Tomás LüdersNuevo relato sobre las Malvinas: de la negación a la “gesta heroica”

Tomás Lüders02/04/2022
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Las discusiones y revisiones críticas acerca la soberanía de las islas Malvinas han estado al orden del día en estos últimos tiempos. Honestamente, por más que uno haya logrado leer bastante sobre la conformación actual del territorio argentino y de otros estados latinoamericanos yuxtapuesta dentro de lo que fueron los mapas coloniales, es un tema sobre el que me abstengo de opinar. No se trata de negarse a recorrer la historia. En todo caso, de mi parte, al análisis lo dejaré para el aula. Pero mientras tanto mito sigue operando sobre  trauma, esa discusión, en un medio de prensa, solo lleva a reforzar antagonismos, para los que cualquier excusa viene bien.

Algo similar a lo que sucede sobre la acción de la guerrilla previa a la Dictadura Militar. Antes hay que desmontar tanto los viejos mitos que no se habían ido del todo y hoy aparecen reactivados por la “grieta” de manera incluso más burda que nunca, con esa economía del argumento que son los memes.

Sin recuperar antes el consenso democrático mínimo que rigió hasta 2004 (¿2008?), cuando las voces pro-dictadura se tenían que expresar a puertas cerradas, resulta imposible hacer juicios de hecho y valor sobre lo acontecido antes del golpe. Para mí al menos, resulta muy difícil desarrollar análisis y valoraciones sobre el terrorismo de Montoneros o el ERP, cuando, por ejemplo, en la pantalla de mi celular veo a un reconocido “periodista” tomarse una foto el 24 de marzo con un falcon verde de fondo, sonrisa socarrona incluida. Repito, tengo mis críticas, pero enunciarlas en este momento les darían un sentido que no es el que deseo.

¿Por qué? Porque en ambos casos, la Dictadura más sangrienta y antidemocrática del país aparece como nada casual común denominador, y digo más antidemocrática porque no solo las urnas estaban “bien guardadas”, también había un proyecto concreto para volver más desigual la estructura económica argentina, disfrazado de solución a los reales límites de nuestra economía de posguerra. Difícil entonces complejizar sobre algunas cuestiones que la preceden cuando nos encontramos con una reactivación modo-manada iracunda de la demanda porque “vuelvan los milicos” (claro, el otro lado de la grieta no hace demasiado por apaciguar pasiones casi genocidas cuando los 24 de marzo se festejan haciendo la “V”, choripanes mediante y se compiten con el troskismo local para ver quién “copa” primero las plazas y gritarles a los “gorilas”, que son todos los demás que no adhieren a hacer del 24 de marzo un festejo, no solo los energúmenos que comparten memes de Videla y falcons)

De negación a “gesta heroica”

Hecho este largo preludio, voy sintéticamente al punto del texto. Es cierto, el 2 de abril es oficialmente un feriado que conmemora a los Veteranos y Caídos de Malvinas y el resto de las islas, fue establecido por ley en el año 2000. Cae, como se dice con negadora sutileza en los textos oficiales y escolares en la fecha de inicio del “Conflicto del Atlántico Sur”. Reemplaza al “Día de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur” sancionado por la propia dictadura en marzo de 1983. Fue declarado feriado inamovible en 2006, durante el gobierno de Néstor Kirchner.

Y sin embargo…. Y sin embargo las dirigencias y nosotros insistimos en usarlo para recordar lo que ahora llamamos “Gesta Heroica”, tras años de rechazo, de mirar para otro lado, no paramos de hablar de “nuestros héroes de Malvinas”, no dejamos de bautizar plazas y plazoletas con nombres regados de épica, llenándolas de armamento viejo y estatuaria barata que apela con pésimo gusto y calidad al belicismo. Bien se merecieron los ex combatientes, claro, el tardío pero justo reconocimiento luego de haber sido ninguneados por la mayoría que antes había vivado en la Plaza de Mayo a un dictador alcohólico (justamente, el que acuñó la frase sobre las urnas bien guardadas unas semanas antes) o sacado banderitas y escarapelas en el resto del país esa funesta mañana de 1982 en la que la propaganda oficial anunciaba hace 40 años la “recuperación” del archipiélago.

No obstante, hemos elegido hacer una reescritura del día sobre lo que se ocultaba con vergüenza: a las víctimas que un país entero celebró que fueran enviadas a pelear una guerra contra una potencia de la OTAN, ahora las aplaudimos por haber sido parte de la “gesta”. Crítica cero para nosotros. Los ex combatientes, hacen, claro, lo que pueden para darle sentido a ese trauma que fue casi morir de frío en una trinchera húmeda y ver a sus compañeros acribillados por disparos de soldados profesionales bien pertrechados. Algunos de ellos aceptan los aplausos, se ponen uniformes y se cuadran marcialmente. Pero eso es lo que ellos pueden hacer con lo que les hicimos. Nadie tiene derecho a juzgarlos. Pero, más que nuevos festejos con banderitas, lo que necesitan de nosotros es un pedido de perdón.

Entonces, entonces se cambia el sentido de la fecha, pero en lugar de ser un día de reflexión, de autocrítica colectiva, volvemos a usar a los ex combatientes para avivar nuestro nacionalismo, se quiere volver a festejar el 2 de abril… como si todavía fuera 1982. Todo lo contrario a lo que deberíamos hacer en este día, criticar las peores aristas de nuestra identidad como país.

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