Columnista invitadoAnálisis: las funciones de los partidos políticos

Tomás Lüders27/02/2016
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Por Emilio Rodríguez (*)

Emilio Rodríguez rescata en esta columna las interpretaciones de diversos y notables politólogos sobre una organización social cuya crisis, aunque para nada exclusiva de la Argentina,  parece particularmente gravosa para un país en donde la debilidad institucional es generalizada: la de los partidos políticos como órganos de representación ciudadana. Parafraseando un fragmento del didáctico texto de Rodríguez, los partidos son, como lo indica su nombre, “una parte” cuyo objetivo, imposible y necesario a la vez, es la representación de la totalidad. En el año que se cumplen 15 años del “que se vayan todos” y recién finalizada la década larga kirchnerista, la cuestión permanece aún irresuelta.

El origen y desarrollo de los partidos se relaciona directamente con la ampliación del sufragio, que a juicio de Stefano Bartolini “pone las condiciones para la disponibilidad de un amplio mercado electoral”  generando tendencias competitivas que ocasionan cambios  organizativos en los partidos políticos.  También el origen de los partidos se vincula con el “desarrollo de las instituciones democrático-representativas”,  especialmente con los parlamentos.

Klaus Von Beyme afirma en su libro Los partidos políticos en las democracias occidentales que el término partido deriva de la palabra latina pars (parte), la cual apunta a que un partido democrático nunca puede  pretender ser representante de la totalidad.

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La definición más apropiada para estos tiempos corresponde al politólogo italiano Giovanni Sartori y dice lo siguiente: “un partido es cualquier grupo político identificado por una etiqueta oficial que  presenta a las elecciones y puede  sacar en elecciones (libres o no) candidatos a cargos públicos”.

Los partidos políticos son muy importantes para los sistemas políticos democráticos, están estrechamente relacionados. En las democracias modernas la competencia por el poder político se realiza principalmente a través de los partidos políticos. Tal es así, que el politólogo español Manuel García Pelayo resalta: “la democracia no puede vivir sin los partidos”. En este sentido, el jurista Justo López reconoce: “los partidos políticos contemporáneos son directa consecuencia del nacimiento y desarrollo del régimen democrático representativo”.

En Argentina está reconocida  la relación entre los partidos y la  democracia. Esto se refleja, por un lado, en  la ley orgánica de los partidos políticos nº 23.298 en su artículo nº 1, donde “se garantiza a los ciudadanos el derecho de asociación política para agruparse en partidos políticos democráticos”. Por otro lado,  el artículo 38 de la Constitución Nacional menciona: “Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático. Su creación y el ejercicio de sus actividades son libres dentro del respeto a esta Constitución, la que garantiza su organización y funcionamiento democráticos, la representación de las minorías, la competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el acceso a la información pública y la difusión de sus ideas.  El Estado contribuye al sostenimiento económico de sus actividades y de la capacitación de sus dirigentes. Los partidos políticos deberán dar publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio”.

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A pesar de la variedad de ideologías, programas políticos, sistemas de organización interna y apoyos sociales, los partidos políticos cumplen en general innumerables y similares funciones  dentro del sistema político en el que se desempeñan.

Esta larga lista podría sintetizarse en la siguiente enumeración. En primer lugar, citando a Bartolini podemos mencionar: el rol más importante que cumplen es el de la “estructuración del voto”, con este concepto hace referencia a que es el partido el elemento central, “principal y autónomo de orientación de las opiniones en relación a otras potenciales agencias”. Es así como el electorado ha desarrollado una identificación y una relación estrecha con los partidos. Aquí, siguiendo el criterio de Miquel Caminal Badia, en su célebre Manual de Ciencia Política, podemos agregar: “los partidos presentan programas políticos a la sociedad, que tienen mayor o menor carga ideológica y que proporcionan a los individuos más criterios  para analizar los problemas sociales y ayudan por consiguiente, a formar una determinada opinión pública o consolidarla”.

Con respecto al punto anterior, son muy evidentes las falencias y en algunos casos, las ausencias de programas políticos. Esto corresponde tanto a partidos locales como nacionales y en muchas ocasiones tiene que ver con la improvisación inocultable que practican los dirigentes.

Una segunda función es la de la “integración- movilización-participación como aspectos de  un mismo proceso”. En el régimen democrático representativo solamente los partidos políticos sirven de cauces adecuados para la participación política pacífica, evitando la lucha y la violencia.

La tercera en señalar es el “reclutamiento del personal político”. Para Caminal Badia, los partidos son la cuna de gran parte de la elite política de las sociedades democráticas. Los que pertenecen a tales elites suelen ser individuos formados en un partido político o estar relacionados con el mismo. Pero es muy evidente y cada vez más, cómo los partidos recurren a personajes famosos (actores y deportistas, entre otros) para ser candidatos y ocupar puestos públicos.  En Ciencia Política estas personas son llamadas outsiders. Un outsider es un personaje que incursiona en política partiendo de un prestigio acumulado fuera de ella. Todo esto refleja las falencias que tienen los partidos (ya sean locales, o nacionales) en la formación de futuros dirigentes. Esto se debe, en algunos casos, a la negligencia, miedo o ignorancia de los dirigentes políticos.

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Una cuarta función es la de la “agregación de los intereses y de las demandas que surgen de la sociedad en forma de políticas y programas generales”. Es el vehículo de transporte de las demandas del electorado y se los presenta como la institución más acorde para recabar las exigencias e inquietudes de la sociedad. Quizás sea este punto  el que más conocemos, cuando se dan las elecciones, en el desarrollo de la vida política de los partidos, en los actos y eventos, siempre los partidos tratan de expresar ideas y de tener el mayor alcance posible y de lograr la mayor adhesión posible.

En la actualidad es muy notorio cómo los partidos han pasado a la defensa de unos valores muy generales, casi aceptados por todo el mundo. Esto radica en la mayor rentabilidad electoral  de un discurso político más genérico y menos explícito.  Por eso, a simple vista, muchas veces cuesta diferenciar las ideas y propuestas de las diversas campañas electorales.

Pero más allá de las críticas y observaciones que se puedan realizar a los partidos políticos, no hay que olvidarse, de lo que sostenía Leandro N. Alem: “La vida política forma esas grandes agrupaciones, que llámeseles como ésta, populares, o llámeseles partidos políticos, son las que desenvuelven la personalidad del ciudadano, le dan conciencia de su derecho y el sentimiento de la solidaridad en los destinos comunes”.

 

(*) Profesor de Ciencia Política, Master en Ciencia Política Iberoamericana

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