Mauro CamillatoOpiniónChiarella y el barro

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En los largos y hasta ásperos debates que teníamos todos los sábados al mediodía en una mesa de café, mi amigo Pablo Nirich sostenía que en la política siempre algo de barro era necesario. Aunque después aclaraba que un dirigente debía interpretar cuál era el límite.

Justo quien manifestaba que el barro era necesario en la política, en su momento decidió abandonar su banca de concejal por desavenencias con el entonces intendente, Ernesto De Mattía. Vale recordar, que Pablo fue unos de los militantes más importantes en la campaña que culminó con el radicalismo ganando la primera elección de la renacida democracia. Eso no le importó cuando decidió abandonar “el barco” porque “el barro” era demasiado.

Es más, posteriormente insistió con intentar volver a candidatearse por distintos cargos, pero finalmente en 1998 atrapado en diversas desilusiones decidió retirarse de toda actividad partidaria. Eso si nunca abandonó la política, la siguió abrazando a su manera, escribiendo texto (algunos los convirtió en libro) o discutiendo con nosotros en una mesa de café de todos los sábados al mediodía que la pandemia suspendió y que su muerte (provocada por el contagio del maldito bicho) culminó clausurando para siempre.

Este breve relato previo viene a cuenta para brindarle otra vez un pequeño y merecido homenaje a Pablo, alguien que creía en la política como la única herramienta posible para mejorar la vida de la gente. Pero más allá de esto, también sirve de corolario para ingresar al tema principal de esta nota.

Es que la discusión sobre el barro en la política es permanentehay quienes prefieren evitarlo durante toda su carrera, hay otros que viven inmersos en “el chiquero”. Así las cosas, no deja de sorprender que un joven dirigente, que llegó hace un año y medio a la intendencia de Venado Tuerto y que goza todavía de su “luna de miel” en el poder, elige meterse de lleno en el barro.

Polémica con Provincia

La imagen frente a frente del intendente local, Leonel Chiarella y el gobernador Omar Perotti es un claro significante de una relación que día a día se complica. Más allá de los desplantes del mandatario santafesino que, entre otras cosas sigue sin invitar al senador departamental (y líder político de Chiarella), el Municipio tiene la necesidad de encontrar canales de negociación. Aunque no debería ser así, la historia demuestra que cuando mandatario provincial y local se llevan mal, la que se culmina perdiendo es la ciudad.

Pero más allá de esto, la decisión del intendente de “pintarse la cara” contra las restricciones horarias impuesta por decreto provincial a los locales gastronómicos fue una jugada arriesgada con final incierto. Es que la Provincia respondió intimando a los comerciantes y ahora estos tendrán que esperar para poder discernir cuáles son las consecuencias judiciales a futuro. En principio, serán citados a audiencias imputativas y hasta se les podrá sumar el cobro de una multa. Vale recordar que el artículo 205 del Código Penal sostiene que “Será reprimido con prisión de seis meses a dos años, el que violare las medidas adoptadas por las autoridades competentes, para impedir la introducción o propagación de una epidemia”.

Pero además, como sostuvimos en nota anteriorincentivar la insurrección puede convertirse en un boomerang. Esos mismos comerciantes a los que hoy se los incentiva para infringir un decreto provincial con similares argumentos (la necesidad de trabajar) podrán en el futuro negarse a cumplir una ordenanza municipal.

Párrafo aparte: es cuanto menos extraño que un grupo político que hace alarde de sus posiciones punitivistas llame a incumplir “la ley”.

Ahora, si genuinamente el Municipio no estaba de acuerdo con el decreto provincial 1111/21, lo más simple era manifestarlo públicamente tal desavenencia y en todo caso hasta realizar una petición formal reclamandoCon eso era más que suficiente para salvaguardarse del entendible enojo de los comerciantes, pero Chiarella eligió ir más allá.

El barro electoral

De la misma manera, el intendente venadense optó por meterse de lleno en el “barro electoral” sin dimensionar los posibles costos a futuro.

Es que acá también decidió ir a fondo, y empujado por la alianza Maximiliano Pullaro / Lisandro Enrico, rompió “el viejo” Frente Progresista para sumar en la lista al PRO y construir un espacio único en la provincia, denominado Primero Venado.

La jugada tiene sus riesgos a futuro, ya que queda demasiado pegado al posible resultado que obtenga Pullaro en las elecciones primarias de Juntos para el Cambio. Dicho sea de paso, nada fácil la tendrá el oriundo de Hughes que compite con tres listas.

Pero no hay dudas que luego de esta decisión Chiarella definió alejarse definitivamente de la alianza de intendentes del Frente Progresista (hoy Frente Amplio Progresista) que encabezan Pablo Javkin (Rosario) y Emilio Jatón (Santa Fe).

Es cierto que en política todo puede suceder y siempre hay tiempo para salir del “chiquero”. Al fin y al cabo como también dijo allá por el 2008 la inefable Elisa Carrío“El arte de la política para mí es meterse en el barro, limpiarlo, y no ensuciarse”.

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