Saliendo de Gualeguaychú, cruzando el Puente Internacional, se divisan desde varios kilómetros las papeleras de Fray Bentos, enormes plantas levantadas a orillas del río Uruguay que emanan un espeso humo blanco. Son las 5 de la mañana y la producción es intensa, señal de que en ese lugar se trabaja el día entero. ¿Cuándo y cómo se resolvió aquel conflicto? ¿En qué quedó aquella histórica movilización que duró meses, interrumpiendo la conexión entre Argentina y Uruguay? Y, en definitiva, ¿qué tan contaminantes son esas plantas? Todas las respuestas son del viento, como las hojas de la canción de Luis Alberto Spinetta. Qué rápido pasa todo, qué pronto nos olvidamos de los temas que nos ocupan enorme cantidad de minutos en la agenda periodística, pienso mientras el colectivo avanza hacia suelo uruguayo.
El destino es San Carlos, ciudad hermanada con Venado Tuerto porque allí nació Cayetano Silva, el célebre compositor de la Marcha San Lorenzo. El vínculo se empezó a construir en 2013 y ya hubo diferentes intercambios culturales y sociales, que se reforzaron el año pasado con la visita del alcalde carolino a nuestra ciudad para participar de un acto homenaje al músico fallecido en 1920.
Construcciones antiguas en el casco histórico de San Carlos.
Allí nació la invitación para que la murga Le Pegó como Venía pueda no sólo viajar a San Carlos (ya lo habían hecho en 2018), sino también participar del concurso de murgas del interior, que se desarrolla en el teatro de verano (lo que acá denominamos anfiteatro) de esa ciudad, que además es capital del Carnaval. Y decir eso en Uruguay, la tierra del Carnaval más largo del mundo, es mucho.
San Carlos es una ciudad antigua, fundada allá por 1763, de casas bajas y en general humildes, no hay lujos a la vista en el centro histórico ni en el entorno del teatro de verano, que es el más grande del interior uruguayo y lleva el nombre de Cayetano Silva.
Don José tiene 84 años. Parado en la vereda, con la puerta de su casa abierta de par en par, toma mates y mira la calle silenciosa. Son poco más de las 4 de la tarde en San Carlos, que si bien tiene unos 30 mil habitantes no negocia el ritmo de pueblo. “Para ciudades ya tenemos a Montevideo y Maldonado”, dice mientras saluda a un vecino y se prende un cigarro armado sin filtro.
A pesar de esa paz innegociable que luce el lugar, asegura que ya le robaron seis veces, y que por eso ahora su casa (una construcción que ya era antigua cuando él era chico) hoy luce enrejada.
José vive en la parte vieja de San Carlos, y a pocas cuadras está la iglesia San Carlos Borromeo, la más antigua del Uruguay en pie y con actividad. Se inauguró en 1801 y hace apenas un par de semanas fue noticia porque un hombre se incrustó en su interior con un auto. Pocos días después, no hay señales del hecho, el edificio luce reparado y sin daños a la vista.
Al contarle que venimos desde Argentina, desde Venado Tuerto, el hombre enseguida tiene presente que hay un vínculo “entre los gobiernos” de las dos ciudades. Y al mencionarle la figura de Cayetano Silva como nexo entre los dos puntos del mapa, sale con una anécdota: “Acá se hacía mucha diferencia con la gente de raza negra. Acá en el baile que se hacía en La Unión (una sala teatral aún en pie y muy bien conservada) si uno era apenas un poco moreno ya no lo dejaban entrar”, asegura.
La mención no es caprichosa, sino que tiene que ver con la condición de mulato del autor de la Marcha San Lorenzo: “Por eso digo, acá recién hace unos 15 años que se le puso un monumento en la plaza. Antes no se lo reconocía”. En San Carlos se lo ignoraba por ser negro, y de este lado por varias décadas se omitió ese dato.
Busto homenaje a Cayetano Silva, frente al lugar donde nació.
De todos modos, el bueno de Cayetano está mucho más presente en Venado Tuerto que en su pueblo natal. Es cierto que está su nombre en el teatro de verano y que hay un busto en la plaza principal, detrás de una impactante figura de Artigas, y que en su honor se celebra el Día del Músico Carolino; pero no mucho más.
Mientras tanto, por nuestros pagos Silva es museo, barrio, calle, orquesta y escuela. Tiene su busto en la plaza San Martín y una estatua frente a la estación de trenes. En San Carlos, durante una de las noches de murgas, el locutor lo definió como “cantautor”. La referencia parece ser mucho más difusa.
Cercanías y distancias
En ese lugar una comitiva de 45 venadenses permaneció casi una semana, un micro tardó unas 16 horas en recorrer los más de 900 kilómetros que separan a las dos ciudades cargando a una murga, sus trajes, sus familias y acompañantes (lo más parecido a un colado fue este cronista, gentilmente invitado) y un sueño por realizar: cantar murga uruguaya en la tierra donde ese género nació y donde se palpita en cada verano. “El carnaval mete más gente que el ‘fúbol’”, destacan siempre los que están metidos en el tema.
La murga venadense, preparándose para su gran noche.
En el concurso de murgas de Montevideo el precio de las entradas para acceder al teatro de verano “Ramón Collazo”, ubicado en la zona de la rambla en el Parque Rodó, tiene precios variados, algunos realmente elevados. En cambio, en San Carlos el acceso es gratuito para el concurso del interior, y cada noche la respuesta del público es enorme.
