Mauro CamillatoOpiniónEl ocaso del optimismo y la ausencia de esperanza en tiempos de Milei

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Los acontecimientos recientes en Argentina bien podrían explicarse citando al filósofo surcoreano/alemán de moda, Byung-Chul Han, que, en su último libro editado por acá, “El espíritu de la esperanza”, llama a abandonar el miedo y el resentimiento para abrazar la esperanza.

En ese sentido, cita al expresidente estadounidense Barack Obama quien, en su discurso de despedida, alertó: “La democracia puede derrumbarse si cedemos ante el miedo”. La democracia es incompatible con el miedo, solo prospera en una atmosfera de reconciliación y diálogo. Por eso nos alerta que las nuevas derechas, que se expanden por el mundo, se fundan en ese miedo. “Los sentimientos de angustia y resentimiento empujan a la gente a adherirse a los populismos de derecha”.

Han sostiene que los gobiernos populistas de derecha transmiten optimismo, no esperanza. “El optimista está convencido que las cosas van a salir bien, su naturaleza es pura positividad”, nos dice. Y, profundizando la diferencia entre el optimista y quien sostiene la esperanza, destaca que el primero no necesita razonar su actitud (no tienen narrativa detrás), mientras el segundo requiere de un relato que sostenga un movimiento de búsqueda.

El culto a la positividad (el optimismo) aísla a las personas, las vuelve más egoístas y suprime la empatía, porque a las personas ya no les interesa el sufrimiento ajeno”, acota.

Han habla de la necesidad de una política de la esperanza que genere confianza en lugar de miedo, que atienda a la colaboración grupal más que al ensimismamiento y angustia. El optimismo nos aísla, suprime la empatía, la esperanza crea comunidad.

¿Se empieza a derrumbar el optimismo?

A la luz de los conceptos de Han, podríamos concluir que el fenómeno Milei hasta ahora se ha sostenido sobre el optimismo, vinculado al miedo y el resentimiento, dos emociones exacerbadas por las gestiones anteriores. Sin embargo, este optimismo comienza a mostrar fisuras, aunque la esperanza aún no se vislumbra claramente, o por lo menos no aparece haber figuras opositoras que la encarnen.

Miguel Ángel Pichetto dejó entrever algo de esto cuando, tras el veto de Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, afirmó en la Cámara de Diputados: “Creen que ganan, pero pierden“.

La mayoría de los estudios de opinión pública marcan un claro y persistente descenso de apoyo al gobierno sustentado en el fuerte rechazo al veto al incremento a los jubilados y al financiamiento universitario. A esto se le suman, los recientes datos del INDEC que reflejan un fuerte aumento de la pobreza y la indigencia en el país.  A pesar de que el gobierno celebra la baja de la inflación, este dato no logra opacar la realidad creciente de la pobreza, que la ciudadanía empieza a percibir como el principal efecto del programa económico.

De hecho, un informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) muestra que, si bien la preocupación por la inflación ha disminuido, la incertidumbre por la pobreza va en aumento. Se trata del Índice de Incertidumbre Económica realizado por el Centro de Analítica Económica y Empresarial de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA.

El informe indica que en septiembre, el Índice de Incertidumbre Económica registró una nueva caída que lo ubica en valores similares a lo observado, en promedio, durante el año 2021.  Y argumenta, que esta caída se explica, en gran parte, por un descenso en la preocupación por la inestabilidad económica, inflación y el dólar. En contraste, las preocupaciones relacionadas con la pobreza mantuvieron el constante incremento a lo largo del año.

Datos parecidos sostiene un estudio realizado por la Universidad Torcuato Di Tella que expresó un retroceso de 15 puntos en el nivel de confianza en el gobierno.  Este dato guarda directa relación entre los efectos socioeconómicos en la ciudadanía. “La clase media ya se autopercibe pobre”, destacó uno de los responsables del estudio.

Mientras tanto, Milei insiste en su porfía de intentar desviar el eje del debate y ayer en un acto donde renombró el ex Centro Cultural CCK como Palacio de la Libertad dijo que la Universidad Pública “hoy no le sirve a nadie más que a los hijos de los ricos”. Otra de las tantas falacias a las que nos tiene acostumbrado y que es fácilmente retrucable mirando alrededor nuestro.

Como señalamos al comienzo, el optimismo que sustentaba a este gobierno empieza a desmoronarse. Sin embargo, el problema es que la esperanza aún no encuentra un portavoz claro en el escenario político argentino. La ausencia de un liderazgo opositor claro y con visión transformadora resulta, cuanto menos, preocupante.

 

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