Mauro CamillatoOpiniónGuernica y Villa Moisés: dolor y contrastes

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Duele ver las imágenes de TV o las fotos que reproducen los medios gráficos de la brutal represión de la policía bonaerense para desalojar el predio en la localidad de Guernica. Duele ver niños y mujeres con sus ojos lagrimosos (por la tristeza y por el gas lacrimógeno) tratando de llevarse lo poco que tienen antes de ser arrasados por las topadoras, duele ver como las precarias e improvisadas viviendas que eran el único cobijo de cientos de familias (un censo previo afirmó que moraban 1400 familias, aunque según el gobierno bonaerense varias ya se habían retirado) ardían, pero más duele aún las expresiones de alegría y de jolgorio plasmada en las redes sociales y hasta en gran parte de los medios de comunicación. ¿Cómo se le puede ocurrir a cualquier otro que goza de una vivienda con todas las comodidades alegrarse por la tragedia de las personas que fueron desalojadas?

Es que estamos festejando el triunfo del respeto a la Constitución Nacional y de las leyes que condenan las usurpaciones”, se justifica un amigo citándome el artículo 17 de la carta magna que sostiene que la propiedad privada es inviolable. Tiene razón, la carta magna Argentina defiende la propiedad privada y es más el Código Penal sostiene que la usurpación es un delito.

Pero esos mismos que opinan de esa manera se olvidan que hay otro artículo de la Constitución que no se cumple, el 14 bis que entre otras cosas sostiene que el Estado otorgará a todas las personas el acceso a una vivienda digna.

También se olvidan que la Argentina hoy tiene casi la mitad de la población bajo la línea de pobreza, una inflación que no para, un déficit habitacional enorme y encima escasez de programas de accesibilidad a las viviendas para los más desvalidos de la sociedad.

Por si acaso, antes sensibles opinadores seriales, vale aclarar que nadie por acá está de acuerdo con las usurpaciones, menos aún con algunas mafias que aparecen alrededor de las mismas usufrutuando la necesidad de la gente.

Mientras tanto la independiente” Justicia aprovechó el empujón y rápidamente ordenó el desalojo (con otra brutal represión incluida) de otro terreno en Río Negro. La pregunta es; ¿Cuántos más de esos desalojos se vienen en los próximos días?

De paso, vale recordar que aquí nomás, a pocas cuadras de nuestras casas existe el asentamiento Villa Moisés que sigue sin resolverse. El 9 de febrero último escribimos al respecto y dijimos que no hacer nada sobre el tema no es la solución, menos aún parece serlo “pasar la topadora” como hicieron en Guernica. (Esperemos que a nadie se le ocurra)

El uso de la topadora

La historia Argentina tiene un recordado antecedente del uso de topadoras para arrasar con asentamientos. Fue el exintendente de facto de la entonces Capital Federal Osvaldo Cacciatore quien en 1977, en plena preparación del Mundial de Fútbol de 1978, encabezó un proyecto de maquillaje urbano y decidió arrasar con varias villas. El Plan de Erradicación de Villas continuó luego y se calcula que para fines de 1980 se expulsaron unas 180.000 personas de villas de la Capital Federal.

Dicha historia parecía haber quedado en el olvido y solo era mostrada en algunos documentales que rescataban la brutalidad de esa nefasta época.

Esta vez no fue la rancia derecha reaccionaria argenta la que pasó a topadora, ni siquiera fue Macri. Fue el gobierno de Axel Kicillof (el más cristinista de todos) con el inefable excarapintada, exsecretario de Seguridad de la Nación durante el gobierno de Cristina desde el 2012 al 2015 y actual ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni.

Mirando el ombligo propio

En nuestra ciudad seguimos sin resolver el tema del Villa Moisés, como tampoco se terminó nunca de hacerlo con el llamado barrio Las Mojarras, donde todavía viven una decena de familias.

No hay duda que la topadora no es la solución, negar o en todo caso silenciar el tema tampoco lo es.

De hecho, el Municipio de Venado Tuerto en el asentamiento del Villa Moisés tiene una ventaja importante con lo sucedido en Guernica, no hay ningún propietario privado que reclame los terrenos. Y más allá que en el contexto de la pandemia todo se complicó, sigue sin aparecer un proyecto al respecto.

Insistimos, solo se trata de abandonar viejo prejuicios que no colaboran en nada y ponerse a trabajar.

Es más, quizás aquellos que hoy pueden aparecer criticando cualquier tipo de intervención en el espacio a la larga lo terminen agradeciendo.

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