Mauro CamillatoOpiniónExaltación de las manifestaciones

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La gente dijo basta y se le plantó en la cara a Omar Perotti para reclamar en un Rosario que sigue sangrando. La gente dijo basta y fue hasta las puertas de Tribunales en Venado Tuerto para pedir justicia por el femicidio de Claudia González. La gente dijo basta y salió a reclamar seguridad en Firmat, luego que golpearan brutalmente a una mujer mayor.

No hay duda de que los ciudadanos soportan y a veces parecen demasiado pasivos, pero acumulan bronca y en algún momento (tarde o temprano) salen a manifestarse.

Es que en tiempos de pospolítica todo parece más lento. Previamente existen las redes sociales para hacer catarsis y hasta algunos todavía prefieren quejarse solo en la verdulería del barrio. Pero la calle sigue siendo el espacio real donde culminan provocándose las verdaderas transformaciones. Sobre todo porque a nuestros dirigentes la gente en las calles es la que más los turba y los hace reaccionar.

Hay varios ejemplos que dan cuenta de dicha realidad. De hecho, el viernes en Venado Tuerto finalmente se aprobó el nuevo contrato de concesión de la Cooperativa Eléctrica (CEVT) y como sostuvimos en nota anterior, eso no hubiera sido posible sin las manifestaciones públicas de protestas contra la entidad del 2016 y del 2018.  Destacar, esto no quiere decir menoscabar lo realizado por la actual dirigencia política, sino reconocer el poder de la gente en la calle.

 “La paz y el orden”

El miércoles por la noche los rosarinos se concentraron frente al Monumento Nacional a la Bandera para reclamar justicia y seguridad. La contundente manifestación fue convocada por familiares y amigos de Joaquín Pérez, el arquitecto asesinado días atrás en ocasión de un robo en el barrio de Arroyito.

Más allá que el caso que culminó activando la protesta fue el del joven profesional, en lo que va del 2021 Rosario acumula 194 homicidios, una cifra récord en los últimos años.

De hecho, hubo otras protestas anteriores, pero ninguna tomó a dimensión de esta última (está vez la víctima no fue un pibe de barrio, sino un integrante de la clase media). Aunque no hay dudas, como sostuvimos líneas atrás, la opinión pública acumula, aguanta, pero en un momento reacciona.

Encima, el gobernador Omar Perotti decidió “dar la cara” y fue expulsado a los empujones. Vale aclarar que también el intendente local, Pablo Javkin sufrió la reprimenda de los presentes en la misma manifestación, pero la situación fue diferente, ya que pudo quedarse hasta el final en el lugar. La diferencia no solo tuvo que ver con las responsabilidades de cada uno (la provincia es quien tiene a cargo la seguridad), sino con la distinta actitud de ambos mandatarios. Mientras el local venía asistiendo a los familiares de la víctima, Perotti no había realizado nada al respecto y decidió (mal aconsejado) presentarse imprevistamente en la manifestación.

Pero, además hay que recordar que el rafaelino ganó la gobernación con la consigna “la paz y el orden”, pasaron dos años de su gobierno y eso hasta lejos de acercarse. Es más la situación empeoró y no parece existir un plan para cambiarla. Llenar de agentes federales la ciudad, no es la solución.

Las otras manifestaciones

En tanto, lo sucedido en Venado Tuerto y en Firmat, los últimos días está lejos de tener la magnitud de lo ocurrido en Rosario. Sobre todo porque son dos temas disímiles al anterior, sin embargo tienen como denominador común la pulsión de la gente a salir a la calle ante un hecho de inseguridad o de injusticia.

Fue desgarrador el relato de Marino Milovich, marido de Claudia González, detallando lo sucedido en esa fatídica mañana del sábado 18 de septiembre. Sobre todo porque es difícil de entender, más allá de los fundamentos jurídicos, la decisión de juez de la Cámara de Apelaciones, Tomás Orso, de revocar el fallo de primera instancia y otorgarle la libertad condicional a los dos policías que acompañaban al femicida (también policía) en el momento del hecho.

Los datos son contundentes, y el mismo magistrado lo acepta en su fallo, los dos agentes participaron de la persecución previa en el móvil oficial y nada hicieron para impedirla. Además, presenciaron sin accionar toda la escena del crimen y el forcejeo entre Marinovich y el asesino. De todos modos para Orso la condición de noveles agentes, el homicida era su superior, les quita responsabilidad (un revival de la teoría de la Obediencia Debida). Párrafo aparte, merece la alusión del juez en su fallo a “la escasa experiencia y dudosa formación” como otro de los justificativos del actuar de ambos.

Por su parte, los vecinos de Firmat que vienen sufriendo casos de inseguridad cotidianos, se hartaron luego que una abuela fuera brutalmente golpeada por ladrones que ingresaron a su domicilio. Para los firmatenses ese fue el límite y salieron a la calle.

Exaltación de las manifestaciones

Así las cosas, tal como sostuvimos líneas atrás, la gente soporta, aguanta, acumula, pero en algún momento dice basta. Y una de las formas de expresar ese sentimiento, es a través de la acción colectiva en las calles.

Ahora, es el Estado el que tiene la obligación de escuchar y de responder. Dando la cara no alcanza.

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