Columnista invitado¿No puedo pensar distinto sin ser una mala persona?

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Por Gabriel Zarich

Estoy un poco cansado de la pureza que destilan ciertos simpatizantes del actual gobierno nacional. Y a esto sumémosle esa certeza según la cual creen que todo lo que los rodea no sirve. Si sos K sos perfecto, rodeado de compañeros heroicos, en donde nadie tiene un pasado comprobable, y si lo tienen es enorgullecedor. Si no sos K sos una lacra, un oligarca, golpista, y fundamentalmente egoísta y mala persona.

 

Ese es el mensaje que percibo desde las redes sociales y desde algunos medios consecuentes a las políticas K desde hace algún tiempo, incrementados luego de las elecciones porteñas. Aparecieron en estos días comentarios, humoradas, reportajes, editoriales, explicando los números de Filmus desde la certeza que la mitad de los porteños electores (los que votaron a Macri) son malas personas.

Sin ser sociólogo o encuestador, me da la sensación que entre los que votaron a Macri hay personas que lo hicieron porque les cae simpático, otros porque están de acuerdo con su gobierno, otros porque vieron avances en su propio barrio y no miraron qué pasó en el resto de la ciudad, otros porque les daba lo mismo, otros como voto anti K, otros porque pensaban que es mejor malo conocido que bueno por conocer. Y la lista de razones sería interminable. No hay una sola razón. Son miles. Ahora bien, ninguna de esas razones da lugar a establecer tan livianamente un juicio ético respecto de alguien a quien no conozco y cuyo único pecado fue votar a alguien que yo no votaría.

De no ser así, apliquemos la misma infantil explicación, pero hacia adentro de la estructura K, y me pregunto entonces: ¿Los militantes K, los que apoyaron a Menem no sólo en el 89 sino también en el 95, son malas personas porque votaron a quién instaló el neoliberalismo en su versión más caníbal? Leo hace mucho los diarios, y créanme que Menem no resiste ningún archivo. Desde hace años en cada elección guardo los votos de todos los partidos. Y cada tanto leo los nombres, no solo provinciales y nacionales, sino también los locales, de quienes integraron las listas de elecciones del pasado. Leer esos archivos le vendría bien a más de un amnésico que hoy habla de cuestiones tan dispares a las que pregonaba 20 años atrás. No sólo Néstor declaraba que era Menem “el mejor presidente de la historia”. Muchos militantes que ahora son K acompañaron al caudillo riojano en listas de gobernadores, diputados, concejales. Me hace ruido tamaño “panquequismo”, si se me permite el neologismo. Pero ese sólo dato no los convierte en malas personas. Sería muy básico el análisis.

¿Y qué piensan de Santa Fe? Si me preguntan a mí les diré que me asusta que el 20% del electorado de mi provincia vote a Del Sel. Pero jamás me dejaría llevar por la soberbia de creerme intérprete de la voluntad popular, y a partir de allí decir que ese 20% está integrado por malas personas. Explicación infantil, simplista, básica.

De acuerdo al diccionario K mala persona es votar a Macri, optar por Del Sel, asumir una postura periodística crítica a Cristina, leer Clarín o Perfil, mirar TN, coincidir con Sarlo, creer en Pino, cuestionar el escándalo de la viviendas, tomar en cuenta las declaraciones de Lanata, en síntesis, pensar distinto

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