Mauro CamillatoOpiniónProvinciaMi última entrevista a “Miguel”

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El 21 de febrero recibí el llamado de su fiel secretario Facundo De Michele avisándome que Miguel Lifschitz el día siguiente iba a estar en Venado Tuerto y que me reservaba un espacio para realizarle una entrevista cara a cara. Por supuesto rápidamente le respondí que sí, y así fue como el 22 de febrero se convirtió en mi última entrevista con el exgobernador.

A Miguel (perdón el atrevimiento, pero así lo llamaba) le hice varias notas en mi trayectoria periodística, la primera fue durante su mandato inicial como intendente de Rosario (creo que fue a finés del 2003 o principio del 2004). En aquella oportunidad fui invitado por una Fundación rosarina juntos con varios periodistas de la provincia de Santa Fe  a realizar un recorrido por Rosario. Así, la visita cerraba con un encuentro con el intendente en el palacio municipal. La decepción no fue menor cuando llegamos y nos avisaron que nos iba a atender un secretario porque Miguel estaba ocupado. Sin embargo, ya nos estábamos por retirar del lugar luego de una larga charla con el funcionario (no me acuerdo el nombre) y apareció casi corriendo el entonces intendente. Fue una entrevista rápida y, a pesar que hasta culminamos intercambiando opiniones divergentes (en ese momento Lifschitz tenía cierta ilusión en el gobierno nacional de Néstor Kirchner, era la época de la luego frustrada transversalidad), me quedó la sensación que estaba ante un dirigente de fuste.

Pasaron varios años de aquel encuentro para volver a realizarle una nueva nota, y fue recién en el 2014 como el nuevo candidato a gobernador del Frente Progresista. Dicho sea de paso, Miguel parecía el aspirante lógico a la Casa Gris luego del periodo de Hermes Binner, pero éste último eligió a su ministro de Gobierno Antonio Bonfatti. Miguel se lo bancó, hay que recordar que otro dirigente que pretendía ese lugar, Rubén Giustiniani, terminó pateando el tablero y se fue del socialismo.

Así las cosas, en el 2015 le llegó el turno y luego de dos periodos de gobierno socialista con el lógico desgaste que empezaba a provocar los casos de inseguridad, salió a recorrer la provincia. Es que a pesar de su larga trayectoria, gran parte de los santafesinos no lo conocían y para colmo tuvo que competir en plena ola macrista contra el cómico devenido en político, Miguel De Sel. Le ganó por muy poco (dos mil votos).

Lo cierto, es que en el 2015 no la tenía fácil y tuvo que salir a “caminar la calle” junto a Hermes Binner y Antonio Bonfatti que lo acompañaban a todos lados. Así fue como días ante de las elecciones, los recibí a los tres en el estudio de TV de Canal 8 para hacerle una nota para el programa “La Cocina, para que la realidad no sea tan cruda”.

Recuerdo su ingreso al estudio flanqueado por las imponentes figuras de Binner y Bonfatti, ambos tan altos, flacos, tan confiados, tan extrovertidos. Él, con la mirada baja (siempre andaba con la mirada baja), casi petiso, algo “gordito”.  Los que comenzaron hablando fueron los otros dos, mientras él espero tranquilo su oportunidad y en voz baja nos prometió que iba a terminar el hospital, retrucando a los candidatos de la oposición que sostenían que edificio de Santa Fe y Espora era solo “una linda maqueta”.

No hace falta recordar que cumplió con su palabra,  y que el 1 de octubre del 2017 inauguró oficialmente del nuevo hospital culminando con la obra que comenzó e impulsó Hermes Binner y que continuó (no con pocas dificultades) con Antonio Bonfatti. Alusión aparte: mejor ni imaginarse lo que hubiera sido para la región atravesar la pandemia con el viejo hospital.

Por supuesto, a esa altura Miguel construyó poder  y se convirtió en el político de mayor preponderancia en la provincia. Situación que conservó hasta su muerte, porque a pesar de que el Frente Progresista perdió la elección posterior, el exgobernador continuaba siendo el dirigente con mejor imagen.

Miguel por acá nos dejó además del Hospital otras cuantas obras públicas, su gran obsesión (es que nunca escapaba a su condición de ingeniero). Otra de sus obsesiones fue recorrer cada localidad de la provincia y lo logró, convirtiéndose en el único gobernador que lo hizo en toda la historia. Y además en varias de los pequeños pueblos (en esos pueblos que nadie se ocupa porque no tienen muchos votos) dejó obras que se recordarán para siempre. La pavimentación de la ruta 4s (camino a San Eduardo) es solo un ejemplo.

Lo cierto es que el 22 de febrero fue la última vez que lo vi, estuvimos cara a cara en un despacho municipal, dialogamos cerca de media  hora. Seguía siendo el mismo de siempre, con la mirada baja, casi tímido, con una sonrisa medida, amable pero “no confianzudo”, dispuesto a la charla con oídos atentos. No solo respondía  a las preguntas, según se establecían previamente nuestros roles, sino que también se guardaba un espacio para su consulta. Así la charla culminó, una vez apagado el grabador, con una respuesta mía que él escuchó atentamente.

Se fue Miguel, duele por la persona, duele por la política, duele por el futuro de la provincia. Se fue otro imprescindible, a 11 meses de la muerte de Hermes Binner, su “padre” político. Me quedará para mí, el recuerdo de esta última entrevista, que él eligió que fuera cara a cara.

 

Foto de portada: entrevista del 22 de febrero

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