Mauro CamillatoOpiniónGremios vs gobiernos: una batalla con final incierto

Compartir esta noticia
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter

Hasta no hace mucho para poder gobernar la Argentina era necesario tejer una buena relación con los trabajadores (o en todo caso, con sus representantes), los que no lo hicieron la pasaron muy mal.

El ejemplo más evidente de dicha aseveración es lo que le ocurrió a Raúl Alfonsín que tiene el récord de paros en el trayecto de su presidencia. Claro que, a su frustrada política económica, Alfonsín le agregó una decisión que provocó una tensa relación con el sindicalismo, la recordada Ley Mucci (por el entonces ministro de Trabajo Antonio Mucci). Aquella normativa intentaba instaurar una mayor democracia en los sindicatos, con la participación de las minorías y limitación de las reelecciones. El proyecto se frustró por un solo voto en el Senado.

Desde el regreso de la democracia hasta hoy, hubo en la Argentina 46 paros generales. Alfonsín sufrió 13; Carlos Menem, 8 (3 en su primer mandato y 5 en el segundo); Fernando De la Rúa, 8; Eduardo Duhalde, 2; Néstor Kirchner, 1; Cristina Kirchner, 5 (todos en su segundo mandato); Mauricio Macri, 5; Alberto Fernández, 0, y Javier Milei ya acumula 1 y el próximo 9 de mayo sumará el segundo.

Si se tiene en cuenta el tiempo de gestión, De La Rúa fue el presidente con mayor frecuencia de paros por mes: uno cada 3 meses en sus escasos dos años de gobierno. Eduardo Duhalde (Partido Justicialista) gobernó 16 meses, en los cuales le hicieron 3 paros, lo que da un promedio de uno cada 5 meses, mismo promedio que Alfonsín.

Los únicos presidentes que no tuvieron paros generales fueron los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner-en su primera gestión- y, sorpresivamente, Alberto Fernández.

Los mandatarios radicales fueron los que más padecieron este tipo de protestas porque, así como Alfonsín enfrentó 13 en 5 años y medio de gobierno, Fernando De la Rúa sufrió 8 en dos años. Mientras, curiosamente, Macri es el presidente no peronista afectado por menos paros generales: sólo 5 en sus cuatro años de gestión.

Lo cierto es que, todo esto viene a cuenta de una clara decisión del actual presidente, Javier Milei, y también del gobernador, Maximiliano Pullaro, de ir contra la corriente de lo que sostuvimos en las primeras líneas. Tanto Milei como Pullaro, tomaron la definición de confrontar con los representantes de los trabajadores. Es que, el clima de época indica que uno de los sectores con mayor desprestigio en la actual coyuntura es el sindical. Por eso, para ambos, por ahora, todo es win-win.

De hecho, el libertario el 24 de enero último se convirtió en el presidente que más rápido enfrentó un paro general desde el retorno de la democracia. Le bastaron solo 45 días de gestión para cosechar su primera huelga. Lo sigue, Fernando De la Rúa, quien tuvo que esperar solo tres meses.

El jueves tendrá el segundo, y como van las cosas se encamina a batir el récord que posee Alfonsín.

Por su parte, Pullaro afrontará el 8 y 9 de mayo el tercer paro docente y el primero de los gremios de la administración central (UPCN y ATE) desde que asumió.

Cabe recordar que las medidas de fuerzas anunciadas por los gremios santafesinos se enmarcan en una insuficiente propuesta paritaria del gobierno provincial que consistió en un aumento del 10%: 5% para abril y 5% para mayo. Pullaro advirtió que no hay más plata. “La recaudación ha caído de manera considerable, la coparticipación nacional ha caído de manera considerable al igual que los ingresos de la provincia. Cayó por debajo del índice de inflación y por debajo la recaudación, mucho de lo que se le ha aumentado a los empleados públicos”, indicó.

No decimos que los sueldos están como quisiéramos que estén” aseguró el gobernador seguidamente, a la vez que remarcó que “sí queremos que nos comprendan y ponemos los números arriba de la mesa. Hacemos un esfuerzo enorme para poder pagar. No queremos comprometernos a algo que no vamos a poder cumplir ni queremos dejar de atender servicios que la provincia tiene que prestar en materia de seguridad, obra pública, salud, infraestructura”.

La explicación del oriundo de Hughes es certera, es de ciego no reconocer la complicada situación que atraviesa Santa Fe en el contexto de una política económica recesiva llevada a cabo por la Nación. La motosierra de Milei taló los recursos de todas las provincias y ni siquiera transfiere lo que corresponde por ley. Pero, también es certero que los representantes de los trabajadores ven como los sueldos de sus afiliados se deterioran día a día y culminan siendo la variable de ajuste de siempre. ¿La provincia invencible no tiene como aumentar independiente de los recursos que le transfiera el gobierno nacional? La respuesta tiene sus trampas, porque existen opciones, entre ellas la de realizar una reforma impositiva que le permita cobrarles ingresos brutos (eso que pagan los kioscos y monotributistas) a las grandes empresas. Algo así propuso Hermes Binner y el proyecto culminó olvidado en la legislatura provincial. Pullaro hoy tendría los votos para hacerlo, pero impulsar una reforma impositiva parece fuera de época (otra vez el clima de época).

De todos modos, desde la dirigencia gremial evalúan que la administración provincial tiene otras opciones a mano, pero prefiere pulsear con ellos. Es más, entienden que dar el brazo a torcer le daría al gobierno el impulso que necesita para avanzar con un cambio radical en el sistema previsional que podría culminar con el histórico 82% que gozan los jubilados provinciales. Puertas adentro, los representantes sindicales saben que cambios se vienen, pero quieren atemperarlos lo más posible.

A esto se suma la provocación que significó la implementación del programa Asistencia Perfecta para los docentes. Creen que es una vuelta al presentismo de los 90 decorado de otra manera. Además, es una clara herramienta que intenta desactivar las medidas de fuerza. Es que docente que falta, sin importar porque, pierde automáticamente “el premio” por asistencia perfecta.

Como sea, Pullaro y Milei coinciden en que, contradiciendo la historia reciente, hoy pulsear con los representantes gremiales es pura ganancia.

Los índices económicos cada vez más preocupantes que marcan una fuerte recesión (algunos analistas ya están hablando de una depresión, lo que es mucho peor) con pérdidas constantes de empleos (solo en la construcción se perdieron 10 mil puestos de trabajo), son una señal que deberían tener en cuenta.

El descontento comienza a encontrar distintos canales para manifestarse. La multitudinaria movilización federal en defensa de la universidad pública del 23 de abril es un claro ejemplo. A esto, hay que sumarle los renacidos actos por el 1 de Mayo.

En Venado Tuerto, por primera vez en años dicha conmemoración concentró una importante cantidad de personas, muchas de ellas con ninguna relación con las entidades gremiales.

https://www.venado24.com.ar/archivos24/uploads/2019/07/ESTEVEZ-BANNER-WEB-OKEY.gif