Columnista invitadoAnálisis: “los argentinos y las leyes”

Tomás Lüders24/01/2017
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Por Daniel Emilio Rodríguez

Que una sociedad tenga leyes no garantiza de por sí que  la población las obedezca. Es necesario el compromiso de todos, para que dichas normas tengan cumplimiento efectivo. Tal idea la sostenía, en otras palabras, Juan Bautista Alberdi, una de las fuentes intelectuales de nuestra Constitución Nacional.

Tampoco es necesario que haya muchísimas leyes, pues la excesiva cantidad de leyes no significa que la sociedad sea ordenada. Para ejemplos de esto se puede mencionar las normativas sobre tránsito o las leyes que regulan las campañas políticas. Existen pero su acatamiento es muy reducido. Y se podrían seguir citando ejemplos, pues sobran.

Sí, es muy importante que el Estado sea responsable y haga efectivo el cumplimiento efectivo de los derechos humanos. Para eso, es vital que los sucesivos gobiernos nacionales hagan lo imposible por concretar los factores materiales (acceso  al trabajo digno, vivienda, entre otros), culturales (acceso a la educación) y políticos (pleno goce de la democracia). Estos factores mencionados son condicionamientos para la real vigencia de los derechos humanos. Y si no se dan o existen parcialmente afectan la convivencia armónica de una sociedad.

También es cierto, que en los tiempos que pasaron y en los que vivimos las leyes muchas veces no se cumplen. Mucha razón tenía el estadista inglés, Benjamin  Disraeli (1804-1881) “Cuando los hombres son puros, las leyes son inútiles; cuando son corruptos, las leyes se rompen”.

En una sociedad anómica como la nuestra, con una clara inobservancia de las normas y con un Estado anémico, sin capacidad de ejercer el poder de control, se genera una situación muy compleja.

Encima tenemos  un poder judicial ralentizado y sobrecargado. Todo esto conforman un acumulativo muy negativo.

Es así donde algunos de los que más tienen, aprovechan todavía más, para no cumplir con las normas, y sacar ventajas. Esto es muy antiguo, ya lo decía  Anacarsis, filósofo griego del S. VI  a. C., “muchas veces las leyes son como las telarañas: los insectos pequeños quedan prendidos en ellas; los grandes la rompen”.

Uno de los primeros pasos que se deberían impulsar para revertir esta situación tendría que surgir desde arriba, con autoridades, ya sean locales, provinciales o nacionales, cumpliendo verdaderamente las leyes. El paso siguiente debería ser que se cumplan con las reglas de legalidad y  control, que integran las normas de la democracia, de forma tal que aquellos funcionarios políticos que actúen al margen de la ley sean sometidos a juicio político o a la justicia común, según corresponda.

Por otro lado, desde abajo, las personas y grupos sociales más activos han de trabajar para que la toma de conciencia se extienda a sectores cada vez más amplios de la sociedad. Es vital comprender la importancia del cumplimiento de las leyes  y ella reside en que todos vivamos mejor. Todo proceso de cambio tiene una primera etapa de sensibilización. Creo que llevaría tiempo pero no es imposible de alcanzar, solo hay que comprometerse a caminar por esta senda.

Emilio Rodríguez

Master en Ciencia Política

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