Tendríamos que volver muy atrás en la historia para encontrar un peronismo tan lejos del poder real. Es que en una democracia delegativa como la nuestra el poder parece ser potestad casi absoluta de los Ejecutivos. Así, mirando desde acá, en Venado Tuerto el peronismo se encuentra reducido a una mínima expresión y ni siquiera es primera minoría en el Concejo. En la provincia de Santa Fe viene de sufrir una de las más duras derrotas desde la vuelta de la democracia, donde no tiene mayoría en ninguna de las dos cámaras y tampoco tiene intendentes en las principales ciudades (hasta perdió a un histórico bastión como Rafaela). Y en la Nación, atraviesa una crisis profunda posterior a la derrota de Sergio Massa.
De hecho, este panorama es desolador para un partido que está acostumbrado a gobernar y siempre le costó ser oposición.
Solo basta repasar algunos datos para dimensionar el peso específico del PJ: a nivel nacional, desde 1946 participó en doce elecciones, ganó nueve y perdió solo en cuatro. Es más, en las dos que estuvo proscripto, incidió y condicionó a los gobiernos electos con la considerable cifra de votos en blanco. Además, mientras el peronismo logró perdurar en el tiempo (eso sí, con distintas denominaciones) otros partidos desaparecieron de la escena pública o se convirtieron en distritales. Su espejo es el radicalismo, partido mucho más antiguo (sus comienzos datan del 1891), que fue dominante durante las primeras décadas del Siglo XX, pero que no logró recuperarse luego del fallido gobierno de Fernando De la Rúa. Desde 1999 nunca más triunfó una elección nacional como tal. Solo en 2015 aliándose con el PRO logró volver a la Casa Rosada, aunque su participación en dicha administración fue menor. Mientras tanto, hoy la UCR se encuentra en posición de fortaleza con gran cantidad de gobernaciones e intendencias esparcidas por el país, que podrían convertirse en la puerta de una oportunidad histórica que, por ahora, parece lejos de querer aprovechar. Fue el propio presidente del partido, el senador nacional Martín Lousteau, quien, utilizando una metáfora cuanto menos inoportuna, graficó la posición genuflexa de la mayoría de sus correligionarios con el gobierno actual: “Tengo un amigo que dice, ‘che los radicales parecen esos que te dicen tenés cinco minutos para sacarle la mano del culo a mi mujer’, no?”, expresó.
Pero, volviendo sobre el peronismo, luego de la derrota electoral con Milei, se encuentra desvariado, sin brújula. La crisis se manifiesta en una clara ausencia de un liderazgo (algo que en un partido profundamente verticalista es más grave) y también de identidad política.
La variante kirchnerista que dominó el partido desde el 2003 perece, pero aún nada parece surgir para reemplazarla. Cristina, la última gran líder, se encuentra completamente desdibujada, pero nadie parece tener los pergaminos suficientes para reemplazarla.
Por ahí anda, el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, tratando de armar algo diferente. Aunque, su figura siempre apareció muy pegada a La Cámpora y a Cristina, ahora comienza a diseñar su propio camino. Para ello, hasta se acercó al gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, con días atrás firmó en San Nicolás un convenio de colaboración mutua en materia de seguridad entre ambas provincias. Antes, en un gesto poco habitual envió patrulleros de la Bonaerense para colaborar en la contención de la crisis de violencia que atraviesa Rosario. Kicillof tiene el desafío de culminar con “la maldición de Alsina” (por Adolfo Alsina, mandatario bonaerense entre 1866 y 1868) mito político que señala que ningún gobernador de la provincia de Buenos Aires desde 1862 (año del triunfo de Bartolomé Mitre), logró ser electo presidente de la Nación Argentina después de ocupar dicha gobernación. La excepción fue Eduardo Duhalde quien fue investido como presidente interino por la Asamblea Legislativa, no imponiéndose en una elección, en enero del 2002, después de la renuncia de De la Rúa y la crisis por todos recordada del 2001.
