Mauro CamillatoOpinión¿Los segundos serán los primeros?

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El largo proceso electoral del 2019 dejó como marca una característica casi histórica en la todavía joven democracia de por acá, esto es: el derrotado no “fue aplastado” y hasta quedó posicionado como el posible futuro líder de la oposición. Es más, dicha característica se repitió a nivel local, provincial y nacional.

Así tanto Mauricio Macri, Miguel Lifschitz y José Luis Freyre, por ahora, parecen ser quienes encabezarán la oposición a Alberto Fernández, Omar Perotti y Leonel Chiarella, respectivamente.  De hecho, los tres ya se comportan como oposición, sin todavía serlo.

De todos modos una de las diferencias entre las tres opciones es que en el caso del actual gobernador de Santafesino no fue él quien confrontó en las elecciones sino su copartidario, Antonio Bonfatti.

El caso Macri

Sorprendentemente a pesar que sus errores (horrores) en su paso por el gobierno nacional serán recordados por siempre en la historia y forman parte de lo que debería ser enseñado en las facultades de Ciencias Políticas como un claro ejemplo de mala praxis gubernamental, Mauricio Macri quedó bien parado luego de la elección. (A esta altura parece hasta una mirada demasiado benévola pensar que sus decisiones fueron sólo errores).

Fue suficiente ver en las pantallas de TV su semblante apenas aceptó su derrota para percibir que tan triste no estaba (la diferencia con el semblante de María Eugenia Vidal que estaba a su lado fue evidente). Es que esa misma noche Macri entendió que la cantidad de votos obtenidos, más la adhesión que tuvo en las marchas del “Sí, se puede”, lo convierten automáticamente en el líder de la oposición y como tal se ilusiona en poder volver en cuatro años.

Claro está,  el hasta ahora presidente, debería tener en cuenta que los más del 40% de los votos que obtuvo fueron sobre todo de argentinos que no querían la vuelta de los K y poco tuvieron que ver con la aprobación a su gestión. Y esta interpretación seguramente también la harán a la larga sus propios aliados, por eso habrá que espera para comprobar si en el futuro lo terminan aceptando como el líder natural o culminarán deglutiéndolo en la lógica interna que se abre luego de una derrota. Muchos radicales, están esperando ese momento “con el cuchillo entre los dientes”.

El caso Lifschitz

Miguel Lifschitz puede presumir que él no perdió (si lo hizo Antonio Bonfatti) y que en todo caso volvió a ganar aunque más sea como cabeza de la lista de diputados. Claro que también esa lectura culmina siendo parcial y caprichosa.

De todos modos le ha permitido continuar (¿por ahora?) como el referente de la oposición y hasta pareciera que ya está en campaña para dentro de cuatro años.

Lifschitz además logró despejar la interna dentro del Socialismo, ya que la derrota de Bonfatti provocó la casi jubilación de éste y por ende de todo su entorno y del resto del “binnerismo puro” que quedaba. Aunque todavía existe una que otra resistencia menor puertas adentro como la del grupo del actual diputado provincial Eduardo Di Pollina, quien junto con la ministra de Educación, Claudia Balagué, se animaron a desoír la decisión del partido en las elecciones nacionales y anunciaron que votarían a la fórmula Fernández/ Fernández.

Por su parte, la mayoría del radicalismo parece alineado con su liderazgo agradecido de todo lo que le otorgó en su paso por la gobernación (obras y espacios de poder), que fue mucho más que lo dado por Hermes Binner y Antonio Bonfatti, respectivamente. De todos modos de la UCR se puede esperar un giro inesperado en cualquier momento.

Así las cosas de seguir el Frente Progresista unido, el único foco de resistencia que podría tener el actual gobernador podría venir de una alianza entre los intendentes electos de Santa Fe (Emilio Jatón) y Rosario (Pablo Javkin).

Por supuesto, en política cuatro años es un largo periodo y es imposible pronosticar que sucederá. Sobre todo parece muy complicado que el peronismo (una verdadera máquina de poder)  una vez que recupero la provincia la vaya a perder rápidamente.

El caso Freyre

Otro que ya parece en campaña es el actual intendente, José Luis Freyre, quien a pesar de las distintas derrotas sufridas en los últimos meses (la local y la nacional), sigue posicionado como el único líder de la futura oposición. Es que continua guarnecido en la importante cantidad de sufragios que cosechó.

De todos modos, lo que parece ser su mayor fortaleza culmina siendo su mayor debilidad, ya que no dejó crecer a nadie a su lado. Contrastando con lo realizado a su favor por su antecesor, Roberto Scott, quién a pesar de su personalismo extremo supo dar un paso al costado y ungirlo como su sucesor.

Así por ahora no aparece en el horizonte alguien que le pueda disputar el poder dentro del PJ local, aunque en el futuro con la nueva dinámica del poder todo puede pasar.

Pero más allá de esto, la verdadera preocupación de Freyre es hoy sumar participación venadense en el futuro gobierno de Omar Perotti. Éste último sigue jugando a las escondidas y por ahora poco trascendió de su futuro gabinete. A esta altura nuestra ciudad merece tener una verdadera representación en la escena provincial, la posibilidad debería estar abierta, pero por ahora parece lejana. El propio intendente sigue esperando la llamada que todavía no llega, aunque en los pasillos santafesinos el “run run” indica que el rafaelino le reserva la secretaría de Regiones, Municipios y Comunas. Espacio que históricamente fue para un integrante del sur santafesino, hoy lo ocupa el ex intendente de Firmat, Carlos Torres, y en otra oportunidad fue el  venadense, Ricardo Spinozzi.

Lo cierto que de confirmarse la versión, suena un cargo bastante menor para alguien que estuvo al frente tres periodos en la intendencia de una de las ciudades más importantes de la provincia y que además fue presidente del PJ santafesino.

……

Así las cosas “los segundos” por ahora parecen que quedaron bien posicionados pero, como ya remarcamos anteriormente, cuatro años en la política nacional, provincial y local son una inmensidad y todo puede pasar. Sobre todo cuando se está inmerso en una profunda crisis, de la cual será muy dificultoso salir.

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