Columnista invitadoAnálisis: Reseña histórica de la deuda externa Argentina

Tomás Lüders14/12/2015
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Por Emilio Rodríguez (*)

El autor de esta nota desarrolla un sintético pero detallado recorrido por un problema argentino de nunca acabar: la deuda externa.

En el presente artículo resalto los momentos más significativos en la historia de nuestra deuda externa. Especialmente sus orígenes, que se remontan al siglo XIX y el período 1975 a 1999.

Ya desde la independencia de España, la Argentina entró por el círculo de la deuda. Con un comercio deficitario, especialmente con Buenos Aires, el primer empréstito se hizo con la casa Baring Brothers de Londres. “El camino había sido pavimentado por las crecientes exportaciones británicas al Río de la Plata, que a principios de la década de 1820 alcanzaban el millón de libras esterlinas”, comenta Luis Vitale en su documentada Historia de la Deuda Externa Latinoamericana.

En 1824, el gobierno de Buenos Aires a cargo de Martín Rodríguez y su ministro de gobierno Bernardino Rivadavia, aprobó el empréstito de 1 millón de libras esterlinas. Los objetivos del empréstito eran fundar tres pueblos en la frontera, instalar un sistema de agua potable y construir el puerto de Buenos Aires. No se cumplieron ninguno de los objetivos, ya que el dinero recibido fue invertido en la guerra con el Brasil.

dolares

El interés anual de la deuda era de 65.000 libras esterlinas. La ley que autorizó el empréstito decía: “Como garantía quedan especialmente hipotecadas al pago del capital e intereses de la deuda nacional las tierras y demás bienes inmuebles de propiedad pública, cuya enajenación se prohíbe en todo el territorio, sin precedente autorización especial del Congreso”. El préstamo se colocó al 70% de su valor nominal y la Baring Brothers descontó los intereses de los dos primeros años, con lo que el préstamo real se redujo a 560.000 libras esterlinas.

Tampoco ingresó el oro o las libras porque la Baring sólo envió órdenes de pago para que los comerciantes ingleses en Buenos Aires pudieran importar mercaderías inglesas. Este primer empréstito se canceló recién en 1904, con otro préstamo por un monto 12 veces superior al inicial.

El endeudamiento creció fuertemente a fines del siglo XIX por el comercio deficitario y por las fuertes inversiones de los capitales británicos. En ese momento – el 6 de abril de 1886- Sarmiento acuñó la frase “cada argentino nace debiendo en plata más de lo que pesa”. A los pocos años, la Argentina cayó inmersa en la crisis financiera de 1890 de amplias repercusiones políticas.

Ya en el siglo XX, en la época de la “plata dulce”, (todavía sigue en la memoria de los argentinos), cuando José Alfredo Martínez de Hoz era el “zar” de la economía. Todo comenzó en junio de 1975 con el Rodrigazo (maxidevaluación, fuga de capitales), continuó con la dictadura militar, su apertura indiscriminada, la “tablita” y las bicicletas financieras. Entre 1974 y 1982, la deuda pasó de 5.500 millones a 43.000 millones: subió 8 veces.

Por lo que pasó con la deuda en esos años, Martinez de Hoz fue procesado por defraudación al Estado, en una causa que inició Alejandro Olmos en 1982. Los dictámenes de los peritos reconocieron que el crecimiento de la deuda en esos años “fue excesiva y perjudicial, carece de justificación económica, financiera y administrativa”.

Lo que más creció en ese período fue la deuda privada. Pero en julio de 1982, Domingo Felipe Cavallo asumió la presidencia del Banco Central y adoptó varias resoluciones que “licuaron los pasivos privados”. Así unos 20.000 millones del endeudamiento privado pasaron a manos del Estado y a cada uno de los argentinos. “Podemos decir que el Estado tuvo que hacerse cargo de las siderales deudas contraídas por los empresarios privados, nacionales y extranjeros. Ese mismo Estado que Martínez de Hoz se vanagloriaba de haber despojado, con el poder de los militares, del tradicional intervencionismo económico”, escribió Luis Vitale. Así las cosas, desde 1983 a 1999 la Argentina pagó casi 90.000 millones de dólares en concepto de intereses de la deuda externa.

En 1990, la Argentina debía unos 80.000 millones de dólares: 60.000 millones en bonos y certificados de deuda y otros 20.000 eran de la anterior administración que estaban sin documentar. Por las privatizaciones, el Estado rescató unos 30.000 millones de dólares y obtuvo una reducción de la deuda por el Plan Brady. Por consiguiente, la deuda en 1999, que debió ser de 47.000 millones, ya rondaba los 160.000 millones. Entonces la deuda que se generó a partir de 1991 fue de 113.000 millones de dólares. Y eso que desde 1990 en adelante la Argentina vendió casi todas las empresas y activos públicos justamente para reducir la deuda externa. Teléfonos, petróleo, gas, luz, siderurgia, bancos provinciales, la caja de ahorro, el correo. Todo fue vendido a tal punto que sólo quedaron en manos del Estado las centrales nucleares, algunas acciones de empresas privatizadas y otros activos menores.

La deuda total de los países pobres y en desarrollo se ha convertido en un problema sin final. ¡Dos billones seiscientos mil dólares! por los que cada año los países endeudados pagan más de 200.000 millones de dólares y, sin embargo, la deuda no se liquida nunca. Entre 1982 y 1998 los países del sur pagaron cuatro veces su deuda inicial, pero al final de esos dieciséis años debían el triple de la deuda de 1982.

Ya en el siglo XXI, la agencia Bloomberg señala que cuando llegó al poder, el kirchnerismo comenzó a criticar el alto nivel de deuda externa que se había alcanzado durante la década del 90, y reestructuró la deuda al negociar con los tenedores de bonos. “Convencieron a los acreedores de aceptar una quita del 70% e hicieron un pago de USD 9.800 millones al FMI”.

En este sentido, en una nota recientemente publicada, Rodolfo Terragno afirma con respecto a la reestructuración de la deuda: “se logró en 2005 y completó en 2010. La deuda bajó de 138% del producto interno bruto (PIB) en 2004, a 40% el año pasado. Un análisis más fino probaría que, en realidad, la reducción no ha sido tanta; pero fue de todos modos muy importante”.

Recientemente el diario El Mundo de España resaltó “con la economía semiestancada, el Gobierno de Kirchner le deja a su sucesor el desafío de bajar la inflación a un dígito y el litigio inconcluso con los fondos “buitre” (los fondos de inversión especulativos que no entraron en los canjes de deuda de 2005 y 2010 y reclaman el pago íntegro de sus bonos)”.

Mientras tanto, la deuda externa total creció 4,5% durante 2014, y se estima que en la actualidad llega a los 147.457 millones de dólares.

(*) Máster en Ciencia Política Iberoamericana. Exclusivo para Venado 24

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