Las elecciones legislativas en Venado Tuerto arrojaron una paradoja tan clara como inquietante: el oficialismo se alzó con una victoria amplia, pero con un importante llamado de atención. La jornada estuvo marcada por la baja participación, la dispersión opositora y una creciente fatiga democrática. El gran ganador fue el abstencionismo, otra vez.
Con apenas el 42,32% del padrón concurriendo a las urnas (una cifra aún menor que la de las elecciones de abril), el mensaje social parece más elocuente que cualquier resultado partidario. El sistema político venadense, como también sucede a nivel provincial y nacional, parece haber entrado en una fase de desgaste cívico que amerita más que una preocupación: exige una revisión profunda.
Aunque es cierto que la baja participación se repitió en la mayoría de las localidades de Santa Fe, el dato alarmante es que en Venado Tuerto el ausentismo fue más contundente. Solo basta comparar con las otras ciudades más importantes de la provincia: en Santa Fe capital la concurrencia fue del 46,47%, en Rosario del 48%, en Rafaela del 52,45% y en Villa Gobernador Galvez alcanzó el 46,34%.
Pellegrini, el heredero
La lista oficialista encabezada por Juan Ignacio Pellegrini fue, sin discusión, la más votada. Obtuvo 14.313 sufragios, lo que le habría asegurado, en el conteo provisorio, cuatro de las cinco bancas en juego (dada la escasa diferencia con la lista Libertaria en la disputa por la quinta banca, hay que esperar el recuento definitivo). Pero el resultado, lejos de los 23.670 votos alcanzados por el oficialismo en 2021, habla más de eficacia electoral que de entusiasmo ciudadano.
En efecto, Unidos perdió casi la mitad de los votos que había cosechado hace cuatro años. Su porcentaje también se redujo: del histórico 55% en 2021, cayó al 51,43% actual. Sin embargo, en el nuevo mapa político, donde la abstención hizo estragos y los rivales se neutralizaron entre sí, eso fue suficiente para ampliar su representación en el Concejo de siete (que tiene actualmente) a ocho bancas sobre diez. Lo que se dice, una mayoría más que absoluta.
La lectura es doble: Pellegrini no solo “salvó la ropa”, sino que sigue perfilado como el sucesor de Leonel Chiarella para 2027, pero el respaldo social fue menor de lo que sugiere el número de bancas. El objetivo se cumplió, pero hay luces de alerta que deberán considerar.
La derrota del PJ
El dato más contundente de la elección es la falta de representación del peronismo en el próximo Concejo Municipal. Por primera vez desde el retorno democrático en 1983, el Partido Justicialista no tendrá bancas en el legislativo de Venado Tuerto.
Dividido en dos listas (una encabezada por Sebastián Roma y otra por Janina Ferreyra), el PJ pagó caro su fragmentación. Sumadas, ambas boletas alcanzaron 3.649 votos, suficientes para haber accedido a una banca si hubieran ido unidos. Pero no lo hicieron. El resultado: ninguna de las dos ingresará al Concejo.
No es la desaparición del peronismo, pero sí una pérdida de identidad de marca y eficacia política, que impacta de lleno en su ya alicaída capacidad de representar a sectores populares y disputar poder real. La crisis no es solo de votos; es también de conducción, de relato y de organización.
La confirmación de Ciudad Futura
Por contraste, Ciudad Futura logró consolidarse como la principal fuerza opositora. Con 5.225 votos (18,53%), quedó en segundo lugar, y conservará las dos bancas que ya posee, mientras todas las restantes quedarían en manos del oficialismo.
Sin embargo, también hay signos de estancamiento. En 2021, el espacio había obtenido 7.652 votos (17,78%), por lo que si bien subió levemente en porcentaje (ahora fue del 18,53%), perdió más de 2.400 sufragios en términos absolutos. Un llamado de atención para un espacio que parecía tener más proyección electoral y que hoy se enfrenta al desafío de no perder su impulso ni su frescura política.
El techo libertario
Otra incógnita que empieza a disiparse es la del peso real de La Libertad Avanza en el plano local. Al igual que en anteriores elecciones provinciales y departamentales, el espacio libertario volvió a tener una actuación decorosa, pero lejos del caudal que Javier Milei obtuvo en las presidenciales, sobre todo en el balotaje.
La lista encabezada por Marisel Fabiani fue la que mejor performance tuvo dentro del universo libertario, pero el espacio en primera instancia no logró ingresar ninguna banca (hay que esperar el recuento definitivo para confirmar el dato). Las razones parecen claras: dirigentes sin volumen propio, débil implantación territorial y un electorado que responde más a Milei que a las estructuras locales.
Fragmentación, abstención y un signo de época
Nueve listas en carrera. Candidaturas múltiples por espacios ideológicamente similares. Falta de debates públicos. Campañas deslucidas. Y, sobre todo, una participación cívica bajísima. La democracia local (como también sucede a nivel nacional y provincial) parece haber entrado en un estado de fatiga crónica.
La multiplicidad de listas no enriqueció la discusión: más bien la diluyó. La ciudadanía, mientras tanto, parece haber elegido el silencio o la indiferencia. Un dato que debería incomodar a todos los actores políticos, sin excepción.
¿Y ahora qué?
El oficialismo logró lo que buscaba: una victoria amplia que mantiene a Pellegrini como principal aspirante a suceder a Chiarella. Pero también quedó expuesto a una lectura menos autocomplaciente: el capital político de Unidos se sostiene más por ausencia de alternativas viables que por entusiasmo social.
El PJ, por su parte, tocó fondo. Ciudad Futura se consolida, pero no crece. La Libertad Avanza tropieza con sus propios límites. Y la mayoría de la ciudadanía eligió, simplemente, no elegir.
En ese marco, la escena política venadense culmina siendo una señal de alarma que excede esta coyuntura. Porque si los votos valen, las ausencias también. Y este domingo hubo demasiadas.