El teatro de verano carolino es amplio, con un arroyo que cruza entre las gradas y el escenario, que recientemente fue techado en el marco de una serie de remodelaciones que se le realizaron. Ahí se puede comer un choripán y una lata de Pilsen a 250 uruguayos, poco más de 7.000 pesos argentinos.
Lo que no es tan buen plan es sentarse en un bar a consumir una cerveza o cualquier bebida alcohólica. Ahí los precios se disparan, con relaciones que nos resultan absurdas a nosotros: puede salir más caro un litro de Patricia en un bar de San Carlos que una remera comprada en un local de la Gorlero, la calle céntrica de Punta del Este. Por supuesto que ahí también hay marcas internacionales para gastar a voluntad, con algún auto Tesla que pasa con su andar silencioso.
Playas del lado de Maldonado, a pocos kilómetros se divisa Punta del Este.
San Carlos está a solo unos 20 kilómetros de la Mansa, la Brava y los edificios lujosos. Pero la distancia es abismal. Acá no están los autos de Elon Musk, pero sí un niño que pasa caminando con un gallo de riña bajo el brazo, que invita a tocarlo porque no ataca. Gracias, paso.
Capital de Carnaval
Carlitos es el dueño del hospedaje que lleva su nombre, está ubicado frente a la terminal y allí se alojó parte de la delegación venadense. La mayoría estuvo en las cómodas instalaciones de una escuela agraria, secundaria y pública, que cuenta con dos pabellones con cuchetas y baños amplios; y una cocina donde se armaron verdaderas ollas populares de arroz o ravioles, aunque también hubo lugar para milanesas y un asado de despedida.
Carlitos pita un cigarrillo atrás de otro sentado en la cocina que se une a la recepción del hospedaje. Ahí no hay cartel de “prohibido fumar”, sino que hay ceniceros en las piezas, aunque la mayoría cree que es más cómodo apagar los puchos sobre la mesa de luz, según revelan las marcas sobre la madera. Para llegar a las habitaciones hay que recorrer un verdadero laberinto de pasillos y puertas, no hay nada que se le parezca al lujo y al confort, salvo el aire acondicionado. No todas las habitaciones tienen, pero Carlitos se aseguró que los argentinos duerman en las piezas climatizadas. Gracias, Carlitos.
Él mismo, con gran entusiasmo y vocación de buen anfritrión, insistió para poder conocer por dentro a una de las murgas más populares de San Carlos. Se llama Los Fantasmas se Divierten y hace más de 50 años que salen en Carnaval, son múltiples campeones del concurso del interior y en el Club Colón tienen su base de operaciones. Un salón construido por ellos mismos alberga los ensayos, los preparativos para actuar y un museo con una enorme cantidad de trofeos, entre ellos varios aportados por nuestra Municipalidad. Es que a partir del hermanamiento, en el concurso de murgas se entrega el premio Ciudad de Venado Tuerto, que este año fue una obra del artista plástico Mauro Calderone.
Los Fantasmas quedaron segundos en esta oportunidad y uno de los murguistas (que es el dueño, porque las murgas tienen un dueño) pidió perdón a su gente por “haberlos defraudado” tras la última actuación. Igualito a los futbolistas.
La murga ganadora fue La Vieja Diabla, que incluía en su espectáculo la presencia de un superhéroe uruguayo. Hay un compromiso para que en agosto viajen para presentarse en Venado Tuerto.
Los Fantasmas minutos antes de subirse al tablado, en su propia sede.
La murga dice
En el centro de Punta del Este, una pareja de 40 y pico sigue por el celular la transmisión de la asunción del presidente Yamandú Orsi, del Frente Amplio: “Esto es una bomba de tiempo”, dicen ante la pregunta sobre las expectativas. Son de Maldonado y no disimulan su desencanto con el nuevo rumbo político que toma Uruguay tras la presidencia del conservador Luis Lacalle.
Luego de la última elección, el vecino país quedó muy fragmentado (Orsi ganó con el 52% en el balotaje), pero no se ven niveles de grieta al estilo argentino. De hecho, con los matices ideológicos del caso, la economía uruguaya luce bastante estable a lo largo de los años en comparación con lo que nos pasa a nosotros… Claro que no somos un buen parámetro para eso.
“No seguimos mucho el tema de las murgas, eso es más cosa de los zurdos”, dicen ya habiendo guardado el celular para seguir la charla. Y quizás algo de razón tienen, porque las murgas poseen la particularidad de expresar en 45 minutos alegrías, críticas, humor, reflexión y parodias, pero suelen caer del lado de la corrección política, y el público es previsible en los temas a los que reacciona con aprobación. En las murgas se celebra el triunfo del Frente Amplio, aunque casi todas advierten que “los vamos a estar vigilando”. Pero bueno, con tanto facho de moda en el mundo… para qué sumar un ámbito más. Mejor dejemos así al carnaval.
La aventura murguera llegó a su fin con un resultado emocionante para los venadenses: quedaron en el puesto 14 en el concurso donde participaban 21 murgas de todo el interior de Uruguay. Un logro impensado hasta hace muy poco tiempo, ganándose por sobre todas las cosas un respetuoso aplauso del público y el favor de la crítica especializada, que los ubicó en el mismo lugar que el jurado: a la altura de un evento sagrado para el pueblo uruguayo. Y todo fue posible gracias a Cayetano Silva, que tuvo el gesto de componer su obra cúlmine en esa casa de calle Maipú y 124 años después sigue, sin saberlo, estrechando lazos.