Mauro CamillatoOpiniónPolítica y lealtad

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Si hay algo que se perdió en la política argenta es la lealtad. Lealtad a los principios, a las convicciones, a los territorios, a las palabras, en definitiva la lealtad al otro. A esta altura no hay dudas que esa palabra que forma parte de la historia de nuestro país, hoy fue dejada de lado. Y lo peor es que nadie reclama su regreso, sino todo lo contrario.

Antes que nada, vale la pena recordar que cuando hablamos de lealtad, estamos refiriéndonos al “sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, a los compromisos establecidos o hacia alguien”.

La lealtad es constitutiva de la política, es el valor más importante que deberían exhibir nuestros dirigentes. Y no hablamos de la lealtad como sumisión a un líder determinado (eso es otra cosa) sino como el necesario “respeto y fidelidad” a los principios y a las instituciones. Porque al fin y al cabo, nuestros políticos nos representan a nosotros, a quienes los votan y a quienes no.

Ahora bien, si hay algo que rompen continuamente los políticos es justamente la lealtad, solo bastaba darse una vuelta por el centro venadense en los últimos días para comprobarlo.

 ¿A quién voto?

Es que por acá, en las campañas electorales abundan las mesas en las veredas del centro con los candidatos “vendiendo” sus propuestas, o en todo caso otorgando el servicio a la ciudadanía de indicarle dónde le toca votar. De lunes a viernes el lugar elegido es la calle San Martín (en la intersección con Alvear), mientras durante el sábado y domingo optan principalmente por la Belgrano.

Así a solo metros de distancia se pudo ver en una mesa que difundía la precandidatura de Juan Ignacio Pellegrini a concejal  y a la vez la de Maximiliano Pullaro a senador nacional. Pero si hacías unos metros más te encontrabas con otra que tenía el mismo banner de Pellegrini,  y a la vez te pedían por el voto a Clara García a senadora. Y ahí nomás, unos pasos más aparecía otra mesa que difundía al mismo edil, y repartía folletería con la foto de Federico Angelini como postulante a la Cámara Alta nacional. O sea, el votante no demasiado informado después de realizar ese pequeño recorrido culminaba algo confundido.

Claro, que esto no solo sucede con el oficialismo local que definió formar Primero Venado, unificando los partidos del Frente Progresista y una parte del PRO, sino también sucede con otros espacios. En el PJ (partido que en su génesis existe el culto a la lealtad) la confusión es aún mayor. Es que, en este caso en lo local hay dos listas a concejales, una encabezada por Sebastián Roma y la otra por Nicolás Villalba. La primera forma parte de la lista Celeste y Blanca que lleva a Marcelo Lewandowski como precandidato a senador nacional y al actual gobernador Omar Perotti como suplente. Mientras en la segunda el tema es un poco más complejo, porque el primer integrante de la lista, Villalba, pertenece a La Cámpora, movimiento que culminó cerrando con el oficialismo provincial; pero la segunda, Marcela Fumale, apoya a “La Santa Fe que Queremos” que tiene a Agustín Rossi y a la vicegobernadora Alejandra Rodenas como máximos representantes.

Es decir, por acá el mareo no es menor, encima a la confusión por el cruce de candidaturas se suma las testimoniales del gobernador y el vicegobernador. Nuevamente, el votante desinformado, se debe preguntar cómo es esto de un mandatario y su vice que se enfrentan en una elección de medio término, y en todo caso la pregunta del millón es: ¿si ganan dejan sus cargos actuales?. Por lo menos, la vice tuvo el tupé de tomarse licencia, el gobernador ni eso.

¿Dónde viven?

Pero no hay dudas que la lealtad que ya hace rato no existe más en la política argenta es la del territorio. Ya no importa donde reside el candidato sino en el lugar que más mide.

Así a nivel nacional ya es costumbre que salten de provincia de Buenos Aires a la Ciudad como si nada. De hecho, hace muchos años que dicha provincia es gobernada por porteños. Además ahora se suman casos, donde alguien que ya fue dirigente en un distrito, luego es candidato en el otro. El más visible hoy es el de María Eugenia Vidal.

Por Santa Fe, también tenemos lo nuestro, Carolina Losada es hoy una de las candidatas a senadora nacional de Juntos Por el Cambio, a pesar de poseer domicilio en el AMBA. Lo mismo sucede con Amalia Granata y el excanciller Jorge Faurie, que integran otra lista de la coalición.

Más allá de los ejemplos puntuales, a nuestros políticos poco les importa ser leales a los territorios donde residen, pero peor aún es que la Justicia Electoral avale semejantes pases de un lado a otro.

Lealtad

Lo cierto es que la lealtad como valor en la política se pierde día a día. Hoy es usual ver a políticos convertidos en veletas que se acomodan al sentido del viento en el momento. Las convicciones, las ideas, los principios, las palabras, hace tiempo que dejaron de ser algo importante para nuestros políticos

Claro está que, cuando quienes rompen las lealtades son nuestros representantes el daño es mayor, y la consecuencia la sufre un votante cada vez más confundido.

Con este panorama la antipolítica se frota las manos y ahí están esperando a la vuelta de la esquina los Milei que culminan seduciendo a los descreídos. O en todo caso, provoca la apatía que los ciudadanos terminan demostrando con la inasistencia a las urnas o con el voto en blanco.

 

Imagen: chiste del genial Tute, tomado sin permiso

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