Los números son elocuentes, según el último informe del ministerio de Salud de la Nación los casos de dengue durante la temporada actual llegan 232.996 contagios, con 161 fallecidos causados por la enfermedad. En la provincia de Santa Fe, el reporte epidemiológico emitido el viernes 12 de abril anuncia que los contagios llegan a la cifra de 42.375, con 20 muertes. El departamento General López (una de las regiones con menor incidencia) alcanzó ya los 381 casos, sin ninguna víctima fatal.
La situación es por demás de alarmante, nunca antes se habían producido tantas muertes por el dengue en el país en una temporada. A la vez, los casos casi quintuplican a los registrados en el mismo periodo de 2022/2023. Es decir, la Argentina está atravesando la epidemia de dengue más importante de los últimos años. Encima, distintos expertos advierten que por la existencia de lo que denominan subdiagnósticos, los contagios podrían ser entre cinco y siete veces más que los registrados.
El impacto es mayor cuando vivimos de cerca alguna persona contagiada. Los dolores musculares y articulares son insoportables (por algo la denominan “la fiebre rompehuesos“). Ni hablar si el paciente tiene comorbilidades previas, el sufrimiento es mayor y el riesgo de muerte es mucho más próximo.
Mientras tanto, la epidemia llegó a la Argentina en el contexto de un gobierno que no cree en el Estado, el mismo Javier Milei insiste en sostener que “El Estado es una organización criminal”.
No hay dudas que el actual presidente es blanco fácil de críticas por sus decisiones, pero de lo único que no se lo puede reprochar es su coherencia al respecto. De hecho, corrió el Estado de gran parte de sus responsabilidades. Por eso, el maldito mosquito Aedes Aegypti transmisor del dengue encontró campo libre y culminó desnudando la falta de políticas sanitarias nacionales. Tan es así, que recién el último lunes 25 de marzo el Ministerio de Salud de la Nación, a cargo de Mario Russo, decidió reunirse con representantes de todas las provincias para realizar un análisis de la situación. Un par de días después, el mismo Russo consultado por la falta de repelentes, aconsejó como solución “usar mangas largas, tener cuidado con los pantalones cortos y que se use ropa clara y holgada“.
Por supuesto, Milei no se quedó atrás e hizo suya otras declaraciones desafortunadas, defendiendo la ausencia del Estado nacional durante en la epidemia histórica de dengue, tanto en la falta de repelentes como en la decisión de no agilizar los procesos para autorizar la aplicación de la vacuna. “El mercado lo resolvió solo“, resumió. “Hay una epidemia de mosquitos, un montón de mosquitos porque no se hizo campaña el año anterior, sí, claro, hay mosquitos. Al otro año hay epidemia de mosquitos, el famoso dengue”, enfatizó quitándose responsabilidades.
En tanto, el maldito insecto vuelve a instalar el debate sobre la relación entre Estado y mercado. La escasez de repelentes y su alto precio es una clara muestra de lo perversa que puede ser dicha relación cuando al segundo se lo deja liberado.
Lo mismo sucede con las vacunas (vale recordar que hay vacunas para el dengue) a las que solo se puede acceder en el ámbito privado. Pero, su valor la hace “inaccesible” para una parte considerable de la población, los más desprotegidos. Cada dosis cuesta un poco más de $70.000, y se necesitan dos para completar el esquema de vacunación.
Mientras que otros países implementan campañas de vacunación masiva, en Argentina-con excepción de algunas provincias que tomaron iniciativas propias-, a pesar de su aprobación para la venta y que su uso está avalado por referencias sanitarias prestigiosas, sigue el debate sobre la inclusión de la vacuna en el calendario oficial. Por ahora, el gobierno nacional no tiene previsto su inclusión en dicho calendario.
Por cierto, en los últimos días la ministra de Salud de Santa Fe, Silvia Ciancio, manifestó que en nuestra provincia comenzaron a evaluar la posibilidad de sumarse a las otras jurisdicciones que definieron vacunar por su cuenta. En primera instancia, lo harían con los grupos de mayores riesgos. También, es importante valorar que desde el Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF) de Santa Fe aumentaron la producción de repelentes que se distribuyen en efectores públicos, para intentar suplir su ausencia en las góndolas comerciales.
En otro orden, todos los especialistas aceptan que esta enfermedad se previene con campañas de comunicación y de promoción de salud, explicándole a la gente cómo actuar, dándole información. Y ahí tampoco aparece el gobierno nacional que prefiere utilizar las redes sociales como única herramienta de comunicación, obviando a los medios tradicionales a los que el propio Milei se encarga de defenestrar, sobre todo si vierten opiniones contrarias. (días atrás se vanaglorió de una posible quiebra del grupo Perfil). De todos modos, a las redes tampoco las usa para difundir políticas públicas.
Sin dudas, con un Estado ausente el mosquito avanza. Ahora solo nos queda implorar por la pronta llegada del frío para que los casos comiencen a bajar. Claro que, el calor retomará a los pocos meses y, sin un cambio de decisiones políticas, el maldito insecto volverá hacer de las suyas.