de mi guitarra, de tu gobierno, también”. Dicho tema, que provocó mucha polémica en aquel momento, alude al Menemismo, la ostentación de dinero, la corrupción y el poder. Su contracara: la pobreza, el desempleo y el hambre que hacían mella en los argentinos en la mal recordada década del 90. Posteriormente, se la tildó como “premonitoria”, ya que tres años después, en diciembre del 2001 (ya con el gobierno de Fernando de la Rúa) se produjo el triste estallido social en todo el país.

Contradictoriamente, el mismo tema fue utilizado por el actual partido gobernante, Libertad Avanza. Tanto es así que en abril del año pasado (en plena campaña) Bersuit Vergarabat envió una carta documento a Javier Milei para exigir que desistan de utilizar la famosa canción del grupo “Se viene”, incluida en uno de los spots de Ricardo Bussi, hijo del genocida Antonio Domingo Bussi y entonces candidato tucumano a gobernador de La Libertad Avanza.

Más allá de que esta última anécdota ilustre la polisemia de los productos culturales, los Bersuit cranearon el tema refiriéndose a la crisis que iba a irrumpir tarde o temprano con las políticas impulsadas por Carlos Menem. Las mismas que tanto se semejan a las que están llevando a cabo el actual presidente de la Nación, Javier Milei.

Claro, que la diferencia fundamental es que el riojano contaba con el apoyo de legisladores (tenía mayoría en ambas cámaras), gobernadores y sindicalistas. Es que la historia demuestra que solo el PJ logró alguna vez intentar con cierto éxito (si le llamamos éxito poder plasmarlas) semejantes reformas de tinte neoliberales. Por supuesto, el final fue catastrófico, cuando se culminó el colchón de dólares logrado con las indiscriminadas privatizaciones la Convertibilidad “estalló”. Eso sí, el estallido lo sufrió un presidente de otro signo político.

Los tiempos han cambiado, en época de big data (dataísmo) todo se acelera, pero también la percepción de la realidad se transformó tangencialmente. De ahí, la incógnita sobre la posibilidad de la llegada o no del estallido. Vale aclarar que, en el mundo de la política, todos hablan de un futuro estallido (no solo los opositores, hasta los propios lo deslizan). ¿Y si el estallido no llega?

Por ahora, el primer “amague de estallido” (habrá que esperar unos días para ver si se concreta en hechos) no vino desde “la gente”, los que más están sufriendo de los irracionales ajustes del gobierno nacional, sino de un gobernador del PRO, Ignacio Torres, con quien se le solidarizaron todos los mandatarios de Juntos por el Cambio (incluido “el primo” jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri). Milei logró lo imposible, que un manso dirigente macrista (alguien que parecía su aliado en los primeros días de su gobierno) culminará siendo el que encabece la rebelión.

Fue sobre el cierre del viernes cuando Torres sorprendió advirtiendo que interrumpirá la salida de petróleo y gas de la provincia si el Ministerio de Economía de la Nación “insiste con retener de manera indebida la mitad de la coparticipación” que le corresponde a su distrito.  “Le damos tiempo al Gobierno nacional hasta el miércoles. Si el miércoles no nos quitan la pata de encima no va a salir ni un barril de petróleo más de Chubut para la Argentina”, espetó.

Rápidamente, se le sumaron los otros mandatarios patagónicos, y luego llegó el apoyo de todos sus pares Juntos por el Cambio y también de los peronistas (solo el gobernador peronista de Tucumán, Osvaldo Francisco Jaldo, no lo hizo todavía). La seguidilla de posteos en Twitter de Milei y las respuestas de Torres, son tragicómicas, si no fuera porque el primero es el presidente y el segundo en el mandatario provincial.

El desenlace del conflicto es imposible de predecir, Milei ya demostró varias veces que su fuerte no es la negociación y que siempre culmina redoblando su apuesta. En tanto, Torres llegó muy lejos con su amenaza y de no lograr que el presidente de marcha atrás con su decisión tendrá que ir a fondo.

A esta situación no se llegó de un día para el otro, desde su asunción el libertario no paró de provocar e insultar a los gobernadores a quienes tilda con la gastada adjetivación de casta (paradójicamente, todos los días suma nuevos integrantes de “la casta” a su gobierno) y en los últimos días los acusó de corruptos y mafiosos. Además, cumpliendo con su amenaza de “fundirlos a todos”, les retacea y quita recursos. Entre otras medidas: eliminó los subsidios al transporte, no remitió el Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid), interrumpió el financiamiento de los medicamentos de alto complejidad, no manda las partidas de los comedores escolares y suprimió el programa de Educación Hora 25. Y lo más grave, les niega parte de los recursos coparticipables. Ya el enero pasado se convirtió en el mes que menos dinero la Nación giró a las provincias en los últimos 30 años. En febrero va por más.

