El pequeño incendio que generó la bomba molotov de fabricación casera que explotó contra la puerta del Ministerio Público de la Acusación no sólo alumbró la apagada madrugada de un martes venadense de cuarentena, sino que además echó luz sobre el trasfondo de los enfrentamientos narco en la ciudad.
No fue casualidad que un puñado de horas después, en la tarde del mismo día, se produjeran tres ataques con arma de fuego con objetivos bien claros: no fueron intentos de robo, sino mensajes con destinatarios elegidos previamente.
Estos hechos, que estuvieron precedidos por otras balaceras ocurridas en semanas previas, encendieron las alarmas en una ciudad que no quiere acostumbrarse a este nivel de violencia, fomentada en un caldo de cultivo de exclusión, consumo problemático y organizaciones delictivas. No es un proceso nuevo, el propio fiscal regional Alejandro Sinópoli señaló que hace casi dos años que vienen investigando ataques con armas de fuego sin poder dar en general con los autores.
Esta vez el trasfondo narco no fue una elucubración, sino que estaban todas las cartas sobre la mesa. Un hecho que prácticamente no trascendió más allá de los ámbitos judiciales es que el ataque a la Fiscalía estuvo precedido de un aviso, una nota que llegó al Juzgado Federal de Venado Tuerto. Por eso cobraba fuerza en la propia mañana de aquel Martes Negro la hipótesis de que la bomba tenía como destino original el edificio de calle Chacabuco, donde se había reforzado la custodia ante la amenaza.
Una posibilidad es que al ver una presencia importante de agentes de seguridad, quien arrojó la molotov decidió dar la vuelta y elegir el frente del MPA. Según parece, quien realizó el atentado tuvo tiempo para quedarse filmando con su celular unos segundos, antes de retirarse a pie hasta calle Castelli, donde se subió a una moto y huyó.
Según revelaron fuentes judiciales, la tan mentada nota fue acercada desde el entorno de Maximiliano Ríos, conocido como “Wacho Maxi”, quien se encuentra cumpliendo condena en Piñero y que fue noticia hace poco más de un mes cuando lo allanaron en prisión.
El mensaje
Pocos días antes de que ocurriera el atentado, ingresó al Juzgado Federal una nota escrita de puño y letra donde se avisaba que gente vinculada a Nahuel Novelino iba a atentar contra la sede judicial. En dicha nota aparecía información sobre personas supuestamente involucradas en la venta de droga en la ciudad, con nombres y direcciones.
Novelino es un joven venadense que en los últimos tiempos ganó notoriedad en la crónica policial y que hoy se encuentra detenido en una cárcel federal en la provincia de Chaco.
Según revelaron fuentes judiciales, la tan mentada nota fue acercada desde el entorno de Maximiliano Ríos, conocido como “Wacho Maxi”, quien se encuentra cumpliendo condena en Piñero y que fue noticia hace poco más de un mes cuando lo allanaron en prisión, acusado de liderar una banda que vende drogas en Venado Tuerto.
La investigación llevada a cabo por el fiscal Javier Arzubi Calvo incluyó en ese momento un allanamiento en el mismo domicilio de calle Almafuerte que fue baleado el martes pasado, donde vive la madre de Wacho Maxi.
En el Ministerio Público de la Acusación recién conocieron la existencia de dicha nota una vez consumado el atentado, cuando un policía de la PDI acercó un segundo mensaje que contenía la misma información que había llegado al Juzgado Federal. Sólo que ahora, con el hecho consumado, los responsabilizaba del ataque. Además junto a la bomba casera, en la puerta del MPA, dejaron una nota que decía: “Atentamente, Nahuel Novelino”.
Un detenido
Hasta el momento, sólo hay un detenido por los hechos del Martes Negro. Es un joven (Ezequiel O.) a quien se lo vincula con el primero de los ataques de la tarde, cuando dos personas desde una moto dispararon contra un VW Fox que circulaba por avenida Lisandro de la Torre, comenzando una persecución hasta el domicilio del automovilista (sobre avenida Chapuis), donde completaron algunos tiros más.
Posteriormente, un hombre de 28 años recibió un impacto de bala en una de sus piernas en un ataque deliberado y un puñado de minutos después concretaron ocho disparos contra el frente de la vivienda de la madre del Wacho Maxi.
Es fácil atar cabos y determinar que estos ataques guardan relación con la información que ingresó al Juzgado Federal y al MPA, más allá de quién arrojó realmente la bomba contra la sede judicial de calle Alvear (¿fue efectivamente un mensaje de Novelino o lo hicieron desde la banda rival para incriminarlo?).
El fiscal Javier Arzubi Calvo determinó que el líder de esta banda era Nahuel Novelino, quien operaba desde la cárcel de Piñero, moviendo vía telefónica –según consta en las escuchas- una aceitada organización donde contaba con su propia mujer
Construcción de poder
Nahuel Novelino ganó notoriedad mediática a finales de 2015, cuando el entonces flamante concejal Leonel Chiarella y el senador Lisandro Enrico hicieron público su enojo porque este joven contaba con causas por robo, abuso de armas y amenazas, robo calificado, resistencia y atentado a la autoridad, tenencia de arma de fuego, robo calificado y privación de la libertad; pero permanecía en libertad.