Por su parte, el gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, también aparece con ambiciones de imponerse como una opción del PJ a nivel nacional. Claro que para lograrlo, deberá superar la desconfianza que tienen sus pares de otras provincias a todo lo que es la variante conocida como cordobesismo. Llaryora fue astuto en ser el primero en marcar las diferencias con el gobierno de Javier Milei. Además, tiene como ventaja no poder ser signado de kirchnerista.
Juan Grabois y el exsecretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, incrementan sus exposiciones mediáticas. El primero ya fue candidato a presidente y acepta que quiere serlo de nuevo. El segundo recorre canales de TV, dando lecciones de economía y manifiesta que no tiene ambiciones presidenciales.
Mientras tanto, el desaparecido Sergio Massa, se encuentra agazapado, mide los tiempos y amaga con una pronta reaparición con una inminente presentación de un libro. A su vez, reorganiza su partido Frente Renovador en las distintas jurisdicciones.
El desvarío del peronismo santafesino
El peronismo de Santa Fe culmina de cerrar días atrás un acuerdo de unidad para las próximas elecciones del partido que serán el 12 de mayo, mediante el cual los senadores se quedarán con la presidencia. Así, el exsenador del departamento Belgrano, Guillermo Cornaglia será el presidente, seguido por María Luz Rioja que pertenece a La Corriente, sector de Agustín Rossi. El tercer peldaño lo ocupará Eduardo Toniolli del Movimiento Evita y también contarán con representación importante el exdiputado nacional Marcos Cleri y el exministro de Trabajo, Juan Mauel Pusineri (el único del sector del exgobernador, Omar Perotti). Quien quedó afuera por decisión propia fue el senador nacional y último candidato a gobernador, Marcelo Lewandowski.
Más allá de los nombres, no hay dudas que el PJ santafesino está lejos de asimilar la dura derrota en la última elección. También sufre la ausencia de liderazgos y no aparece, por ahora, una figura que pueda ocuparlo a futuro. Una muestra de esto, es el triste papel del exgobernador, Omar Perotti, que después de su frustrada gobernación ocupa casi en silencio una banca en Diputados.
El desvarío del peronismo venadense
La situación del peronismo en Venado Tuerto es más complicada aún, por acá no hubo posibilidad de consensuar lista. Es que, más allá de las duras derrotas electorales, el enfrentamiento entre los distintos sectores parece incrementarse día a día. El partido quedó fuertemente herido posterior a la última elección de autoridades que en diciembre del 2022 definió a Juan Vidal como secretario general. Cabe recordar que el mismo día de su asunción, en un acto en el Club Avellaneda, Vidal dejó una serie de declaraciones que terminaron en escándalo, con militantes que abandonaron la reunión luego de expresar a viva voz las diferencias con el exfuncionario de José Freyre y Roberto Scott. Tras ese episodio hubo pedidos de renuncia hacia Vidal e intentos de intervenir al partido, pero nada de eso prosperó hasta abril del año pasado, cuando la conducción provincial decidió separarlo del cargo.
De este modo, después de haber monopolizado el poder por 24 años seguidos, la derrota del 2019 dejó al peronismo venadense completamente desarticulado. Es más, en la última elección quedó tercero en la disputa por la intendencia (superado por Ciudad Futura) y encima perdió dos bancas en el concejo, reteniendo solo una.
Así, de no ocurrir un cambio a último momento, dos listas se disputarán la conducción del partido el 12 de mayo. Por un lado, aparece Sergio Maidana, el ex representante regional del Ministerio de Seguridad que cuenta con el apoyo de Hacemos, el espacio perottista que busca reconstruirse desde el liderazgo del diputado Roberto Mirabella. Y el otro sector propone como candidato a secretario general a Ramiro Gambetta. El joven dirigente ya fue artífice del triunfo de Vidal hace cuatro años (luego tomó distancia) y viene de participar en la interna de concejales.
Con este panorama, es difícil predecir una posible resurrección del PJ en Venado Tuerto. Como sucede a nivel nacional y provincial, pecan de no tener un líder que reemplace al alicaído y casi retirado José Luis Freyre.
Es más, la única opción que parecen tener a mano para volver al protagonismo es sumarse al crecimiento de Ciudad Futura. Algo de eso, ocurre en el Concejo, donde funcionan casi como un mismo bloque.