Tal como dice el comunicado firmado por los gobernadores de JxC, el cortarle los fondos no los afecta a ellos, “sino a los 50 millones de argentinos que viven en las 24 jurisdicciones del país.

La jugada” de Torres fue producto del hartazgo, más que una especulación política. Los gobernadores de JxC venían haciendo un culto a la paciencia comiéndose todos los sapos en pos de no “hacerle el juego” a sus odiados Kirchneristas. Además, valoran que Milei todavía cuenta con un importante apoyo popular (eso sí, era una especulación política).

Los dilemas de Pullaro

De hecho, un claro ejemplo es el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro que se bancó que Milei lo relacionará con el narcotráfico posterior al fallido debates sobre la Ley Ómnibus. Solo atinó a realizar una tibia respuesta reclamándole respeto. Hasta hoy, intentó no confrontar fuertemente con el presidente.

Es más, el martes último se reunió con Mauricio Macri, pidiéndole que interceda para mejorar la convivencia con el líder libertario. El viernes no le quedó otra que solidarizarse con el gobernador de Chubut.

El dilema del oriundo de Hughes no es menor, necesita tener la mejor relación posible con el gobierno nacional en pos de evitar el recorte de fondos. A su vez, entiende que comparten electorado con Milei y teme que el enfrentamiento lo culmine desgastando. Por eso, se maneja con extrema moderación, esperando el momento para desmarcarse definitivamente.

Pero, a esta altura ya comprobó que el presidente es impredecible, algo de eso le dijo Macri en el encuentro del martes. Milei no cree en el diálogo y la negociación política. En definitiva, no respeta las mediaciones democráticas.

Por eso, entiende que tarde o temprano deberá confrontar y reclamar con ahínco lo que le corresponde a Santa Fe. Mientras tanto, cada día se aleja un poco más poder cumplir con el ambicioso plan de obras públicas que prometió en campaña. Eso también lo lamentan el ministro del área, el venadense Lisandro Enrico y el intendente local, Leonel Chiarella, que a esta altura esperaba gozar ya con mayores avances en los proyectos que se anunciaron en campaña.

Encima, el retaceo de fondos nacionales sumado a la herencia recibida de Omar Perotti, colaboraron para impedir que Pullaro logrará terminar con el triste récord santafesino de 11 años seguidos con paros en el comienzo de clases.

Intentó marcar la diferencia con sus predecesores llamando a paritarias con bastante antelación en el mes de enero. Aunque, no sirvió de mucho y culminó ofreciendo un pobre 7% de aumento que fue rechazado de plano por el sindicalismo docente.

A esto, hay que sumarle que el viernes les tocó dar la mala noticia de un incremento del transporte interurbano del 150%.  Y por más que lo justificaron haciendo eje en la quita del fondo compensador y en el atraso tarifario que heredaron, el costo político lo culmina pagando el propio Pullaro.

Especulaciones políticas

Ahora bien, si la caída de la consideración publica sobre el gobierno llega antes de la pensado, la templanza del gobernador santafesino puede llegar a ser perjudicial para su carrera política (hasta ayer era visto por medios nacionales como un potencial dirigente con expectativas nacionales). En ese contexto, debería ya asentar una férrea posición frente al gobierno nacional. Es que, una de las dificultades que tiene la política nacional es la falta de líderes opositores que aparezcan como una salida superadora a Milei y al pasado kirchnerista.

Por ahora, dos gobernadores (uno de cada signo político) tomaron la posta y se apuraron en manifestar fuertemente sus disidencias: el cordobés, Martín Llaryora y el chubutense, Ignacio Torres.

El dilema sigue siendo: desmarcarse ya o esperar que la gente se desilusione del todo para hacerlo.

Hay un antecedente en la historia Argentina que los líderes radicales deberían tomar en cuenta. En el lejano 2 de abril de 1982 el presidente de facto, Leopoldo Fortunato Galtieri, decidió el desembarco de tropas en las islas Malvinas iniciando el lamentable conflicto bélico contra una de las principales potencias mundiales, Gran Bretaña. En ese momento, el espíritu patriota invadió a gran parte de los argentinos que salieron a la calle a vitorear al trasnochado general. La mayoría de la dirigencia política se sumó al clima de época, a excepción de un ascendente líder radical que manifestó su oposición, Raúl Alfonsín. Un año y unos meses después, fue elegido como el primer presidente de la renacida democracia.

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