Poco tiempo después fue detenido y saltó a la fama definitivamente en abril de 2016, cuando fue traslado a la Comisaría Segunda para poder tomar contacto con su hijo, pero se fugó caminando en pleno centro de Venado Tuerto ante una asombrosa pasividad policial. A los pocos días fue identificado y detenido en la Terminal de ómnibus de Rosario.
Desde ese momento estuvo detenido en la cárcel de Piñero, lugar desde el cual –según la Justicia Federal- fue consolidando una importante organización para venta de droga en el sur provincial. Eso hasta septiembre del año pasado, cuando cayó en un megaoperativo ordenado por el Juzgado Federal que incluyó 68 allanamientos y treinta detenciones.
El fiscal Javier Arzubi Calvo determinó que el líder de esta banda era Nahuel Novelino, quien operaba desde la cárcel de Piñero, moviendo vía telefónica –según consta en las escuchas- una aceitada organización donde contaba con su propia mujer (que fue una de las detenidas) como referente en el territorio.
El venadense llegó incluso a los medios nacionales, porque Infobae tomó la historia del jefe narco que comandaba operaciones desde la cárcel y tenía tres perfiles de Facebook activos.
Cárcel de Piñero.
Alianza y ruptura
Ríos recién ganó notoriedad periodística hace poco más de un mes. El pasado 30 de abril una serie de allanamientos ordenados por Arzubi Calvo permitieron secuestrar cocaína y marihuana, elementos de fraccionamiento y corte, balanzas, dinero en efectivo, armas de fuego, municiones, teléfonos celulares y vehículos. Uno vez más, uno de los procedimientos tuvo lugar en la Unidad de Detención N°11 de Piñero, donde se encontraba alojado el presunto organizador de la organización criminal: el Wacho Maxi.
Según el informe oficial, integrantes de la banda viajaban con frecuencia semanal a Capitán Bermúdez, en el Gran Rosario, para proveerse de la mercadería. Desde la Unidad de Detención, Ríos coordinaba la adquisición, el pago, la logística del viaje y posterior distribución de los estupefacientes.
Quienes conocen los entretelones, afirman que los dos líderes de las bandas que ahora aparecen enfrentados, supieron trabajar en conjunto. Y que la relación se habría terminado de gestar en la propia cárcel de Piñero, donde en algún momento existió algo así como un ‘pabellón de venadenses’.
Sin embargo, en el último tiempo la relación se quebró y cada uno siguió el negocio por su lado. Luego del megaoperativo del año pasado, Novelino fue trasladado al penal federal de Resistencia, donde los controles son más férreos, lo que sumado a la distancia, lo habría hecho retroceder en el negocio ante la banda de Wacho Maxi. De todos modos, según indican algunas fuentes, son las dos organizaciones más importantes que operan hoy en la ciudad en la venta de drogas, un negocio que siempre tiene un importante mercado cautivo.
Diálogos rotos
A esta altura, preocupan por igual los desenlaces violentos que generan estas disputas por un negocio ilegal como la ausencia de responsables ante la Justicia, más allá que se habla de “investigaciones en curso”.
El MPA luce, entre cargos sin cubrir y licencias médicas, más diezmado que nunca; además de los frecuentes cuestionamientos que reciben algunos fiscales de parte del poder político.
A esto se suma el diálogo inexistente entre la Justicia Federal y la Justicia Penal provincial. Una demostración fue lo ocurrido con el mensaje que recibió el primero sobre la amenaza de atentado, que finalmente lo sufrió el MPA sin que existiera una comunicación previa. Inclusive, una vez consumado el hecho, la información se habría compartido de manera “informal”.
Fiscal regional Alejandro Sinópoli.
Desde el gobierno municipal salió primero el intendente Leonel Chiarella a marcarle la cancha al fiscal regional Sinópoli diciéndole que estos hechos requieren sanciones firmes (por ende, investigaciones sólidas para que los jueces tengan elementos a la hora de dictar sentencia); y luego el jefe de Gabinete, Diego Milardovich, haciendo saber el enojo que genera la falta de comunicación con las autoridades del Juzgado Federal, que durante más de diez días ni le atendieron el teléfono al mandatario local.
La respuesta que sí llegó este fin de semana fue de parte de las fuerzas policiales, con un importante operativo de saturación con intervención conjunta de personal de Gendarmería Nacional, Policía de Acción Táctica, Agrupación Cuerpo y personal de las comisarías de la 5ta. Zona de Inspección. El resultado fue un par de detenidos, el secuestro de algunos vehículos y la baja de hechos delictivos, que venían en ascenso en los últimos días en la ciudad. Pero este despliegue no es sostenible en el tiempo.
Mientras la pelota pasa de manos, en las barriadas venadenses los vecinos se resisten a tomar como algo normal el ruido de los disparos.