El debate sobre la nueva ordenanza que rige la diversión nocturna en nuestra ciudad generó una importante polémica entre el Ejecutivo y el Concejo. Mientras tanto detrás del debate se introducen otras cuestiones analizadas por el ex candidato a concejal y a diputado provincial (y además ex gestor de un local nocturno), Martín González. Lo que sigue es su opinión enviada a Venado 24
Por Martín González
Más allá de la mediocre novela, las idas y vueltas, y el tironeo para ver quien impone condiciones, hay que destacar la importancia de que los concejales, y el ejecutivo, se hagan cargo, o se quieran hacer cargo, de un tema tan sensible como el funcionamiento de la noche en Venado. Bueno es recordar que siempre se actuó de acuerdo a las necesidades y el bolsillo de los 2 o 3 empresarios dueños de los boliches bailables, sin tener en cuenta al resto de los emprendimientos, y mucho menos a las miles de personas que salen cada fin de semana.
En segundo lugar hay que decir, como aporte básico y fundamental al debate, que no son sólo los jóvenes quienes salen, sino que esta actividad involucra, cada vez más, a una amplia franja etaria, ya que la necesidad de diversión y esparcimiento no es exclusividad de la juventud. Lo que queremos y necesitamos, seamos jóvenes o no tanto, son reglas claras y sin excepciones. Sólo de esta manera se podrá comenzar a ordenar la noche venadense, y “proteger a los vecinos”, que pareciera ser lo único que le importa a la dirigencia política.
Necesario resulta analizar en este punto la forma en la que se utiliza la palabra vecino, como si los que salen no lo fueran. Así es que cada uno de nosotros podemos entrar en la categoría de “vecino” o no, de acuerdo a lo que decidamos hacer ese fin de semana. Ya está avisado, si se le ocurre salir, tenga en cuenta que pasa a la categoría de “no vecino”, con lo que sea que esto pueda significar.
En fin, ojalá que luego de maduras y desprejuiciadas conversaciones, se puedan poner de acuerdo y se llegue a una normativa lo más amplia y representativa posible, conservando un punto central sobre el que todos parecen estar de acuerdo: la unificación del horario de cierre.
La importancia de llegar a un acuerdo pasa por el hecho de que los deseos, gustos, intereses y derecho a elegir de miles de ciudadanos no pueden quedar a merced del “lobby bolichero”. En definitiva, de algo como eso se trata la democracia.