Mauro CamillatoOpiniónMilei y sus errores no forzados: paralelismos históricos y la estrategia de Pullaro

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Todos podemos cometer errores, pero no en nuestra área de expertise. Alberto Fernández tenía como fuerte la administración de la cuarentena, Milei tiene como fuerte la economía, sobre todo virtual. Y los dos la erraron en aquello que se supone hacían bien“, argumentó el reconocido politólogo argentino, Andrés Malamud, haciendo referencia al escándalo de la criptomoneda $Libra.

Son muchos los paralelismos que podrían trazarse en la historia reciente de Argentina para analizar —y, en todo caso, prever— las consecuencias de semejante escándalo. Algunos analistas agregaron que el reciente papelón de la entrevista con Jonatan Viale evocó la fallida presentación del entonces presidente Fernando de la Rúa en Showmatch, el programa de Marcelo Tinelli.

Lo cierto es que, en épocas de hiperinformación, los archivos están al alcance de todos para recordar momentos históricos con cierta similitud a los acontecimientos recientes.

De hecho, la referencia más fácil para comparar los tiempos políticos en Argentina sigue siendo los 90 capitaneados por Carlos Menem. No es azaroso que Milei insista en reconocer al riojano como la figura a seguir. Tan es así que son demasiadas las similitudes entre ambas épocas. Por lo pronto, la política económica tiene una matriz en común, aunque en estos días el exministro de Economía de Menem, Domingo Cavallo, sea quien le advirtió al actual presidente las futuras dificultades que afrontará el actual plan económico.

Además, Menem y su canciller Guido Di Tella impulsaron las “relaciones carnales con Estados Unidos, una estrategia imitada hasta el exceso por el gobierno actual. Incluso comparten el gusto por la farándula local: Amalia “Yuyito” González es un claro símbolo al respecto.

Claro que Yuyito en tiempos del riojano era una joven vedette que estaba en la cresta de la ola, muy diferente a la actual señora mayor que se encuentra intentando recuperar protagonismo desde su nuevo rol de conductora televisiva.

Como si los caprichos históricos fueran pocos, la jueza que va a investigar el escándalo de la criptomoneda es María Romilda Servini de Cubría, la misma que tuvo en sus manos la mayoría de los casos de corrupción de la época de Menem. El más resonante, el de su cuñada Amira Yoma y su entonces esposo, el sirio Ibrahim al Ibrahim, que en ese momento era Director de Aduanas, a pesar de que no hablaba una palabra en castellano. En estos días circuló el famoso video del programa de Tato Bores, donde se armó un coro con figuras estelares del arte local cantando aquella famosa melodía “la jueza Barú Budú Budía es lo más grande que hay”, posterior a la censura que exigió y logró contra el genial cómico en 1992 para que no se hable de ella.

Podríamos seguir con varios paralelismos más, pero solo vale recordar que a Menem durante años se le festejaron sus excentricidades (tal como se les festeja hoy a Milei sus exabruptos), la pizza con el champagne y la corrupción hasta que su política económica generó desocupación, pobreza y desmantelamiento de la industria. Es decir, la opinión pública, tal como dice aquella vieja frase, puede acompañarte hasta la puerta del cementerio, pero nunca hasta la tumba.  La lealtad pública tiene límites, sobre todo en tiempos de volatilidad acelerada.

Hoy, Milei goza de paciencia social por reducir la inflación, principal preocupación argentina. Pero, la crítica acumulada suele estallar cuando el plan económico tambalea.

Por ahora, Milei es funcional a una sociedad que prioriza dos claros objetivos: mantener al peronismo/kirchnerismo lejos del poder y controlar la inflación. Sin embargo, su acumulación de errores no forzados —recortes en educación, ataques a minorías, batallas culturales— erosionan lentamente su imagen.

Pullaro, el equilibrista

Argumentos similares podríamos utilizar para describir la relación del presidente con los gobernadores y “la casta” política. Mientras hayá intereses en común y la opinión pública lo apoye no van a sacar los pies del plato, pero nunca “lo van a acompañar hasta la tumba”.

Un claro ejemplo de esto es la actitud del gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, que se convirtió en un hábil equilibrista para evitar confrontar directamente con Milei e intentar, a la vez, diferenciarse. No es fácil la tarea, sobre todo cuando se acerca una elección donde los Libertarios competirán con el oficialismo provincial.

Sin embargo, a pesar de que en la semana fue nuevamente el ministro de Obras Públicas, el venadense Lisandro Enrico, quien salió con los tapones de punta contra la administración nacional posterior a una nueva y frustrada reunión por el desastroso estado de las rutas nacionales que atraviesan la provincia. “El gobierno del presidente Milei no puede decir que no le interesa la obra pública porque está jugando con la vida de la gente”, espetó Enrico reclamando por el estado de las arterías.

Pullaro y Enrico visitaron sorpresivamente Venado Tuerto el último viernes. Aclaración, lo de sorpresivo es porque anunciaron a los periodistas la visita media hora antes de la llegada. Raro, ¿se buscó evitar una posible manifestación de docentes en medio de la discusión paritaria? Quizás pesó el antecedente de lo ocurrido al exgobernador Omar Perotti el 6 de octubre del 2020 en la puerta del hospital Gutiérrez.

Más allá de esto, el oriundo de Hughes volvió a ser cauteloso cuando fue consultado por el escándalo de la criptomoneda y repitió que estaba en contra del juicio político (impulsado, entre otros, por diputados nacionales socialistas, partido que es su aliado provincial), sosteniendo que no iba a horadar la figura del presidente. Además, recordó que la actual gestión nacional ordenó la macroeconomía y que erosionar la figura del presidente podría tener graves consecuencias. En pocas palabras, Pullaro advirtió que no iba a ser él quien prendiera una mecha que podría terminar en un incendio.

Siguiendo esa línea, el senador nacional santafesino, el radical Eduardo Galetto fue uno de los que levantó la mano para impedir que se conforme una comisión investigadora en la Legislatura por el criptogate.

De esta manera, no hay dudas de que el gobernador santafesino tiene un meticuloso plan que no considera torcer más allá de los acontecimientos que se crucen en el camino.

Su meta hoy es imponerse en las elecciones del 13 de abril y lograr luego la reforma de la Constitución con reelección garantizada. Mientras tanto, no descuida su posicionamiento nacional. Por si acaso.

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