Mauro CamillatoOpinión: Poroto, Cristina y los otros

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Freyre asumió el poder municipal en un contexto muy diferente del de su mentor político y suegro. Cultivó además un perfil muy diferente al de Scott: nunca tuvo o quiso declararse incondicional a nadie. Sin que se lo demande el heterogeneo público local, hoy la coyuntura lo encuentra constituido plenamente en un hombre k sin disidencias aparentes. Ventajas y riesgos de una elección en la que no caben las medias tintas.

Por Mauro Camillato

José Luis Freyre construyó su carrera política al lado de su suegro y ex intendente Roberto Scott. Paradójicamente su forma de gestionar ha sido diferente a la de su antecesor, de hecho casi opuesta.

Anti pluralista extremo, al ex intendente nunca le importaron los procedimientos ni las mediaciones democráticas. Para él gobernar era ir para adelante y hacer y deshacer a su antojo. Él era la autoridad máxima de la ciudad y lo hacía sentir en cada una de sus decisiones. A pesar de que construyó su carrera política criticando a De Mattía desde el parlamento municipal, ya intendente definió a ese recinto (a la sazón el único órgano existente de control del ejecutivo) como una entidad exclusivamente abocada a molestarlo. Por eso no respondía sus requerimientos, no elevaba los presupuestos anuales, y hasta dejó de pagarle el sueldo a los ediles por largo tiempo. Amenazó incluso con derribar su edificio con una topadora.

Tampoco se llevaba bien con las instituciones intermedias de la ciudad, a las cuales ninguneaba en cada oportunidad. De hecho con algunas de ellas tuvo duelos antológicos. Como no le preocupaba en lo más mínimo rendir cuenta sobre sus decisiones unipersonales, entre otras particularidades dejó de imprimir el boletín oficial (o lo hacía cada tanto) y hasta amenazaba con echar a tiros a los organismos de derechos humanos que querían husmear en su Venado Tuerto. Extrañamente, desde el retiro político se declara militante de un Gobierno Nacional que pone a los derechos humanos como una de sus principales banderas.

Contrariamente, su yerno, José Luis “Poroto” Freyre, venía haciendo un culto a la templanza como forma de hacer política. Jamás daba definiciones contundentes sobre temas polémicos, mantenía un respeto casi extremo por las formas –no necesariamente por todos los procedimientos- y sostenía un intento continuo de diálogo con todas las instancias dirigenciales. De hecho restableció la relación con el Concejo Municipal y con instituciones intermedias, eleva los presupuestos municipales correspondientes, imprime y reparte el boletín oficial todos los meses, etc, etc. Mantenía también un buen trato con el Gobierno provincial. Es más, con Binner se han dispensado elogios mutuos en algún momento.

Fiel a su impronta, Freyre nunca se había embanderado demasiado con alguna línea política. Se sumó al peronismo casi como una exigencia familiar, pero jamás se había manifestado cultor de dicho partido (de hecho no se le conoce militancia política anterior a su llegada a la función pública). A la vez, siempre hizo equilibrio para no quedar pegado fuertemente a una línea interna “del Movimiento”. Cabe recordar todo lo que tardó para definirse por el reutemismo en elecciones pasadas o lo que le costó volcarse al kichnerismo en la última. Otro ejemplo digno de recordar fue su actuación durante el llamado conflicto agrario: apacible en época de ánimos caldeados, Poroto se acercaba a los piquetes del Cruce con facturas en las manos y la vez intentaba hacer lo posible para no realizar manifestaciones contrarias al Gobierno.

Lo cierto es que últimamente algo ha comenzado cambiar en el nuevo Freyre: exhibe un discurso hiperalineado con el Gobierno Nacional (… y popular) y fustiga cada vez que puede al Provincial. Hasta incorporó terminologías naquipop, inéditas en su verba.

No hay dudas que en este cambio mucho tuvo que ver su cada vez más estrecha y dependiente relación con la Casa Rosada. Es que el Ejecutivo Nacional ha llevado hasta el paroxismo el manejo de los dineros públicos en pos de conseguir incondicionales (vale aclarar que no son ni los primeros ni los últimos que realizan estas prácticas, pero hoy se hacen más evidentes y se legitiman desde una suerte de discurso que idealiza el modelo de democracia jacobino). Solo hay obras y fondos para la ciudad si existe alineamiento acrítico, y de paso no importa si salteamos al Gobierno Provincial, después de todo el federalismo es solo una formalidad.

Lo cierto que esta forma de hacer política también trae sus fuertes condicionamientos y ataduras. De hecho, José Luis Freyre participó este martes, junto a intendentes, presidentes comunales y legisladores, de una reunión citada por Cristina Fernández de Kichnner (también estaban los también venadenses Ricardo Spinozzi –que fue en su debilitada calidad presidente del PJ santafesino- y el fulgurante diputado provincial electo Dario Mascioli). Después del fracaso eleccionario de Agustín Rossi, en dicho encuentro el mensaje fue “salgan a buscar voto por voto para Cristina en sus distritos” En el caso de Freyre el mandato implica que deberá intentar transferir la mayor cantidad posible de sus 25.500 sufragios obtenidos en el ámbito local. Claro que la dificultad no es menor, sobre todo si se tiene en cuenta que en la misma elección el candidato a gobernador K obtuvo solo 8509 votos (es decir 16991 menos que el reelegido intendente).

Lo temerario de esta situación para el actual jefe del ejecutivo de VT es que “las facturas” pueden venir de diversos lugares. Por un lado, si no consigue canalizar parte de eso votos para Cristina, desde la Casa Rosada lo empezaran a mirar con desconfianza. Pero además, la fuerte ligadura al proyecto K también puede tener otras consecuencias a futuro. Habrá que esperar la reacción del electorado venadense, que en su mayoría prima facie no adscribe al modelo K Aunque para tranquilidad K, vale aclarar que en una votación nacional juegan otros factores que no jugaron en lo provincial, y se termine finalmente –tal como rezan las encuestas- sosteniendo la balanza hacia el lado de la actual presidenta (por lo pronto el elenco opositor no parece exhibir un Del Sel nacional que canalice el voto protesta que castigó a Rossi y al propio Binner).

De paso, vale recordar lo complicado que termina siendo para un candidato distrital pegarse de manera acrítica a determinado proyecto provincial o nacional, el ejemplo más cercano son Ricardo Spinozzi y Jorge Lagna, quienes ataron sus trayectorias políticas a los decires de Carlos Alberto Reutemann, y por ello obtuvieron sus premios cuando el ex corredor de Fórmula 1 se encontraba en la palestra, pero cuando éste se corrió de la escena electoral quedaron afuera de todo.

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