Mauro CamillatoOpiniónRosario al borde del precipicio: la hora de parar la pelota

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Nunca hay que “escupir para arriba…, señala el dicho popular remarcando la idea de no adelantarse, ni arriesgar demasiado sin tener en cuenta las posibles consecuencias. Es que el escupitajo te puede “caer encima”. Los acontecimientos de los últimos días subrayan la vigencia de tal aseveración.

El 29 de febrero último, la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich bajó a Rosario y, junto a funcionarios del área (y sin presencia de representantes provinciales), dijo que en los 57 días de funcionamiento del Plan Bandera (desde el 18 de diciembre), en Rosario habían “logrado disminuir los homicidios dolosos en un 47.83% interanual y los homicidios en la vía pública en 57.14% interanual“. Lo cual consideró como una cifra “impactante”.

En el mismo día, horas más tardes fue el ministro de Justicia y Seguridad de la provincia, Pablo Cococcioni, quien luego de una reunión con legisladores santafesinos manifestó que había “indicadores que mostraban mejoras en seguridad”, aunque advirtió que era “muy cauto”, al respecto.

Por supuesto, el que no fue nada cauto, fue el presidente, Javier Milei, que un día después en la apertura de sesiones legislativas señaló en su discurso: “A través del Operativo Bandera, desplegamos efectivos nuevos de las fuerzas federales en Rosario y gracias al trabajo de prevención se logró disminuir en estos 2 meses casi un 60% el homicidio doloso en la vía pública en las zonas controladas por las fuerzas federales”.

Un día después, el sábado 2 de marzo, un colectivo que trasladaba personal del Servicio Penitenciario fue baleado en zona norte de Rosario y un empleado resultó herido.  Solo la casualidad y/o la mala puntería de los atacantes impidió la ocurrencia de una víctima fatal.

La respuesta del gobierno provincial no se hizo esperar, tres jornadas posteriores, el gobernador de Santa Fe Maximiliano Pullaro y su ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni, sorprendieron difundiendo en Instagram un claro mensaje dirigido a los presos que se encuentran alojados en las distintas unidades penitenciarias de la provincia. Así, ilustrado con fotos imitando el estilo del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, advirtieron: “Cada vez la van a pasar peor”.

A partir de ese día, los acontecimientos se aceleraron, aunque es contrafáctico atribuir lo ocurrido al hecho anterior. En la noche del 5 de marzo, un taxista identificado como Héctor Figueroa (40 años) fue asesinado mientras trabajaba en la zona sur de Rosario.

24 horas después, en la noche del miércoles, otro taxista de 32 fue acribillado en Marcelo T. de Alvear y Garmendia (también, en zona sur de Rosario).

Al otro día, el 7 de marzo, un colectivero de la Línea K de 39 años fue baleado en calle México y Mendoza, zona noroeste de Rosario, mientras desarrollaba su trabajo. Está internado en el HECA en grave estado.

La ola de terrorismo urbano continuó en la misma fecha con dos hechos: balearon la comisaría 15 y prendieron fuego un taxi en Pasco y Liniers.

El viernes, el ministro de Seguridad y Justicia de Santa Fe, advirtió en una conferencia de prensa desarrollada en la sede de Gobierno de Rosario: “Vamos a hacer todo lo que se pueda hacer para recuperar el control de la calle para los santafesinos. Y utilizando un argot del mundo carcelario, redobló la apuesta diciendo: “No vamos a sentarnos a negociar nada con la ranchada

En tanto, cerrando la lamentable zaga, Bruno Bussanich, un joven de 25 años, fue asesinado este sábado por la noche en la estación de servicio Puma ubicada en Mendoza al 7600, cuando una persona ingresó con un arma de fuego y le disparó tres veces. El playero murió apenas unos instantes después, pocos minutos antes de la medianoche. Los asesinos dejaron una nota amenazante dirigida hacia el gobernador Maximiliano Pullaro y el ministro de Seguridad de la provincia, Pablo Cococcioni.

Esta guerra no es por el territorio, es contra Pullaro y Cococcioni”, comienza diciendo el mensaje del crimen organizado y continúa: “Así como nosotros llegamos a 300 muertos, estando unidos vamos a matar a más inocentes por año”.

Nosotros no queremos celulares, queremos nuestros derechos ver a nuestros hijos y familia y se respeten. No queremos negociar nada, queremos nuestros derechos. Esto para todos los presos, pabellones y cárcel”, sigue la nota. Y cierran, remarcando: “Pullaro y Cococcioni carguen con muertes inocentes. Atte. Zona Norte, Zona Sur y Oeste unidos”.

A su vez, en el mismo día apareció también un cartel en la Autopista y Circunvalación con más amedrentamientos contra la gestión provincial, el mensaje advertía que correría más sangre en Rosario. “Pullaro y Cococcioni se metieron con nuestros familiares. Va a haber muerte a inocentes. Taxistas, colectiveros, basureros y comerciantes”, anunciaba el mensaje.

Parar la pelota o redoblar la apuesta

Ante semejante devenir de los hechos no es menor el dilema con el que se enfrenta el gobierno provincial, y también el nacional. Por ahora, Pullaro y Cococcioni eligieron la opción de ir a fondo, confrontar con las bandas narcos e intentar demostrar que el poder del Estado es superior. Aunque, endurecer las condiciones de encarcelamiento y la utilización de imágenes impactantes (fotos estilo Bukele incluidas) solo provocaron mayores complicaciones. Rosario está bañada en sangre desde hace varios años, pero ahora se le suma una ola de homicidios a inocentes.

La situación es grave y amerita un análisis más profundo de los pasos a tomar. El punitivismo extremo acompañado de imágenes que lo exponga, no parece ayudar.

Tampoco, ayuda el enfrentamiento de los poderes del Estado. Pullaro cuando asumió dijo que la Justicia era “cara e ineficiente. El presidente de la Corte Suprema, el controvertido Rafael Gutiérrez, y posterior a la inauguración del año judicial, en entrevista periodística le contestó con cierta diplomacia, y recordó que el gasto del área significa sólo el 3,2 % del Presupuesto provincial.

Salvando las enormes distancias y diferencias, algo parecido podría sostenerse sobre lo sucedido en Venado Tuerto (la situación de inseguridad por acá está lejos de semejarse a la de Rosario). En los últimos días, el intendente Leonel Chiarella volvió a realizar fuertes cuestionamientos a algunos funcionarios judiciales, repetidas en su discurso de apertura del Concejo Municipal. Aunque, por acá por ahora no hubo respuesta oficial, si el malestar en ámbitos tribunalicios se hizo sentir.

Como sea, es momento de parar la pelota, revisar la estrategia e incentivar el trabajo conjunto entre los ejecutivos (nacional y provincial) y la Justicia. Si no las consecuencias serán más fatales aún.

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