Tomás LüdersLos límites del nuevo populismo libertario

Tomás Lüders25/11/2023
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El libertarianismo populista es un invento argentino. Como muchos inventos argentinos, ensambla componentes importados. Pero es original del Río de la Plata. También es original en lo histórico, no importa que Carlos Menem haya sido rescatado sin disculpas del lado oscuro de la Historia. No estamos frente al neo-menemismo. Estamos frente a algo nuevo.

Carlos Menem no era populista donde, justamente, lo es Javier Milei. Menem era populista en su gesto de nuevo rico, en mantenerse fiel a su identidad pese al viraje ideológico que generó en su partido: ser un peronista de provincia, sin abolengo alguno, que les decía a todos “si yo llegué, ustedes también van a llegar”. El populismo de Milei, en cambio, es laclausiano: marca un enemigo y ofrece venganza. Después, sí adosa el “vas poder”, pero primero viene la purificación y el castigo. Llegó el momento de las “Fuerzas del Cielo”, según las textuales palabras del propio Libertario.

El gran problema de esta nueva derecha liberal y popular (no de la rancia que ahora se le adosa ni de la Real − la económica, la que solo discute de guita, no de ideas−) es que propone hacer tronar el escarmiento ante el derroche fiscal, las prebendas o la inseguridad, pero no termina de asumir que los primeros en caer serán (la mayoría de) sus votantes. Sucede que lo que Milei simplifica y demoniza como “Casta” es la expresión de un sistema: una economía estatalista que tiene como primeros beneficiarios a dirigentes políticos y empresarios especialistas en mercados regulados, pero a cuya dinámica (inviable en el largo plazo) se tuvo que plegar toda la sociedad argentina. De esta manera, no habrá escarmiento posible para “la Casta” sin el sufrimiento de sus clases subalternas. Es probable que Milei fuera sincero cuando circunscribía el Castigo, pero antes que a su público, Milei se debe a la rigidez de sus ideas.

Para entender lo profundo que será el corte de la motosierra, no hace falta entonces remitirse a los muy sinceros exabruptos del ahora expulsado Carlos Rodríguez. El sujeto libre que le da forma a la interpelación de Javier Milei es una abstracción que se hizo concreta entre un número importante de jóvenes, pero cuando el líder libertario se explayó sobre los créditos UVA (“si usted tomó una decisión incorrecta, se tiene que hacer cargo”) se puso en evidencia lo reducido que será el podio de “laburantes exitosos”. Aunque las declaraciones sobre los créditos macristas se referían a un grupo específico, dejaron del todo claro lo que implicará su Sociedad Liberal Celestial. Así las cosas, no habrá tiempo de gracia. A partir del 10 de diciembre, o se es un Atlas rebelde o se es un perdedor. No habrá Ministerio del Capital Humano que salve al derrotado.

No hay guita, y la reducción del déficit fiscal viene impuesta, pero fue el profeta-líder de la Libertad Avanza el que prometió que al costo lo pagarían solo unos malvados. Fue él quien presentó al ajuste como el Juicio que condenaría a los Pecadores y beatificaría los que se esfuerzan. La fálica y sangrienta metáfora de la motosierra fue lo que terminó de darle forma a su identidad vengativa. Evidenciándose ahora el verdadero alcance de los costos ante adherentes, pero también ante quienes se arriesgaron a votarlo por descarte, resta saber qué apoyo popular podrá tener Milei para sostener su ajuste.

Estimo que no hay que consultar a las Fuerzas del Cielo y a su mediador Conan para conjeturar que la cosa no pinta bien.

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